eight ;

82 3 1
                                    

Desperté con un gran dolor de cabeza.

¿En qué momento los chicos estaban en mi habitación dormidos todos amontonados?

— Mierda.

Me limité a decir.

Me levanté rápidamente lo cual me dió un dolor más grande. Al parecer me faltó pensar o reflexionar antes de levantarme.

Me dirigí hacia mi baño, lavé mi rostro y por supuesto que tomé otro cambio.

Al salir pude notar que habían demasiado restos de cigarros, Dios mío, ¿qué habrá pasado?

No habré fumado, ¿o sí...?

Me ponía los pelos de punta al pensar que había fumado, bueno, aún no lo sé, pero odio fumar. Y aunque los chicos lo hagan no creo que sea apropiado hacerlo yo.

Llegué a mi cocina y comencé a hacer té.

Mientras este se hacía limpie un poco, no se ve demasiado bien.

Al fin, terminé.

Me serví un poco de té en una taza y me senté en mi sofá.

Minutos después sentí que alguien más se había sentado por un lado mío.

— Hola.— Se escuchó la gruesa voz de George.—

— Hola.— Mi voz ronca se escuchó.— ¿Recuerdas qué sucedió el día de ayer?— Se quedó en silencio tratando de recordar.—

— No mucho.— Lo miré con atención.— Recuerdo que todos nos pasamos de copa, John casi tuvo una pelea, por lo cual Paul lo alejó. Pero resultó que Paul también quería pelear con el mismo tipo.— Me sorprendía mi mala memoria al no recordarlo.—

— ¿Quién era?— Pregunté curiosa.—

— No lo sé demasiado bien, sólo se que se apellida Jagger, ¿te suena?— Mick.—

Suspiré, ¿ese chico jamás se cansa?

— Sí. Ayer tuvimos una corta conversación, nada importante.— Tomé un poco de té.— ¿Quieres?— Pregunté.—

— Si no te molesta...— Sonreí indicándole que no me molestaba.— ¿Te sigo contando?— Asentí.—

Me paré y me dirigí a la cocina.

— Dijiste que no te molestaba que durmiéramos aquí. Y nos pediste que durmiéramos contigo.— Lo miré arrepentida.—

— ¿Dije eso?— Asustada me dirigí hacia él con su té.— Dime que es una mentira.— Se lo entregué.—

— Si dijera que es una mentira estaría mintiendo, pequeña Avy.— Sonrió divertido.—

Yo sólo estaba asimilando todo.

— Supongo que no debí decirte esa parte, pero por favor, sonabas demasiado tierna.— Reímos.—

Yo y George habíamos reforzado la amistad desde la noche en la que fuimos a la caverna.

El era un poco tímido pero supongo que agarró confianza y ahora me doy cuenta de que es divertido.

Unos pasos provenientes de arriba se escucharon llamando nuestra atención.

— Tengo hambre.— Se escuchó un John hambriento.—

— ¿Y los demás?— George preguntó.—

— Los tontos siguen dormidos. La fiesta estuvo demasiado buena, deberíamos repetirlo.— Se sentó por un lado de mí.— ¿Cómo dormiste?— Se dirigió a mí.—

Ma Michelle; Paul McCartneyOnde histórias criam vida. Descubra agora