six ;

122 5 0
                                    

Yo y Paul no habíamos dormido demasiado bien.

Paul no dormía porque yo no lograba quedarme dormida.

— Avery, solo cierra los ojos.— Susurró.—

— Es lo que estoy haciendo.— Suspiré.— ¿Por qué no solo duermes?— Dije obvia.—

Seguro podría dormir después.

— No lo sé.— Admitió.— ¿Por qué no lo haces tú?— Lo miré incrédula.—

— ¿Por qué crees?— Insomnio.—

— Sufres de insomnio, bonita.— Acarició mi cabello.—

— ¿Sí?

— Sí.— Nos miramos.— Si duermo dormirás después.— Me aseguró.—

— Está bien.— Afirmé.—

Deposito un cálido beso en mis labios y cerró lentamente los ojos.

Insomnio.

Esta noche no podía dormir bien.

Por el estupido insomnio.

Dormir poco o dormir de una manera que no es correcta son síntomas del insomnio.

Cerré mis ojos y en mi mente imaginé demasiadas cosas para quedarme dormida.

Y al parecer funcionó.

[ . . . ]

Paul cocinaba un rico desayuno.

Espero y pueda terminarlo.

Mientras Paul hacía lo suyo me duché y me alisté.

No sabía lo que me esperaba hoy en el hospital.

Mientras me duchaba tatareaba una canción que me había imaginado.

Aún no tenía la letra completa, pero tenía una parte.

I love you
'Cause you tell me things I want to know
And It's true
That I really only goes to show
That I know that I, I, I, I
Should never never never be blue

Aún no definía bien la letra, pero dentro de mi mente sonaba bien. Esta idea no se las había contado a los chicos.

Salí del baño con mi ropa puesta para después ir hacía abajo para desayunar.

— Dos deliciosos Hot Cakes vienen saliendo para la hermosa princesa de Liverpool.— La voz de Paul sonaba graciosa y demasiado fingida.— Se que te gustará.— Sirvió dos platos y tomamos asiento.—

— No lo sé, probablemente los míos sean mejores.— Egocéntricamente dije.—

— Sueñas, bonita.— Me miró sonriendo.—

— Ya veremos.— Tome cubiertos y comencé a saborear los Hot Cakes de Paul.—

Paul solo me miraba fijamente esperando alguna reacción o alguna respuesta.

No dije ni una sola palabra.

Pero esta cosa sabía exquisito, lo admito, envidio a Paul por su talento cocinando.

— ¡Di algo!— Dijo desesperado.—

— Tranquilo, McCartney.— Reí.— Tengo que admitir que te envidio, eres buen chef.— Sonrió victoriosamente.—

— Lo sabía.— Besó mi mejilla feliz y comenzamos a disfrutar de su maravilloso platillo.—

Hablábamos de la música, al parecer a Paul le gustaba la música tanto como a mi.

Ma Michelle; Paul McCartneyWhere stories live. Discover now