Capítulo 4: Revelación

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Mike

Abrí la puerta y entré en el cuarto con una bandeja en mis manos con comida y agua. La puse en el piso enfrente de la chica, ella me miró de arriba a abajo mientras le sacaba la mordaza. La miré fijamente con frustración.

— ¿Qué?

— ¿Te puedo preguntar algo?

— Pregúntame y yo veo si la puedo responder o no.

Ella empezó a comer y cuando terminó me miró nuevamente.

— ¿Por qué hacen esto?

— No teníamos opción. — afirmé sin querer responder más.

— Siempre hay una.

— Es que tú no lo entenderías.

Ella negó con la cabeza. — Ni me has dado la oportunidad. Pero tranquilo, no soy rencorosa.

Bufé.

— ¿Por qué caminas como si algo te incomodara en la espalda?

Alcé las cejas.

— Si que eres observadora. — afirmé.

— ¿Eso es bueno o malo?

— Depende. Si se trata de mirarnos como si fueras virgen y nunca hubieras visto un hombre, puede que sea malo.

Ella bajo la cabeza con vergüenza.

— Yo no los veo así.

— No puedo decirte que pasa con mi espalda. — dije cambiando de tema.

— ¿Por qué?

— Eres muy preguntona ¿Por qué no usas la boca para algo mejor?

Ella subió y bajo sus hombros.

— La comida que me dan no es muy buena que digamos así que la puedo usar solo para preguntar. — sonrió.

Embocé una sonrisa burlona al ver que no lo había malpensado.

— Soy un demonio. — revelé esperando a que se riera pero en cambio se quedó callada viéndome.

— Ya... lo sabía. — confesó haciéndome fruncir el ceño.

— ¿Cómo? ¿Estás de coña, no?

— No... Desde niña tengo ese don.

— ¿Puedes identificar a una criatura que no sea humana?

Ella asintió.

— Entonces ya sabías que Connor es vampiro y Jale junto con Viktor son ángeles.

Asintió nuevamente.

— Deberían rendirse. Están comenzando una guerra que no podrán ganar. — afirmó.

— ¿De qué coño hablas ahora?

Ella me miró con frustración.

— Mi padre los encontrará tarde o temprano.

Agarré la bandeja y me dirigí a la puerta para irme al no querer seguir con la conversación. Me saqué la chaqueta liberando mis alas con alivio. Viktor vió mi cara de fastidio y pronunció:

— ¿Qué pasó? ¿Te puso caliente? — embozó una sonrisa pícara refiriéndose a la rubia.

Negué con la cabeza.

—Ella... sabe sobre nosotros. — revelé haciendo que los demás se voltearan hacía mi.

— ¿Le... Contaste?

— No... Ella nos puede identificar. — los tres fruncieron el ceño — Es su don.

— Así que esta chica es más especial de lo que creíamos. — pronunció pensativo Viktor.

— Eso parece. — mormuré.

— Bueno... ¿Quién quiere pizza?

Los tres dirigimos la vista hacía Connor con cara seria.

—Más para mi entonces.

Sebastián Baltasar

Me encontraba en la gran mansión donde se encontraba Mark. Quién salió momento después que le informaran sus escoltas que estaba aquí. Se remangó la camisa ajustada hacía los codos antes de dejarme pasar. Me adentré en la mansión lujosa junto con él.

— Por aquí está el hacker. — lo seguí hacía el comedor donde un hombre con anteojos se encontraba con una computadora.

— ¿Has encontrado algo?

— No. Los sistemas están asegurados y no se puede rastrear la ubicación — afirmó con frustración — La persona que mandó el vídeo se aseguró de no dejar ninguna pista.

Empezó a sonar mi celular y me quedé viendo el número desconocido dudando de contestar.

— ¿Qué pasa? — preguntó Mark viéndome.

— Un número desconocido. — informé.

— Debe de ser el secuestrador, atiende y ponlo en altavoz.

Contesté y enseguida se empezó a escuchar una voz desfigurada.

“Deberá pagar cien mil dólares si quiere volver a ver a su hija viva. Tiene dos semanas, cuando haya pasado el plazo le enviaré la ubicación de dónde lo dejara.”

“¿Y que me confirma de que no me estafaran?” pregunté.

“Su única opción será confiar señor Baltasar” y colgó.

Peligrosa Atracción ©Where stories live. Discover now