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Martina pasó año nuevo en Inglaterra, tras haberse quedado a pasar la navidad con su familia en Argentina. Generalmente solía pasar las fiestas sola, comiendo su comida favorita y de postre comía un kilo de helado, mientras veía las películas navidenas que transmitían por la televisión por cable. Sin embargo, esta vez la pasaba con Cristian y decidieron hacer algo muy sencillo; se juntaron con Cami y con Alexis en el departamento de estos últimos, debido a que los varones tenían que continuar con la temporada futbolística y no podían quedarse en su país el tiempo que realmente querían. La periodista iba a volver a trabajar por un tiempo más, hasta que se pidiera las vacaciones para ir con su mejor amiga a Francia. Ya contaba los días para poder ir con su camiseta de Argentina y con el orgullo que tenía, tras ser campeones del mundo. Esa felicidad no se la sacaba nadie y por más que los franceses la recibieran con mala onda, no le importaba en lo más mínimo.
Total de lo único que sabían los franceses era de perfumes. Que la chupen.
Bueno, Antoine Griezmann era el único que amaba con todo su corazón. El único francés que amaba.
—¿Me pasas un pijama de mi armario? No me quiero levantar.
Ella estaba acostada en su cama, mientras que Cuti empezaba a desvertirse para ir a dormir. La visión era demasiado tentadora, y no ocultaba para nada la forma en la que lo estaba mirando. Era su novio, todo suyo y no tenía por qué fingir que no le atraía todo lo que estaba viendo. Cristian se había quedado en boxers y con nada más puesto, así que podía ver su cuerpo, sus músculos y sus tatuajes.
Estaba segura de que iba a guardar esa imagen en su mente por el resto de su vida.
Ya era primero de enero en Inglaterra y a diferencia de Argentina, no se escuchaban fuegos artificiales hasta la madrugada. Londres era bastante tranquila y las calles estaban bastante desoladas a pesar de que era año nuevo. Martina había tomado un montón de fernet y vino, y por más que no estaba borracha, tenía un cansancio tremendo. Las fiestas siempre la dejaban un poco hecha mierda, además mañana quería despertarse temprano así salía con Camila a una cafetería. La joven influencer la había invitado y Marti no podía negarse a comer cosas dulces. Además extrañaba un poco recorrer las calles inglesas, sentía que hace un montón de tiempo no estaba ahí, aunque su ausencia sólo había sido de un mes.
—¿Qué es esto?
Ella sacó sus ojos de la espalda de Cuti y miró a su novio, dándose cuenta de que no había sido buena decirle que abriera el armario. Bueno, anteriormente, cuando ella solía odiar a Cristian, se había imprimido una foto del cordobés, la había colgado en una pared y le había clavado un montón de alfileres. Generalmente después de hablar con él volvía a casa estresada, cansada y con ganas de matarlo, entonces solía pensar que era lo más sano que podía hacer, sin lastimarlo en realidad. Obviamente nunca le había dicho esto a su propia psicóloga, porque no quería pensar que la tratara como una psicótica.
