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— Alto ahí, se supone que estoy molesta contigo.— digo molesta.

— Sí, "se supone".— dijo con una sonrisa mientras se volvía a acercar.

— Sigo molesta contigo, McCartney. Te comportaste como un completo idiota.— Paul rodeó los ojos.

— Amor, ya te pedí disculpas.

— Lo sé, pero yo no merezco todas tus disculpas.

Paul me miró con una mirada diciendo "¿enserio?".

— ¡De ninguna manera me disculparé con el!— exclamó cruzándose de brazos.

— Sí lo harás.

— No podrás convencerme.— dijo seguro de sí mismo.

Lo miré fijamente.

— ¡Bien! Mañana lo haré.— dijo rompiendo el contacto visual conmigo.

— Sabía que no me decepcionarías.— dije sarcásticamente.

[ . . . ]

Era otro día, los rayos de sol golpearon los rostros de los jóvenes haciéndolos despertar lentamente.

— Buenos días...— murmura Paul.

— No tienen nada de buenos.— dijo Avery, estaba de mal humor.

— ¿Ahora con que soñaste?

— ¡Soñé que mi tía no me dejaba mirar más a mi madre!— exclamé enojada.

— ¿Por qué no la llamas?— preguntó.— Tal vez así se te pase el enojo.

— Sabes, no tiene nada que ver pero es una buena idea.— Paul sonrió orgulloso.

— Mientras haces lo que tengas que hacer tomaré una ducha.— asentí y el besó mi cabeza.

Me acerqué al teléfono y puse el teléfono de mi tía.

Ya que lo pienso es algo cruel huir de Liverpool para regresar a París mientras mi madre está grave. Pero no podía hacer nada, ya estaba en París y no quería regresar; por más egoísta que suene.

— ¿Hola?— dice alguien desde la otra línea de mi teléfono.

— Hola, tía. Soy Avery.— digo.

— Ah, Avery. Tú madre se está recuperando, podría entregártela ya.— trago saliva.— ¿Quieres que se vaya a tu casa? Así podrás cuidarla, y convivir con ella.

— Ehhh, no, no.— niego.— He estado ocupada estos días, no creo que pueda hacerme cargo correctamente de ella.

— ¿Qué haz estado haciendo? Solamente haz estado de floja con tu noviecito, ¿no?— rodeó mis ojos.

— No, tía. No tienes por qué meter a él en esto.

— Como sea, mañana en la mañana te la entrego.

— ¡No!

— Podrás cuidarla, además, no necesita tanta ayuda.

— Tía, usted no lo entiende. No puedo.

— Avery, por el amor de Dios. ¡Es como si no estuviera enferma!

— Es que... No estoy en Liverpool, regresé a París.

Mi tía se había quedado sin aliento.

— ¿Tía?

— ¡Como te atreves! ¿¡Por qué te fuiste sin avisar!?

— Tía, no creí que fuera tan malo.

— ¡Tu madre se enterará de esto!

— Como sea.— digo colgando el teléfono.

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⏰ Última actualización: Aug 01, 2023 ⏰

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Ma Michelle; Paul McCartneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora