¡𝗛𝗖𝗙! | Los negligentes padres de Quackity deciden mandarlo a una escuela privada de España para que se le quite lo "naco", pero el al principio está en total desacuerdo con la idea.
Debido a su pensamiento de que en esa escuela solo habrán morro...
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"Amarga Verdad"
|Narrador Omnicente|
–Me...me...¿Me hiciste un pastel?–En su estomago se hizo un nudo, y las ganas de vomitar no faltaban.
–¡Si!, el don me dijo que era tu favorito y el de tu madre cuando se quedaban aquí–Coloco aquel postre decorado con fresas sobre la mesa— Ay Luzu, se que no soy el mejor cocinando pero tampoco me hagas esa cara, mira que me esforcé mucho y el don me ayudo.
El castaño parecía ver todo en cámara lenta, como su pareja cortaba dos rodajas del pastel y le daba una de estas, ante sus rubis ojos era demasiado grande, estaba atado a comer eso; no tenía más excusas para safarse y verdaderamente le gustaba ese pastel, tomó la cuchara y con temblores de por medio tomó un pedazo, y lo dirijo lentamente a su boca e ingerio el trozo de pastel, era rico, muy rico y dulce; pero no al punto de empalaga.
–¿Te gusta?–Luzu asintió seguidamente.
Después de eso siguió otro bocado y otro más, hasta que el trozo desapareció.
(...)
Una vez más estaba alli, había cenado "demasiado", y por demasiado me refiero a solo aquel trozo de pastel; pero ante sus ojos rojizos había comido toneladas, y había termido vomitando hasta llorar.
–¿Luzu? ...–Una voz ajena hizo que volteara rápidamente, notando al azbache parado en la puerta viendolo con horror– ¿Qué chingados estas haciendo?
Lo estaba mirando con una mirada tan...rara, como si estuviera presenciando un crimen.
–Y-Yo..N-no es-es l-lo qu-que pa-parece–Escupió las palabras en tartamudeos.
–Oh...ojalá pudieras vomitar hasta quitar cada imperfeccion tuya–Sonrió sinicamente– Porque eso es lo que eres después de todo, un maldito monstruo feo, gordo, caprichoso, mimado, que no sirve para nada más que para herir y acosar a los demás y lo único bueno que tiene es su dinero.
Volvió a vomitar, esta vez no era vomito común, era sangre; y nisquiera le había dado tiempo de vomitar en el retrete lo había echo en el mismo piso, manchado los azulejos de mármol blanco.
–Te lo mereces...¿has pensado en como se sienten todas las personas a las que hiciste sufrir?, no te mereces menos–Murmuro, su tono de voz era igual al que el usaba cuando intimidaba a estudiantes– No te hagas la víctima, eres el único culpable de todo lo que te pasa, no puedo creer que te perdone después de saber lo que hiciste....eres un monstruo.
–¡NO!–Grito de forma inexplicablemente desgarradora, tan fuerte que toda la mención y alrededores pudieron escuchar el grito– No... no soy un monstruo...¡Ya sé!, ¡deja de decirme todo eso, ya lo sé!
