≪𝐎𝐧𝑙𝑦 𝐄𝑣𝐚𝐧 𝐏𝑒𝒕𝒆𝒓𝒔≫. . . ⬇︎

Cooper Day

▴Advertencia: Pequeños roces y groserías.
▵Personaje: Cooper Day.
∆Título: "Hueles bien.."

·˚ ༘₊· ͟͟͞͞꒰➳·˚ ༘₊· ͟͟͞͞꒰➳·˚ ༘₊· ͟͟͞͞꒰➳·˚ ༘₊· ͟͟͞͞꒰➳·˚ ༘₊· ͟͟͞͞꒰

-¿Y bien? ¿Lo hacemos en tu casa, o en la mía?- Preguntó Cooper.

-En la tuya, mi casa es un puto desastre-.

-Bien, pero llévate algunos apuntes, sería mejor que los vayas leyendo con antelación-. Habló nuevamente Cooper.

-¡Ya sé! Tampoco me quedaré tirada en mi cama toda la tarde-. Dijiste de manera bromeante.

Cooper simplemente te hizo una mueca extraña que no pudiste descifrar. Volteándose, dándote la espalda, y retomando su caminata hacia la salida de la institución, en total silencio.

Te quedaste estática en tu posición, antes de ir caminando a gran velocidad tras de él, con tu ceño fruncido.

-¿Y cómo quieres que lea los apuntes, si ni siquiera me los diste? Genio-. Remarcaste la última palabra, subiendo tu voz.

Y cuando terminaste de decirlo, Cooper detuvo sus pasos, quedándose un poco más atrás tuyo, rebuscó en su mochila escolar, los apuntes matemáticos para tí. Ya que la profesora de matemáticas, les entregó a todos y cada uno, trabajos de pareja, buscando información sobre los primeros matemáticos, y distintas propiedades de la materia. Y gracias a que la profesora decidió que los alumnos eligieran a sus compañeros, ahora nos encontramos con ustedes dos, que trabajan unidamente.

-Aquí tienes- Te extendió un gran puñado de hojas con palabras y cálculos matemáticos, llenándola por completo.

La tomaste entre ambas manos, observando muy por encima las demasiadas cosas, mareándote al instante.

-Joder, me voy a morir-. Te quejaste, guardando a regañadientes las tantas páginas en tu mochila.

Cooper dejó salir pequeñas risillas de sus finos labios, tomando luego, nuevamente su camino hacia su casa, saludándote con la mano en el transcurso.

-¡Nos vemos luego, señora drogadicta!- Gritó casi estallando en risas luego. Ama apodarte de esa manera, aunque nunca hayas consumido nada ni remotamente similar.

-¡Ja.. Ja! ¡Mira como me río!- Gritaste devuelta, con obvio sarcasmo. En una cara que parecía de alguien que tenía pocos amigos.

Aquél emo de melena café, sin más, desapareció entre las tantas casas de la zona, perdiéndose de tu vista.

Tú simplemente seguiste con tu camino, dirigiéndote hacia tu casa, caminando con tranquilidad, entre las calmadas calles, casi no transcurridas.

...

-¡Mamá, ya estoy en casa!- Anunciaste tu llegada, aunque era más que probable que nadie te escuchara, ya que tu madre seguiría en su trabajo.

Tiraste tu pesada mochila en uno de los cómodos sillones, te quitaste las molestas zapatillas Converse que tienes, dejándolas a un costado del pequeño sofá. Y emprendiste camino hacia la cocina-comedor que tienes.

Tu primera para del medio día fue en la nevera, en busca de algún alimento, o refrigerio que parara tu hambre. Y para tu magnífica suerte, encontraste la mitad de un chocolate, que sin pensarlo demás, lo agarraste entre tus manos, cerrando luego la nevera.