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Las voces sonaban lejanas a sus oídos mientras que sus manos se movían sin prestar verdadera atención, teniendo su vista en un punto no establecido para él mientras que su mente simplemente podía recordar lo que la otra noche le había hecho sentir con tanta amargura y nostalgia sin siquiera percatarse de que su nombre era mencionado a lo lejos a la par que el agua caía sobre sus frías manos.

—Kacchan... Kacchan... —mencionaba un peliverde que veía simplemente la espalda de su roomie. —¡Kacchan!

El mencionado reaccionó cerrando la llave del fregadero rápidamente, volteándose para encarar a su amigo pecoso quien lo veía con molestia mientras tomaba de un jugo que se había servido momentos antes.

—No escuchaste nada de lo que te dije, ¿verdad? —arqueó una ceja.

—Lo siento. —se secó sus manos con una toalla de ahí. —Me disocié.

—Ya me di cuenta de eso. —analizó al contrario. —¿Estás bien? Estás algo... raro. —destacó.

—Estoy bien. —se giró de nuevo y siguió lavando los trastes.

Por supuesto que no estaba bien. Desde que el bicolor lo había dejado en su apartamento el día anterior no había salido de su habitación en ningún momento, simplemente se había quedado en su cama a repasar todo lo que había pasado en cuestión de horas.

Claro que ni él ni Todoroki habían hablado de lo ocurrido, ¿y cómo hacerlo? Bakugo seguía afectado porque básicamente era un icono del internet al menos en esos momentos y claro que no mejoró el hecho de que un montón de gente lo comenzara a seguir en sus respectivas redes sociales apagando su celular de inmediato; así que por lo mismo, el heterocromático quiso respetarlo y no abrumarlo más con cosas que no eran relevantes en ese momento.

Sin embargo ambos anhelaban esa plática; lo de esa noche no fue algo casual y ya, pero nuevamente las circunstancias los hacían cerrarse de lo que realmente sentían y simplemente dejarlo pasar.

Tal y como hace cinco años.

—Kacchan, no me mientas. —suspiró. —¿Es por lo de Todoroki? —el contrario detuvo el lavado de trastes. —No jodas...

—No sé de qué hablas.

—Oh, claro que sabes. —rió irónicamente. —¿Por qué te afecta? No merece que pienses en él. —tomó de su jugo.

—¿Y a ti por qué mierda te molesta tanto? —miró a su amigo.

—¿Cómo que por...? ¡Kacchan! Él te lastimó e hizo como si nada.

—Éramos jóvenes, Deku. —rodó sus ojos.

—¿Y eso le da el derecho de lastimarte? —arqueó una ceja. —Escucha, créeme que no tengo ni un jodido problema con que se hayan besado y hayan cogido y lo que quieras, ¿pero que estés así de mal...?

—No estoy mal.

—¡Claro que lo estás! ¡Es como volver al pasado cuando llegaste llorando a este mismo departamento porque Todoroki fue a la casa de tus padres a restregarte en la cara que estaba saliendo con Tamaki antes de largarse de tu vida por cinco años!

—¡Te recuerdo que yo también tomé la decisión de no verlo durante estos años! —lo señaló con molestia. —No le eches toda la culpa.

—¡Dios Mío, escúchate! ¿¡Por qué lo defiendes!?

—¡Porque yo también tuve la culpa de que lo mío con Todoroki se fuera a la mierda! ¡Y él a diferencia de mí tuvo los huevos de pedirme perdón en la cara cosa que yo nunca hice y que hasta la fecha sigo sin hacer! —sintió sus ojos lagrimear. —Los dos la cagamos, ¡eso ya lo sé! Pero... te juro que si hubieras estado ahí esa noche...

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