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Martina se despertó esa mañana, con todos los recuerdos de la noche pasada en su cabeza. Después de besarse en público a Cristian Romero, le había costado cada gramo de voluntad tener que separarse. Lo más seguro era que Cuti le había hecho un amarre. Quizás le había pedido a Lisandro Martínez que hiciera brujería, para lograr que de una vez por todas, Martina no rechazara a su amigo. Tenía creo pruebas, pero sabía que el tiempo le iba a dar la razón.
Licha tenía pinta de hacer esas cosas, era un brujo dentro de la scaloneta.
La noche pasada, Martina y Cuti terminaron con los labios hinchados y con el pelo despeinado. Las cosas también fueron incómodas cuando tuvieron que verse las caras, tras darse cuenta que Sonny estaba mirando con mucha atención lo que hacían sus amigos. Lo único que le faltaba eran los pochoclos y una gaseosa, y ya estaba viviendo su enemies to lovers en la pantalla grande. No sólo eso, en algún momento, el coreano les había sacado fotos con su celular, unas fotos que se habían convertido en stickers y que las mandó ni bien tuvo la oportunidad.
El diablo trabajaba rápido, pero Sonny trabajaba todavía más rápido.
Con sus ojos todavía entrecerrados, leyó los mensajes que tenía del trabajo. Francia había dejado a Inglaterra fuera del mundial y el programa de televisión que trabajaba lo había sufrido como nunca. Todavía no había tenido muchas noticias de qué iba a hacer laboralmente ahora que el equipo inglés estaba fuera, pero su jefe le preguntó esa mañana si podía cubrir el partido de Croacia y Argentina. Todavía había varios jugadores croatas y argentinos que jugaban en Inglaterra, como Perišić, que jugaba con Cuti en el Tottenham. Por más que el mundial se había terminado para los ingleses, los clubes tenían esperanzas de que alguien llevara la medalla hasta Inglaterra. Martina respondió rápidamente que estaba dispuesta a hacer algunas entrevistas.
Esperaba que esta vez Cuti sí le diera bola y pudiera hacerle una entrevista decente. Total podían hablar en español.
Aún en pijama, se puso el primer par de calzado que encontró y fue corriendo hasta el pasillo del hotel, se cruzó con una mujer de limpieza y le pidió unas disculpas rápidas. Golpeó con sus puños la puerta de su mejor amiga, rezando para que no estuviera ocupada. Abriendo, salió Camila vistiendo en una bata y con una mascarilla verde en la cara. Cami era la persona más madrugadora que conocía y siempre estaba con sus rutinas, seguramente hasta tenía el outfit que iba a usar hoy preparado. Mientras que Martina todavía ni se había lavado los dientes.
