Teorías sospechosas

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Me estoy quedando sin títulos

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Dos días pasaron.

Claudine tenía el resultado del examen de ADN en sus manos.
No sabía cómo sentirse al respecto, amaba a Maya, pero lo que vio la hizo sentir bastante decepción y además el resultado de la prueba le era un indicio de que... no era la indicada.

    — Existe una posibilidad de que tu abuela sea dada de alta —.

    — Ronin dijo lo contrario —.

Maya frunció el ceño al escuchar su nombre— ...como sea —.

    — ¿No te importa, verdad? —.

El momento era tenso.

    — ... —.

    — Ronin es padre de Kai, no te importó saberlo —.

    — ¿Qué esperabas que hiciera? No puedo hacer algo al respecto con eso —.

    — Supongo que no, pero esperaba una reacción diferente sinceramente —.

    — Aún sigo dudando del resultado, pero no te importa lo que yo piense. Encontraste al padre de Kai, creo que es bastante claro lo que pasará —soltó un suspiro—, tendré que irme, te irás con Ronin o lo invitarás a vivir aquí, no lo sé, Kai tendrá a su padre y tú algo estable ¿No? —.

    — ...al igual que tú, con esa chica de mirada tímida —.

    — Algo así —.

Ninguna sabía que más decir.

Cuando la rubia confrontó a Maya, esta le afirmó y contó lo que sucedió, claramente la rubia no lo tomó a bien y tomó decisiones precipitadas.

    — En la tarde recogeré mis cosas. Mientras me vaya antes será mejor y me llevaré los gatos, fue idea mía tenerlos —.

    — Kai quiere uno —.

    — Claro, me quedaré con la mamá gata —afirmó.

Maya salió de la casa rumbo al hospital, los papeleos no era de un día a otro, tomaba tiempo.

Hizo lo que debía, para la tarde, pasó por Kai a la guardería y la llevó a casa.

    — Mamá está cansada —dijo la pequeña.

    — Está pasando por cosas difíciles, así que debes portarte bien ¿De acuerdo? —.

    — Sí —sonrió.

Ambas bajaron del auto, Maya sacó sus llaves y abrió la puerta.

Kai pasó primero, pero se detuvo al instante.
Maya notó con extrañeza aquello, por lo que entró a la casa quedando igual de sorprendida.

Varios de los adornos estaban destrozados, muebles pequeños estaban partidos y regados, manchas en las paredes y mucho desastre por doquier.

    — Espera —Maya tocó el hombro de la pequeña—, o quisieron robar o mamá perdió la cabeza —dijo—,... te dejaré en su habitación, cierra bien la ventana y la cortina —.

Cerró la puerta y con calma fue a la cocina junto a Kai.

El pequeño refrigerador estaba roto en el piso, los platos estaban destrozados por diferentes lugares, los vasos y otros utensilios tuvieron el mismo destino.

Un ruido en el segundo piso llamó su atención, por lo que subió de prisa para saber si la rubia seguía ahí.

Primero dejó a Kai en su habitación, asegurándose de que todo estaba bien y en orden.

La suerte del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora