xiv.

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Rin observa.

Rin calla.

Rin se mantiene quieto.

Rin siente que su cabeza da vueltas y tiene que sostenerse de la pared por un momento mientras respira profundo paga evitar caerse a causa del mareo.

Rin se siente ahogado entre la enorme cantidad de personas a su alrededor, y las náuseas aún le revuelven el estómago.

—¿Estás bien?

Esa voz.

Esa maldita voz.

Rin gira su cabeza, tal vez con demasiada velocidad, una punzada de dolor le golpea en la sien pero no lo demuestra. Mantiene el ceño fruncido y los ojos fijos a la persona que le habla.

—Déjame en paz. —gruñe en respuesta. Separándose de la pared y usando toda su concentración para caminar en línea recta.

—Tenemos que hablar.

No es una petición aunque tampoco una orden. Lo dice como si aquello fuera un hecho innegable y tal vez, es porque lo es.

—No quiero hablar contigo ahora, Sae.

No es el momento. Piensa. No es el puto momento ahora.

Sae es esa clase de personas que quiere discutir las cosas y resolver los problemas en el menor tiempo, justo al momento que suceden de ser posible para así no tener que pensar en eso luego. Pero las cosas no son así y no es la forma correcta de actuar algunas veces, mucho menos para ellos dos, que al momento de estar molestos no miden las palabras que usan ni tampoco el dolor que causan.

—No puedes escapar de mí, Rin. —acusa el mayor, mientras lo sigue un par de pasos por detrás. El pelinegro sigue caminando en línea recta.

—No estoy escapando de tí. Mi mundo no gira siempre a tu alrededor, estúpido. —El menor responde de forma despectiva mientras rueda los ojos, aunque le dolió la cabeza por el gesto. —No soy como el parásito que tienes de novio.

—¿Esto es por Shidou? —pregunta con un tono que suena molesto.

Rin frena sus pasos, frente a él estaba otra habitación y el mismo chico que fotografió está ahí, sonrojado y algo alterado mientras parece discutir con un par de chicos a su alrededor, que también notan su presencia pero no hacen nada al respecto. Así que el Itoshi gira y cambia el rumbo a otra dirección, la cercanía de Sae y su tono no auguran algo bueno. No había que ser un genio para saber que una discusión se avecinaba y aunque Rin no supiese mucho acerca de coquetear y esas cosas, sabe que actuar de forma molesta solo hará que desaparezca el mínimo interés que vió en los ojos azules de ese chico.

El pelinegro camina por un pasillo y luego abre la primera puerta que encuentra. No necesita decir nada porque Sae entra detrás de él y las pocas personas que estaban ahí parecen notar la pesadez del ambiente, así que salen sin mediar palabras. El pelirrojo se mantiene quieto, con los brazos cruzados, y la espalda recta.

—¿Esto es por Shidou? —pregunta una vez más. Rin siente que su sangre está hirviendo.

—Tú novio fue el que inició todo esto. Yo planeaba irme a casa sin problemas pero vino con toda la intención de provocarme.

—No es eso a lo que me refiero. Hay algo más que te está molestando. —acusa el mayor, dando un paso al frente. —Dime ¿Qué es?

—Nada. Carajo. Me molesté por las palabras de la maldita cucaracha. —responde exasperado. —Ya déjame en paz.

—Shidou te ha dicho cosas peores antes y nunca te habías lanzado a beber como un irresponsable. Tú... —Sae no puede seguir hablando, porque es interrumpido por una risa cínica y ronca por parte de su hermano.

—¿Ahora es mi culpa? —Hubo un tono divertido en la voz del menor, su risa era baja, y casi dolorosa.

—No, yo nunca dije e...

—¡Pues eso es lo que parece, Sae! —gritó, enfrentándose a su hermano. —¡Haz estado aquí y lo único que haz hecho es estar justificando a la maldita cucaracha!

—Eso no es cierto. —responde con firmeza. —En ningún momento estuve justificando sus acciones...

—¡Entonces ve y dile a él lo que hizo mal!

—¡Él no es único que hizo un berrinche!

—¡Pero él fue quien lo comenzó todo! —Rin está exasperado, su cabeza duele, sus manos tiemblan de la rabia y su mandíbula está tensa. —¡¿Por qué mierda siempre tienes que defenderlo a él?!

—¡No es lo que estoy haciendo!

—¡Claro que sí! —grita el menor. —Claro que sí, eso es lo que haces... ¿Por qué...? ¿Por qué todo se lo dices a él?

—¿A qué te refieres? —pregunta, el rostro de Sae tiene una mueca confundida.

—Piensas igual que él... —responde Rin, su mirada cae a sus pies mientras que mantiene los puños apretados. —Lo que dijo la maldita cucaracha fue porque tú estuviste hablando con él. Le cuentas cosas y el maldito es un parásito que lo usa en mi contra.

—Eso no es cierto. El mundo tampoco gira a tu alrededor Rin. —responde, acercándose un paso más, el menor se mantiene en su lugar. —Y ya sé que tienes ciertos problemas con Ryusei pero...

—¡Y el mundo tampoco gira en torno al maldito Shidou! ¡Ya deja de hablar de él! —grita Rin totalmente exasperado. —¡Ya basta, Sae! ¡Ya basta! Me tienes harto.

—¡¿De qué Rin?!

—¡De que todo tiene que ser sobre Shidou! ¡Todo! ¡Y está bien que tengas un maldito novio, sé feliz, está bien pero deja de estar intentando unirme a la fuerza! —gritó con rabia.

—¡¿Y qué mierda es lo que quieres?! ¡¿Quieres que te deje de lado o qué solo haga las cosas que a tí te gustan?!

—¡Quiero que dejes de ser un maldito extremista que actúa como si fuera él o yo todo el tiempo! ¡Y quiero que dejes de intentar acercarnos a la fuerza solo para sentirte mejor contigo mismo!

Rin mira a su hermano a los ojos, y ve la ligera sorpresa que se pinta en su mirada, pero se aleja, chocando sus hombros. Abre la puerta y sale, cerrándola de un portazo que alertó a un par de personas alrededor quienes se alejan un poco con miedo.

Rin camina sin mirar atrás hasta salir al exterior. La brisa fría le golpea el rostro y el pelinegro se desploma sobre los escalones de la entrada, apretándose el rostro con la mano izquierda, cansado y dolido. Sin saber cómo sentirse después de todo lo que dijo.

—¿Necesitas un trago?

Las manos de Rin tiemblan y está a punto de gritarle a quien sea que se atrevió a acercarse para que se largue de ahí pero cuando levanta la vista, un par de ojos azules lo reciben.

Perspectivas. |RinSagi|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt