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El viaje a Qatar se le hizo interminable y era una montaña rusa de emociones, un nerviosismo que se había alojado directamente en su estómago. Martina había estado esperando por tanto tiempo ir hasta el país en donde se iba a celebrar el mundial, que apenas pudo descansar en el avión, sin importar que fueran unas seis horas y media de viaje. Se había llevado un libro, sus auriculares y nada era suficiente para distraerla de la alegría y los nerviosismos de poder asistir a su primer mundial. Por más que su vuelo no había sido tan largo desde Londres hasta Doha, cuando el avión aterrizó, sintió que su culo dolía y sus piernas estaban débiles. Al haber llegado casi a la hora de cenar, fue directo hasta el hotel en el que se iba a alojar y empezó a leer los mensajes que le había mandado Camila mientras ella estaba viajando.
Su amiga le escribió haciéndole saber que iba a llegar al día siguiente, por la mañana. Camila estaba súper ilusionada de poder alentar por Alexis, quien había sido convocado para representar al seleccionado argentino. Las dos se iban a hospedar en el mismo hotel, así que al menos no iba a estar tan sola en el país desconocido y la podía tener cerca. Mientras tanto, tenía que valerse por sí misma y buscar algún lugar donde podía comprarse algo para cenar. Podía pedir algo en el hotel, sin embargo, estaba demasiado hiperactiva como para quedarse en su habitación y perder la oportunidad de conocer Doha. Se puso su camiseta de Argentina y agarró sus pertenencias más importantes. Desde ese momento, iba a estar en modo hincha argentina obsesiva y no iba a hacerse cargo de sus actos.
Caminó fuera de su cuarto y le pidió instrucciones a un hombre árabe; una media hora después, encontró un lindo restaurante y se pidió un plato típico de Qatar. Miró su comida con unos ojos raros, pero al probarlo, se dio cuenta que estaba muy bueno y ella encima estaba muerta de hambre. La comida era un poco cara, no era un precio demasiado elevado para sus gastos londinenses, aunque quizás era caro para una persona que vivía en Argentina. Martina agradecía mucho su trabajo como periodista y la plata que ganaba, porque era la primera vez en su vida que había juntado lo necesario para costearse un vuelo, un hotel y poder comprar las entradas para un partido, sin olvidar mencionar que también le alcanzaba para poder permitirse comer en restaurantes. Nunca le había gustado la idea de ser mantenida, así que todo su esfuerzo laboral la hacía sentir orgullosa de sus logros propios.
Comió en silencio, mirando a las personas de diferentes culturas y estando demasiado feliz de estar ahí. Argentina iba a jugar el primer partido contra Arabia Saudita el veintidós de noviembre, y teniendo en cuenta que ella había llegado con los días justos, pasado mañana iba a poder verlos en la cancha. Aún sonriente, pagó sus cuentas y salió por las calles, viendo hinchas a su alrededor. Unos brasileños se quisieron hacer los chistosos con ella, diciéndole que Pele era mejor que Maradona y ella los mandó a callar, usando sus insultos rioplatenses. Una vez que vio a un grupo de argentinos, ellos no tardaron en sumarla a su grupo y cantar las canciones más conocidas, Martina se sumó al canto de Muchachos y mientras lo hacía, se grabó y subió el video a Instagram.
