Capítulo 12: Entrenamiento

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Carolina

Cuándo me desperté y me dirigí al comedor para desayunar Rixton me miró, con ojos calculadores pero que sorprendentemente no era una mirada intimidante. Me senté en una silla al lado de Jale y la empleada no demoró en traer mi desayuno también. El ambiente se sentía tensó pero no quise tocar el tema ya que supuse que era normal en esta casa.

— Ya que estás convencida que no tienes poderes — hizo una pausa — tendrás entrenamiento, para saber defenderte. Viktor será el encargado de entrenarte.

Dirigí la vista hacía el pelirrojo con quién casi no había interactuado desde que me secuestraron. Era serio y callado, siempre metido en su propio mundo, pero esta vez me devolvió la mirada. No sé si alucine cuando vi un atisbo de sonrisa en su boca, claramente de burla.

— Genial. — dije.

— Empezaremos con tiro con arco por qué es lo más básico. — informó. — ¿Alguna vez lo has practicado?

Negué escuchando con atención mientras desayunaba los panqueques con frutas.

— Antes de tu entrenamiento quiero que escuches algo. — dijo Rixton antes de levantarse.

Lo miré indignada por qué ni siquiera me había dejado terminar mi desayuno. Por la mueca que mostré el sonrió antes de empezar a caminar hacía su oficina, yo lo seguí. Él se encontraba dudoso, me miraba como si lo que fuera a ver o escuchar no me fuera a gustar.

— Esto prueba algo sobre tu padre — señaló con uno de sus dedos al computador — encontramos un audio.

Me tensé ligeramente, no quería descubrir que mi padre no era quien yo creí. Pero esto podría demostrar la posibilidad que fuera inocente de todas las acusaciones hacía él. Con nerviosismo agarré los auriculares que me extendió Rixton, el audio se comenzó a producir.

"¡Por favor señor no le hagas daño!" — pude escuchar un grito de la voz de una niña llorando.

“¡Mi hija no ha hecho nada malo!” — defendió la voz de una mujer mayor mientras sollozaba.

“¡Ella es una hada! Todos las especies deben morir!” escuché la voz de enfadado de mi padre.

Se me cayó una lágrima.

“¡Debe morir! ¡Debe morir!” se escuchaba distintas voces gritando. Supuse que era la gente de la ciudad reunida.

“¡Hermanita!” gritó la voz de la niña de nuevo.

“Tranquila hermana, no te olvidaré" ahora una voz suave supuse que era de la supuesta hada.

Pude escuchar como la apuñalan. Y lo peor de todo es que no sabía si era mi padre el que lo hacía. Ahogué un sollozo.

— Ven aquí.

Rixton me abrazó mientras lloraba, me acarició el cabello como manera de tranquilizarme.

Había descubierto de que era capaz mi padre.

—Nunca pensé que diría esto, pero me avergüenzo de que sea mi padre. — dije mientras me separaba de él y me limpiaba las lágrimas.

Rixton me miró — Perdón que hayas tenido que escuchar esto muñeca, pero tenías que abrir los ojos. — pasó su pulgar por mi mejilla.

Sentía un dolor que nunca había experimentado antes, el de la decepción.

++++

Viktor me esperaba en el patio del gran castillo. Me recomendó Rixon que me pusiera ropa cómoda así que eso hice. Me puse unas mayas que se ajustaban a mi figura y una camiseta holgada, todo el conjunto de color gris. El pelirrojo se encontraba vestido con una camiseta donde sus alas sobresalían, que se ajustaba a su abdomen de color negro y unos vaqueros del mismo color. Un arco y flecha se encontraba en una de sus manos y en su hombro derecho descansaba un carcaj con múltiples flechas.

Me acerqué a él después de recogerme el pelo en una coleta alta.

— ¿Lista, nena? — fruncí los labios ante su apodo.

— Párate ahí — señaló a su lado.

— Pon los pies separados a la altura de los hombros. — ordenó y hice lo que pidió, ganando una mueca de fastidio de su parte. — Tu cuerpo tiene que estar de lado, un pie atrás del otro y por el ancho de tus hombros. — explicó nuevamente.

Se acercó más a mi — Toma.

Me entregó el arco con una flecha. — Intenta atinarle al blanco.

Mantuve la postura con la espalda recta y los hombros hacia atrás. Apunté al blanco y solté la flecha. Le dió al borde, ni cerca del blanco. El pelirrojo se acercó a mí por detrás y apuntó, pero ahora con una de sus manos sujetando mi mano para soltar la flecha y la otra agarrando el arco. Podía sentir su aliento en el oído, su abdomen marcado contra mi espalda. Me tensé poniéndome nerviosa.

— Así. — dijo con toda la tranquilidad del mundo antes de soltar la flecha y que le diera al blanco.

Embozó una sonrisa de suficiencia. — Engreído. Yo lo podía hacer.

— Sigue practicando, te daré instrucciones desde acá. — se sentó en una banca del jardín a observarme.

No sé si estuviera viendo si mi postura se encontraba correcta o solo observando mi culo con mis mayas ajustadas. Opté por la primera opción para no sentirme incómoda.

Peligrosa Atracción ©Where stories live. Discover now