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Día nuevo, exactamente 13 de Junio, lo que significaba que el cumpleaños de Paul se acercaba.

Me contó mientras hacía el desayuno que fue a la tienda musical y intentó intercambiar su trompeta por un bajo, pero el señor negativamente rechazó.

— ¿Y que harás al respecto?— Comencé a acomodar los platos en la mesa junto los cubiertos.—

— No lo sé, empeñarla suena buena idea, pero a mi primo le gustaría tenerla. Es un patán pero la merece.— Solté una risita.—

— Y ¿Tienes algo que hacer hoy?— Lo pensó por unos segundos.—

— No. ¿Tienes algo en mente?— En realidad nunca tengo una sola cosa en mente.—

— Sin duda no la tengo.— Tomó el sartén y de dirigió a la mesa para después dejar el alimento.—

El teléfono sonó interrumpiendo nuestra plática.

No dije nada y me dirigí hacia este.

— ¿Avery?— Dijeron desde la otra línea, ese era John.—

— ¿John? ¿Se te ofrece algo?— Dije lo suficientemente alto para que Paul escuchara.—

Me percaté de que Paul había escuchado y me alejé un poco más.

— ¿Está Paul contigo?— Preguntó.—

— Algo así.

— ¿Puedes idear un plan? Mi cerebro no funciona y sinceramente quiero arreglar las cosas, y al parecer eres la única que tiene un buen cerebro, Ringo y George me hicieron un plan estupido.— Una risa proveniente de mi se adentró.— ¿Me ayudarás?

— Claro que lo haré. Un momento.— Me alejé un poco más.— Escucha, este es el plan, hoy a las 7:30 A. M. estarás en la Caverna, haré planes para ir y los dejaré solos y harás lo que tengas qué hacer.— Ni siquiera se como convenceré a Paul de hacer esto pero será divertido.—

— Perfecto. Te quiero, gracias.— Dijo. Aww, que tierno.—

— También te quiero, hasta luego.— Volví a colgar el teléfono y volví con Paul.—

— ¿Quién era?— Claramente sabía que Paul ya lo sabía por la forma en la que me miró y habló.—

— John.— Hizo un ruido de desprecio.—

— ¿Qué quería?— Se notaba serio y raro.—

— Nada importante.— Solté sin importancia y al parecer me creyó.— Conseguí planes.— Seguí con el plan.— ¿Por qué no vamos a la caverna?— Intenté cambiar de tema.—

— Está bien.— Comentó sin importancia.—

Suspiré.

— Paul ignora eso. Sólo llamó, necesitaba ayuda para...— Sin duda no era buena crear excusas.—

— ¿Para?— Me miró incrédulo y con una ceja alzada esperando a que termine mi frase.—

— Solo para una receta.— Desvíe la vista.—

— Pues se veían demasiado felices, dime, ¿besa mejor que yo?— Esto comienza a ponerse incómodo.—

— ¿Qué?

— Y no me digas celoso porque no lo estoy.— Me quede callada mirándolo.— ¡Te dije que no me digas celoso!— Exclamó alzando la voz.—

— ¡No te lo dije!— Enojada dije.—

Sin duda este Paul no es el que yo conozco.

— ¡Pero lo pensaste!— Tonto.—

— Bien, si tú lo dices.— Lo dejé hablando solo en la cocina para después irme a mi habitación.—

Ma Michelle; Paul McCartneyWhere stories live. Discover now