capitulo uno

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Taehyung está en un rincón de la habitación blanca y monocromática, acurrucado con las piernas contra su pecho y el mentón sobre las rodillas

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Taehyung está en un rincón de la habitación blanca y monocromática, acurrucado con las piernas contra su pecho y el mentón sobre las rodillas. Despertó hace dos horas y desearía no haberlo hecho. El cuerpo le duele todavía, aunque no más que antes cuando se quedaba sin oxígeno. Ahora, extrañamente, puede respirar con normalidad.

La puerta frente a él retrocede, dibujando a su vez una margen luminosa que desaparece en cuanto termina de abrirse. Taehyung sabe que no todo fue un sueño cuando un hombre, si es que se le puede llamar así, atraviesa la habitación y se detiene frente a él.

—Numeró treinta —dice la persona con voz pastosa y Taehyung tiembla, sintiendo que, de nuevo, le falta el aire—. Por favor levántate y acompáñame.

Taehyung no reacciona, convenciéndose de que, si se queda quieto y en silencio, tal vez pueda salvarse.

—Número treinta —reitera el individuo, más con voz de advertencia—. Por favor levántate y acompáñame. El príncipe imperial lo está esperando. Numero treinta...

¿Quién es número treinta? Se pregunta Taehyung en un vano intento por distraer su mente y sacar su cuerpo de la parálisis. ¿Por qué no pueden llamarlo por su nombre? Es Taehyung, Kim Taehyung, no treinta. ¿Y dónde está su familia? Oh, su familia. Y cuando el rostro de su madre le llega a la mente, ahoga un jadeo y comienza a sollozar. El individuo tuerce el gesto, pequeñas líneas profundas en su piel distorsionando la tensión de ese órgano particularmente impoluto. Hace un chasquido con la lengua, que suena muy humano.

—Escucha, niño. Necesito que te calmes porque al príncipe imperial no le gustará esto. —Hace una pausa, girando los ojos por la habitación. Finalmente, cuando el llanto no cede, se pone en cuclillas y toca suavemente el hombro del chico, que levanta la cabeza con asombro y violencia—. Sé que tienes miedo, pero no tienes porqué, no vamos a hacerte daño. ¿Qué hacen los humanos...? —se pregunta para sí mismo, iluminándosele el rostro cuando lo recuerda—. Ah, sí. Inhala, exhala, inhala, exhala. Vamos, hazlo conmigo.

Taehyung lo observa fijamente, encontrándose a sí mismo inhalando y exhalando lento. La piel del individuo, tan blanca que casi se le marcan las venas, le parece fascinante y tenebrosa al mismo tiempo. Sus labios, delgados y de color rosa, parecen ser suaves, al igual que su piel. Y Taehyung desea, por un instante, tocarlo.

—¿Estás bien ahora? —Taehyung no responde—. No mintieron cuando dijeron que eras muy bonito. Al príncipe imperial le gustará mucho.

—¿Qué...? —intenta preguntar, pero la garganta la siente seca y comienza a toser—. ¿Qué va a hacerme? —dice, con la voz ahogada.

—Agua —se recuerda a sí mismo el individuo, saliendo de la habitación y gritando—: ¡Traigan agua!

Cuando vuelve con Taehyung, llevando consigo una cuenca llena de agua, el joven se la arrebata y se la bebe en un instante, sintiendo que vuelve a la vida por segunda vez.

—Estás aquí para alimentar a los hijos del príncipe —dice el individuo, después de un tiempo, cuando Taehyung está intentando sacar la última gota de la cuenca—. Aquí en nuestra nación solamente hay hombres y se necesita de muchos meses para alimentar a nuestros hijos por nuestros propios medios. Hace algún tiempo pudimos descubrir que hay hombres que pueden lactar en el planeta tierra. Tú, por ejemplo, puedes lactar.

Taehyung se queda estupefacto, comenzando a reírse histéricamente.

—¿Qué le parece tan gracioso, número treinta?

—Eso... —ríe, más por nervios y miedo que por otra cosa—. Eso no tiene sentido. ¿No son ustedes muy inteligentes?

—Somos inteligentes.

—Claro que no. —Se lleva las manos al vientre, intentando controlar su risa y el dolor en su estómago—. Creo que confundieron a las chicas transexuales con hombres que pueden lactar.

—¿Disculpe?

—Ya sabes, una chica que se convierte en chico, algunos mantienen sus partes femeninas, por ejemplo, los senos, por donde lactan... No son chicos, son chicas que, naturalmente, tienen leche para sus bebés.

El individuo cierra los ojos y se frota la frente con frustración.

—Aunque es usted un humano, conoce muy poco de su raza. Es posible que un hombre lacte al igual que una mujer, aunque, a diferencia de estas, los hombres necesitan mayor estimulación para eso. A algunos se les hace más sencillo que a otros. —Cavila un poco, exhalando por la boca porque no tiene nariz—. También sucede que algunos hombres prefieren ocultarse para evitar ser mal vistos en su sociedad. Que lamentable que algunos países se proclamen libres, cuando siguen atados al escrutinio de los demás. ¿Qué dirán si...? ¿Qué pasará si...? Sobre todo, del país del que viene usted.

Taehyung abre la boca para replicar, no obstante, vuelve a cerrarla y se aferra con fuerza a la cuenca vacía. Cuando el individuo se pone en pie, Taehyung agita la cabeza.

—Yo no puedo lactar. Nunca me ha pasado. No me gustan los bebés.

—No tiene que gustarle.

—¡Tengo tetillas! —se pone en pie, dejando la cuenca en el suelo—. ¿Quiere que le muestre? Es...

—¡No! —exclama el individuo, girándose en redondo cuando Taehyung está a punto de levantarse la camisa—. No tengo permitido verlo.

—¿Bromea? En mi mundo la mayoría de los hombres andamos sin camisa.

—No aquí. Las... La fuente del néctar, al igual que su órgano masculino, deben mantenerse ocultos, reservarse únicamente para su pareja. Solo el príncipe, en este caso, puede verlo.

Taehyung baja las manos lentamente, su boca cerrándose en microsegundos.

—¿Cómo que pareja?

—No se preocupe, el príncipe no lo tomará como pareja a no ser que lo desee, pero igualmente, es usted su ciervo y quién alimentará a sus bebés. Debe respetarlo.

—¿Y cuánto tiempo durará esto? ¿Cuánto tiempo me quedaré aquí? —El individuo no responde y Taehyung siente que le fallan las piernas—. ¿No volveré a casa? —suelta una risa nerviosa—. Espere, para comenzar... ¿Dónde estoy? 







makibi » KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora