Capítulo 3. El encuentro

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Ha pasado una semana desde que empecé a trabajar en la empresa, y debo decir que nada se compara con la vida universitaria. Estar en la universidad fue mucho más sencillo, a los profesores ya no les importa impartir las clases como se debe, si aprendíamos o no, les daba igual. Recuerdo que, cuando las clases terminaban y era momento de ir a casa, caminaba para apreciar la naturaleza, conocer más de Reino Unido, y, sobre todo, porque era mi remedio para calmar cualquier mal.

En mis días libres me gustaba ir a museos y apreciar las obras de arte que poseían, en el receso que nos daban los profesores o en alguna clase no dada, me dirigía a la biblioteca de la universidad y simplemente me quedaba ahí un buen rato, leyendo. Era parte de mi rutina diaria.

Soy amante de la naturaleza, la lectura y el arte.

En los exámenes finales estudiaba el doble junto a Orson e incluso las señoras de la cafetería que estaba al lado de la universidad ya nos conocían.

MUCHACHOS, SIGAN LUCHANDO POR SUS SUEÑOS Y NUNCA DESPEGUEN LOS PIES DEL SUELO, LA HUMILDAD LES ABRIRÁ MUCHAS PUERTAS.

Decían constantemente, no sé si solo era a nosotros, pero, aun así, lo agradecíamos cada vez que las escuchábamos. Y es cierto, la humildad del corazón siempre abrirá muchas puertas.

Pensar mientras estoy sentado con mil y un pendientes se estaba volviendo parte importante de mi vida. Recordar es recrear lo vivido, pero, no debería suceder cuando estoy trabajando.

—Joven Adams, tiene una visita, pero no tiene cita con usted —dijo la señorita Smith.

—¿De quién se trata? —pregunté.

—Marcel King.

—Dile que pase, por favor.

Marcel entro, me levanté del asiento y entonces me dirigí a él, para recibirlo, no pude evitar abrazarlo. ¿Cómo es que alguien a quien le cuesta demostrar sus sentimientos está enfrente de mi con una sonrisa de oreja a oreja?

—Cuanto tiempo sin verte, Jul.

—Marcel, me alegra verte.

—¿Cómo has estado? ¿bien? ¿mal? Cuéntame, ¿Cómo fue tu regreso?

—La verdad es que, tan solo llevo una semana en el país y ya quiero volver a mi vida universitaria. No es fácil aprender tanto en muy poco tiempo.

—¿Tanto así? Supongo que no es fácil liderar toda una empresa. Pero, Jul, no olvides que eres un chico muy inteligente y capaz, solo cree en ti, no por nada tu padre confía en ti.

—Gracias Marcel, siempre sabes que decir. Y bien, ¿Cómo has estado? ¿Volviste a saber algo de esa chica que nos contaste?

—La busque, pero al parecer se fue un año después de mí al extranjero junto a su hermana.

—Si no es indiscreción, ¿puedo saber su nombre?

—La chica que sigue teniendo mi corazón se llama Ayana... Ayana Clark. Y tiene una hermana a la que no conocí físicamente,  Ainara. ¿Sabes? Aun no sé si volveré a verla.

—Sé que, si están destinados a estar juntos, se reencontraran. Así es esto, a veces tienes que dejar ir para dejar llegar. Marcel, no te precipites en tus propios pensamientos.

—Gracias Jul, tus palabras me reconfortan. Por cierto, te iba a comentar que, mi madre se alió con tu padre para realizar una institución caritativa, y mañana, por la noche, se reunieran todos los organizadores, ¿iremos verdad?

—Sí, lo menciono en la mañana, pero, no sabía que se trataba de tu madre. Vaya, el mundo es tan pequeño. Por supuesto, allá nos estaremos viendo.

Al otro lado de la LunaWhere stories live. Discover now