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La mañana comenzó a aparecer sobre aquella ventana que daba acceso a un balcón, dejando que los rayos de sol iluminaran cierta anatomía que estaba tapada sin cuidado alguno con las sábanas y cobijas de la cama que no había recibido tan cómoda noche desde hace meses.

Los ojos comenzaron a abrirse, destacando unas pestañas albinas y pelirrojas que revoloteaban con dificultad debido a la intensidad del sol, logrando que el cuerpo masculino se girara hacia el otro lado en lo que terminaba de despertar mientras soltaba quejidos por lo bajo y se estiraba levemente.

En medio de su despertar su mente le reveló fragmentos de la noche anterior así como de la madrugada, desde su presentación en los premios hasta los besos que compartió con cierto rubio cenizo, sabiendo la respuesta del porqué su dolor de cabeza al recordar el alcohol.

Se giró con ojos somnolientos esperando encontrar a su amante de hace algunas horas, pero el poco sueño que aún tenía se esfumó rápidamente al ver que a lado de él no había nada, o nadie más bien.

Enderezó su espalda y giró hacia todos lados, levantándose del colchón para buscar algún rastro del ojirubí pero nada. Optó por ir al pasillo, a la sala, al comedor donde igual buscó a su amante de una noche, pero no había nada de él; ni siquiera estaba la ropa que se había quitado frente al sillón, mismo que ya tenía sus cojines acomodados y la ropa del bicolor perfectamente doblada sobre uno de los asientos.

Comenzó a negar mientras se sentía desesperado por encontrar a aquel chico que le había cambiado la vida, de verdad estaba sofocado y no podía entender cómo es que lo había dejado solo después de su pequeño encuentro, ¡ni siquiera se dignó a dejarle una nota! Lo abandonó así sin más, tal y como años atrás en aquel pequeño escenario.

Lo había perdido, otra vez.

Suspiró desanimado y fue hacia su cocina donde se sentó en uno de los asientos giratorios que tenía en la barra mientras se tomaba sus mechones y trataba de pensar en algo, eso hasta que escuchó un seguro ser quitado proveniente del pasillo logrando ponerlo en alerta.

La puerta del pasillo se abrió dejando que el propietario del apartamento se bajara de su asiento y comenzara a acercarse al pasillo con pasos suaves, ¿era Shinso acaso? No sería la primera vez que irrumpiría en su hogar simplemente para desayunar o ducharse o hacerle compañía a su mejor amigo desde la preparatoria sin que se lo pidieran.

Sin embargo, sintió su corazón palpitar con fuerza una vez que una anatomía salió del baño dejando que se viera a alguien de una estatura un poco más pequeña a la suya quien poseía su bata de baño destacando que le llegaba un poco debajo de sus rodillas que hacían un camino de pequeñas gotas de agua que caían hasta sus pies junto con otras que caían al suelo provenientes de cierta cabellera rubia ceniza que se estaba secando tanto sus mechones como parte de su cara en lo que se encaminaba hacia la sala principal sin siquiera fijarse quien lo estaba viendo.

—¿Kats? —preguntó el bicolor.

El mencionado alzó la vista y sonrió levemente, dejando la toalla alrededor de sus hombros antes de acercarse al más alto y hacerle un gesto de saludo con su mano antes de dirigirse a la cocina y tomar de alguno de los estantes una taza de color gris claro mientras que una vista heterocromática la seguía en todo momento.

—Pensé que despertarías más tarde. —buscó el café. —Iba a despertarte con un café pero te me adelantaste, ¿quieres de igual forma?

—Uh... sí, seguro. —se sentó en una de las sillas de la barra nuevamente. —Creí que... uhm... creí que te habías ido.

El rubio cenizo dejó la segunda taza que había sacado con sorpresa sobre la mesa, mirando al suelo mientras que sus manos se aferraban a la orilla del pedazo de mármol sintiéndose tan tonto con él mismo. Por supuesto, Todoroki no quería que estuviera con él, solamente habían tenido sexo, ¿qué idiota había sido cómo para pensar que probablemente eso significaba más?

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