viii.

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—¡PESTAÑAS, AHÍ ESTÁS!

Rin ni siquiera voltea a mirarlo, entre sus manos sostiene su cámara, ajustando el enfoque y el brillo del flash, después de haber fotografiado a un par de grupos de personas algunas bailando y otras conversando, el Itoshi menor se mantiene ahí, apartado en un esquina mientras se mueve entre las sombras para fotografiar sin ser visto.

Shidou es un desastre andante que se acerca entre empujones porque el muy idiota no puede tener decencia y consideración por las personas a su alrededor. Detrás de él, Sae se camina con pasos calmados tomando sorbos pequeños de su vaso.

El pelinegro rueda los ojos cuando ambos se encuentran con él.

—¿Qué mierda quieres, cucaracha?

—Sae quería saber dónde estabas. —responde el rubio con la misma indiferencia al momento de llegar, mientras rodea con su brazo los hombros del mencionado. —¿Lo ves? Te dije que estaría en una esquina abandonada justo como el emo que es.

—Muérete, Shidou.

—No te daré el gusto aún, Rin-Rin.

—¿Podrían callarse de una vez? —Sae los interrumpe con molestia, mirándolos mal. Su novio simplemente lo acerca más a su cuerpo, mientras que Rin chasquea la lengua con fastidio. —Rin ¿Qué haces aquí?

—Te diré qué no estoy haciendo. No me estoy divirtiendo aquí. —contestó con obviedad, y una mueca de molestia. El menor se colgó la cámara del cuello, antes de cruzarse de brazos. —Así que me largo a casa.

—¿Tan pronto?

—Ya me pagaron, no tengo razones para quedarme.

—Déjalo, bonito. Es obvio que no quiere estar aquí y no vamos a obligarlo. —Shidou respondió con burla, mientras mira con superioridad a su cuñado. —Si quiere irse, que se largue. Ya sabía que está fiesta era demasiado para él.

—¿A qué te refieres con que es demasiado para mí, maldito antenas? —gruñó en respuesta.

—A esto, Rin-chan. Eres tan engreído, retraído y asocial que no puedes ni siquiera soportar un par de horas rodeado de personas que no estén prestandote atención. —La voz de Ryusei sonaba como una burla mal intencionada junto a la sonrisa que se extendía por su rostro.

—No es así, maldito.

Porque no era así, Rin no quería atención, no la necesitaba...

—Por supuesto que es así, pestañas. No tienes ni puta idea de cómo socializar sin que esté alguien detrás de tí intentando llamar tu atención. Careces del mínimo de habilidades sociales.

—¡No es cierto! —Rin tenía los puños apretados, sentía su cuerpo temblar debido al enojo mirando con furia a la maldita cucaracha asquerosa que tenía frente a él.

—No sabes bailar, no sabes iniciar una conversación, nunca en tu vida has jugado en una fiesta... ¿Si acaso habías ido a una fiesta alguna vez? —La burla es palpable mientras Ryusei le habla acercándose a su rostro con malicia, Rin lo sujeta del cuello de la camisa y es Sae quien pone sus manos entre ambos para evitar alguna pelea.

—¡Ya cállate, demonio! Te estás pasando de la puta raya. —gruñe con molestia el pelirrojo, mirando con enojo a su pareja.

—Solo le digo la verdad... No me sorprendería que termine ebrio después de la primera cerveza.

—¡Vete al infierno!

Rin lo empuja con fuerza, logrando que el rubio dé un paso hacia atrás casi chocando con un par de personas a sus espaldas, quienes los ven con sorpresa e interés al haber estado escuchando la discusión. El pelinegro mira por una fracción de segundo a su hermano y lo ve, en sus ojos vé un deje de pena por las palabras de su novio junto al enojo que seguramente estaba naciendo en su interior, pero aquel primer rastro de vergüenza es suficiente para hacer que Rin se de cuenta que lo que Sae piensa no es muy diferente a lo que Shidou dijo.

Eso solo lo hace enojar aún más, así que aparta con el brazo a su hermano. Rin agarra con salvajismo la camiseta de Shidou y lo arrastra hasta la mesa del comedor bajo la vista de las personas a su alrededor. Eso no podría importarle menos al de ojos turquesa, quien empuja a la cucaracha contra una de las sillas de la mesa, y los ojos rosas del mayor siguen cada uno de sus movimientos.

Rin agarra una de las botellas que se encuentran más cercanas y ni siquiera se toma el tiempo de ver qué es antes de empinarse el contenido en su boca.

El líquido transparente rueda por su garganta, dejando una sensación de quemazón. Doloroso pero satisfactorio de cierta forma, nada comparado con el sabor entre amargo y dulzón de los vinos que está acostumbrado a beber.

Rin baja la botella, dejando salir una exhalación de su boca. Detrás de él, las personas aplauden como si hubiese conseguido un gran logro. La botella tiene menos de la mitad de su contenido.

Shidou lo mira con una sonrisa torcida y se ríe de esa forma tan molesta que tiene de hacerlo, antes de agarrar otra de las botellas y empinarsela también.

Sin darse cuenta, Rin acaba de iniciar una competencia de bebidas alcohólicas. Y aunque no lo hizo con esa intención, obviamente no iba a dejarse vencer ahora.

Perspectivas. |RinSagi|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora