capitulo tres

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Taehyung se queda en la entrada de la mansión mientras los sirvientes corren a su alrededor intentando sacarlo de su estupefacción

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Taehyung se queda en la entrada de la mansión mientras los sirvientes corren a su alrededor intentando sacarlo de su estupefacción. Se siente mareado, especialmente por el transporte, una nave similar a un auto, excepto porque este brilla como una llama encendida y se mueve tres metros por encima del suelo.

—Por favor acompáñenos. Nuestro príncipe nos ha pedido que le mostremos su habitación y le demos un baño y alimentación. También de que nos aseguremos de que duerma correctamente —dice un individuo de túnica blanca, similar a los otros. Taehyung se pregunta cómo se diferencian entre ellos—. Soy Arel, por cierto—se presenta, como si hubiera leído los pensamientos del humano, prosiguiendo al notar su confusión—: Puede diferenciarme por medio del broche y porque mi nombre está ahí —agrega, señalando un broche simple de color amarillo claro que sostiene la túnica, donde resaltan letras extrañas. Taehyung se inclina un poco, percatándose de que las letras parecen nadar ahí dentro.

—No entiendo tu idioma.

—Ah, sí, con el tiempo se lo enseñaremos —señala y sonríe—. Algunos de nosotros hemos aprendido algunas lenguas y costumbres de su planeta.

Taehyung abre la boca para exclamar, sorprendido porque no ha podido percatarse siquiera de que ellos se han comunicado en su idioma todo este tiempo. Al instante, tiene una arcada y se lleva la mano a la boca.

—Parece que no se siente bien, vamos, lo llevaré a su habitación.

Arel lo guía con una amabilidad asombrosa, pasando su mano de dos puntiagudos por la espalda del humano, sirviéndole como punto de ancla y haciendo círculos para calmarlo. Suben a otro tipo de ascensor y descienden en una habitación enorme, de ventanas con imágenes de montañas y vacas, otras de edificios nocturnos, con luces y carteles iluminando sus calles atestadas de personas como si fuera Seúl después de las cinco de la tarde.

Una ciudad falsa.

—Creímos que lo haría sentir como en casa —comenta Arel y a Taehyung se le remuevan las tripas—. El baño está por allá, venga.

El baño, tan espacioso que podría ser la mitad de una segunda habitación, decorada con oro brillante y paredes blancas, impolutas y con un olor dulzón, empuja a Taehyung al retrete, inclinándose y evacuando su estómago. Los ojos se le ponen brilloso y siente la bilis raspar su garganta hasta amargarle la boca. Finalmente, se sienta deshecho sobre el suelo, reteniendo las ganas de vomitar de nuevo.

Arel le ayuda a levantarse y lo lleva al lavamanos, donde abre el grifo para que Taehyung se lave la boca.

—Hay un cepillo de dientes, seda dental, dulces de menta y cremas faciales. Oh, y un protector para la luz del día. Es muy importante que lo use si no quiere quemarse. Ahora prepararé la bañera —avisa, alejándose y haciendo correr agua en la bañera blanca de porcelana. Todo le parece tan similar a Taehyung, que siente tristeza y un vago sentimiento de odio por Ariel, por el príncipe, por su masculinidad...—. Dicen que nuestro olor es como mineral y nunca cambia. No solemos bañarnos, no lo necesitamos, pero a veces es satisfactorio después de un día de trabajo. El príncipe toma un baño todos los días, por ejemplo. Tener una fuente de calor diferente de nuestras túnicas es agradable.

—¿Cómo? —susurra, interesado.

—Verá, el sol que tenemos nos proporciona luz, pero no calor. Es muy raro, ¿verdad? —habla, tocando con su mano el agua para asegurarse que está a una buena temperatura—. Nuestras túnicas, o más bien las telas de fabricación, nos permite entrar en calor, ya que nuestro planeta se mantiene frío, sea de día o de noche. Ni hablar de cuando llueve. Cuando eso pasa, todos tenemos la orden de quedarnos adentro de nuestros hogares o donde sea que estemos. El frío es tan intenso que podría cortarnos. ¿Quiere agregar rosas o algún otro tipo de planta? Tenemos algunas propias, ¿quisiera intentarlo?

­—Rosas —asiente al instante, porque teme que le muestren una planta que pueda devorar su piel y entrar en su mente—. Y... gracias por la explicación.

Arel sonríe poquito.

—Tiene miedo y aun así es muy amable. No tiene que obligarse a ser respetuoso conmigo, solamente con el príncipe. Yo soy su ayudante, estoy por debajo de usted, así que no tema por mí. —Hace una pausa, alejándose de la bañera después de echar las rosas dentro, sacadas de unas gavetas tras la puerta—. Nunca podría hacerle daño. Y dudo que el príncipe lo lastime considerando que es usted la persona que proveerá a sus hijos. Esté tranquilo.

Taehyung no dice nada más y baja la cabeza cuando el hombre se acerca a la puerta, quedándose allí de pie mientras le da la espalda.

—¿Podría dejarme solo?

—Oh, sí, por supuesto —suelta sorprendido, apenas volviendo la cabeza—. Lo siento, olvidé que ustedes los humanos consideran esto como su momento privado. Lo esperaré afuera.

La puerta se cierra y Taehyung no tarda en desnudarse y meterse al agua. No obstante, sisea cuando siente el agua quemarle la planta del pie. Parece que aquellos individuos resisten muy bien al calor o tienen poco entrenamiento en esto, considerando que casi no se bañan. Abre la llave de agua fría y espera hasta a que esté templada, luego entra y se sienta, exhalando satisfecho.

Taehyung no ha visto al príncipe, no ha visto su rostro o sus manos siquiera y eso le causa curiosidad. Se pregunta si es igual que los demás, también si es más horrible, con un ojo y garras monstruosas. La mera idea le hace pasar salivar y temblar un poco. Agita la cabeza mientras cierra los ojos con fuerza y se dice a sí mismo que no debe temer.

Todos han dicho que no hay nada que temer... Así que debería de confiar un poco, ¿no?




makibi » KooktaeWhere stories live. Discover now