Capitulo dos

2.4K 161 57
                                    

La niña y el plan.








ISABELLA

Llevo rato caminando en la jungla y está más que claro que sin saber a dónde voy.

—¿Mejor? —esa voz arrogante se escucha de nuevo detrás de mí.

Me giro a verlo. No importa cuan arrogante suene, sigue viéndose terriblemente encantador.

—Si, solo necesitaba un momento a solas —trato de mostrarme fuerte como siempre lo hacía cada vez que me encontraban en mi momento débil.

Pan ladea su rostro mientras forma una sonrisa.

—Ellos no son tus amigos, ¿cierto? —se acerca más a mí, lo miro sin responderle—. No leo mentes, leo actitudes y comportamientos —me examina con la mirada de nuevo—. Y ellos no conocen nada de tí.

—No tienen idea —trato de hacerlo menos incómodo para mí, aunque el hecho de analizarme todo el tiempo me pone claramente incómoda.

—Así que tú eres una chica lista —cambia de tema como cambiar de canal en la televisión, lo miro con confusión, ¿me habría espiado o solo...?—. Puede que haya escuchado su conversación antes de aparecer —respiro con alivio, él alza una ceja—. ¿Qué? ¿Creías que espiaba tu vida en el mundo sin magia?

Mis mejillas se calientan al pensar en ello.

—No, yo...

—No te preocupes —mis hombros se relajan—, ni siquiera sabía que existías —le dedico una mirada mordaz y me cruzo de brazos, Pan agranda su sonrisa, ay no de nuevo—. ¿Qué? ¿Deseabas que supiera de tu existencia?

Hasta aquí. Está intentando atacar mis inseguridades que tanto me costaron esconder.

—¡Ya basta con eso! —mi mirada se endurece y aprieto mis puños.

La verdad no reaccionaba porque sabía cómo era este Peter Pan. Pero su actitud cansa.

—¿No te dijeron alguna vez que tus ojos lucen salvajes cuando te molestas? —parece burlarse de lo que siento y de cómo podría reaccionar.

Puedo sentir la rabia encenderse y crecer como el fuego cuando un pequeño fósforo entra en contacto con alcohol.

—Silencio —cierro los ojos y calmo la respiración.

—¿Aprendiendo a controlar ataques de ira? —y aquí va otra vez con preguntas irónicas.

—No me gusta perder el control, llevo años practicando —le hablo sin abrir los ojos temiendo verlo a la cara y explotar.

—Pero debes tener unos quince o dieciséis —lo siento moverse a mi alrededor como cuando un depredador acecha su presa.

—Dieciséis —corrijo ya entrando en calma—. Comencé a corregir mis errores y cubrir los agujeros oscuros de mi personalidad a los once.

—La madurez no llega a esa edad, niñita —abro los ojos concentrándome en toda la paz que puedo acumular, Pan está frente a mí con los brazos cruzados.

—La madurez no tiene una edad específica en la cual llegar —lo miro de pies a cabeza como el lo hacía conmigo, y le sonrio con burla—. Se nota que a ti todavía no te llegó —hago una mueva de lástima, sus ojos parecen disparar cuchillas, es como si él tratara de contenerse. Mi orgullo me juega siempre en contra en estas situaciones—, y debes tener unos mil diecisiete años.

Sus ojos esmeraldas se oscurecen poco a poco. Sus nudillos blancos me hacen notar la fuerza con la que los aprieta.

¿Por qué aún no estoy muerta?

Perdidos [Peter Pan] ✓Where stories live. Discover now