𝐱𝐢𝐢𝐢. northumbria

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CAPÍTULO CATORCE: NORTHUMBRIA ❜





—No pensé que fueras del tipo que se marea —Artemis dice con una sonrisa.

Ella le entrega a Ivar un trozo de tela cuando su cabeza emergió del costado del barco. Escupió en el mar los restos de la amarga enfermedad en su boca antes de mirarla. El le arrebata el paño de la manos y se limpia la boca de manera impropia antes de arrojárselo.

—No me gusta el mar —murmura amargamente, gimiendo de nuevo cuando su estómago comenzó a revolverse desagradablemente. Ivar se deslizó hasta la esquina en la que estaba, tratando el espacio como un refugio seguro.

—El mar es impredecible, príncipe, creo que todos le tememos.

Artemis mira hacia el mar del norte con calma, sus olas mecen suavemente el barco como un bebé en cuna. Tanto la gente de Ivar como la de Artemis eran excelentes navegantes, debía de haberlos grabados en la sangre, pero el miedo a las aguas abiertas seguía siendo irracional.

Había cientos de barcos descendiendo hacia el horizonte y más allá, y un zumbido nervioso se instaló en la parte inferior de su estómago. Finalmente estaba sucediendo, toda esta charla sobre venganza y guerra, todo se sentía como historias que uno le cuenta a un niño por la noche.

El barco junto al suyo la hizo sentir pesado el corazón. Los ojos azules de Arvid estaban fijos en los de ella mientras el tomaba un remo para ayudar a gobernar el barco. Su esposa no estaba lejos de él, observando las olas empujar y tirar. Ella era una cosa bonita, con cabello amarillo y ojos azules, exactamente lo que todos los hombres aquí querían. Su nombre era Alfhild, hija de un agricultor acomodado en Kattegat.

Se organizó una boda pequeña. Fue una boda simple y se casaron justo antes de partir a Inglaterra. Por tanta sencillez, Arvid parecía ser la estrella del evento. Su cabello oscuro estaba pulcramente peinado con intrincadas trenzas al frente, y el vestía sus mejores ropas.

Arvid era un buen hombre, si podía tratar a un esclavo con respeto, sin duda trataría a Alfhild de la manera adecuada.

—¿Te molesta? —Ivar interrumpe sus pensamientos, mirándola a través de sus pestañas.

—¿Mmm?

Artemis se vuelve hacia el, sus ojos se arremolinan con emociones encontradas. Ella empezó a juguetear con su chaleco acolchado de cuero, escuchando a Ivar lamer los dientes ante su aparente confusión.

—¿Estas molesta porque ahora está 𝘤𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰? —el refórmulo su pregunta levantando la capucha de su capa para protegerse la cara—. Su esposa es bonita —dice como una ocurrencia tardía, descansando su cabeza en su mano. Las nauseas estaban regresando.

—El se merece felicidad y una compañía adecuada.

—Te pregunte cómo te sientes al respecto, Artemis.

Ivar la regaña levemente, ajustando sus piernas sin vida. El espera una respuesta mientras observa a sus hermanos mayores bombardean el frente del barco, sin duda sintiendo que pueden conquistar el mundo. Quizás algún día lo hagan.

—No importa lo que sienta. Una esclava no tiene ese lujo.

Ella le entrega la tela de nuevo cuando de repente el se tambaleó por el costado del bote nuevamente. Gimiendo, Ivar se sienta correctamente, arrebatándole la tela.

—No te equivocas —dice de acuerdo después de un momento—. Pero no eres una esclava ordinaria. Eres la esclava de 𝘐𝘷𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘋𝘦𝘴𝘩𝘶𝘦𝘴𝘢𝘥𝘰. No eres promedio. Puedes pensar que estás oprimida, pero los dioses te han bendecido. Esto es donde perteneces —Artemis no dice nada, aunque sus ojos lo dicen todo.

𝐅𝐎𝐑𝐆𝐈𝐍𝐆 𝐀 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓 ━ 𝐢𝐯𝐚𝐫 𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐨𝐧𝐞𝐥𝐞𝐬𝐬  Where stories live. Discover now