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Mientras Jack Grealish hablaba frente a sus ojos, Martina únicamente pensaba en los tiktoks que había visto de él. Su acento inglés llegaba hasta sus oídos y por más que tenía cierta profesionalidad, le era complicado concentrarse en la entrevista que le estaba haciendo, cuando su mente estaba en otra parte. Quería saber su rutina de gimnasia y cómo hacía para tener esas piernas y ese culo. El equipo inglés había jugado contra Senegal y obtuvieron su victoria. Al igual que en los otros dos partidos anteriores, había tenido que estar reportando frente a la cámara, pero ahora le permitieron acercarse a los jugadores y poder hacer algunas cortas entrevistas.
Jack se despidió de ella, siendo increíblemente amoroso y continúo caminando hacia los demás periodistas, mientras tanto, Mason Mount apareció a unos metros de distancia. El jugador de Chelsea no estaba tan traspirado como los demás, puesto a que solamente había jugado unos quince minutos en cancha.
—¡Mason!— gritó la periodista, como una fanática más. El castaño se le acercó directamente.— ¿Qué nos podes decir del partido? ¿Algún comentario que dar?
A veces quería hacer preguntas más originales, pero lamentablemente tenía que seguir a raja tabla lo que los productores del canal pedían. Además, no era como si pudiera hacer preguntas más interesantes y profundas, cuando tenía menos de un minuto para la respuesta. Era algo muy general.
—Bueno, siempre es bueno ganar un partido y aún más en un mundial. Ganar un 3 a 0 es un gran indicio. Esperemos seguir avanzando y llegar hasta la final. Agradecemos todo el apoyo de Inglaterra y no queremos decepcionar a nuestro público.— Martina le sonrió, tratando de disimular su pequeño crush con el hombre. Era como si media Inglaterra estuviera enamorada de Jack Grealish y Mason Mount.
Ambos escucharon que llamaban al futbolista, así que él la miró disculpándose.— Espero que tengas un hermoso día, Mason. Buena suerte en el próximo partido.
—Tambien espero que tengas un hermoso día, bonita.
Martina tenía en cuenta que los ingleses eran respetuosos por naturaleza y solamente la había llamado bonita porque no sabía su nombre. De igual forma, su día había mejorado muchísimo después de ese encuentro. Nunca había estado más contenta de decidir estudiar periodismo deportivo, hasta que estuvo presente en ese mundial. Como todo el equipo inglés ya se había marchado y pudo entrevistar a tres jugadores, incluyendo a Harry Kane, su trabajo había terminado. La periodista le devolvió al camarógrafo el micrófono, mientras los dos trataban de organizar sus equipos.
Era cuatro de diciembre y últimamente su estadía en Qatar estaba siendo una alegría. Argentina había ganado contra Polonia y Australia, ganando ambos partidos con un buen resultado. Había ido a la cancha en ambas oportunidades, usando la camiseta número trece e ignorando totalmente a Cristian Romero. Y por más que había creído que su ausencia era un placer, de vez en cuando extrañaba las discusiones que tenían. Obviamente nunca lo iba a decir en voz alta.
