Capítulo 8: Venganza

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Mike

Cuando llegamos frené la camioneta y me bajé de esta junto con los chicos. Para después bajar a la rubia quien intentaba zafarse de la cuerda que sostenía sus muñecas. Habíamos llegado al infierno, así lo solía llamarlo ya que no había mucha diferencia. Habíamos llegado a la mansión de unos de los líderes de la mafia italiana, y desgraciadamente mi padre.

En cuanto los guardias me vieron le informaron a su patrón, permitiéndonos la entrada automáticamente. Mi padre un hombre robusto, alto y con el cabello castaño igual que el mío sólo que más claro. Junto con una mandíbula definida y anillos en sus gruesos dedos, siempre vestido formal con su traje negro. Se veía como un empresario normal, pero los que nos encontramos aquí sabemos de lo que es capaz.

Cuantas vidas lleva y llevará sobre sus hombros, eso no le importa y lo demuestra con una sonrisa de suficiencia al vernos. Se acercó a la rubia y le sacó la capucha, dejando a la vista esos ojos azules atrapantes que lo miraban entre curiosidad y temor. Le sacó lentamente la mordaza, la chica vió los ojos del hombre y por un segundo pudo ver llamas en ellos.

— Tu... eres un demonio. — reveló, si el demonio se sorprendió no lo demostró.

— Esa confesión saliendo de tus tiernos labios suena muy bien.

La rubia dirigió la vista hacia mi, ya sabía lo que se preguntaba, si él hombre que estaba enfrente suyo y yo éramos familiares o conocidos. Yo asentí haciendo que abriera ligeramente los ojos.

— ¿Eres... el padre de Mike? — preguntó dudosa temiendo la respuesta.

— Si... pero soy un demonio más antiguo, y eso me hace más poderoso que él.

— ¿Qué te hizo mi padre para que me hagas esto a mí?

Él demonio la miró atentamente tensando sus hombros, por un segundo parecía que iba a abrir sus alas y atacarla solo de recordarlo. Se acercó más a ella haciendo que queden a centímetros de distancia.

— Tú padre se metió con los mios, y no iba a salir ileso de esta. Yo le devolví una cucharada de su propia medicina, provocó que matarán a mi hija.

Sentí un vuelco en el estómago y una presión en el pecho solo de recordarlo.

— Pero yo fui muy gentil en decidir no matarte. Solo tenerte aquí por un tiempo, que estés alejada de él lo vuelve loco.

— ¿Esta es tu venganza? — preguntó.

— Parte de ella. — confesó.

La chica quedó unos segundos pensativa como si no pudiera creer lo que el demonio había revelado.

— Lo...siento mucho. — dijo a mi padre antes de girarse hacía mí. — Yo... no lo sabía. — dijo refiriéndose a mí hermana.

— Y eso es sólo el comienzo muñeca, si te contara las demás cosas horribles que hizo tu padre, seguramente quisieras quedarte en mi reino para siempre. — dijo señalando a su gran castillo.

— Pero por ahora no quiero que lo sepas, ahora lo único que deseo es que te quedes aquí, y que no intentes escapar.

Pude observar la mirada de la rubia, su mirada confundida cambió a una calculadora en segundos.

— Si... me quedo...¿me darás respuestas?

— Te las daré tarde o temprano. Si no te enteras por mí, tú misma lo descubrirás.

— Kalber — lo llamó.

— Si, patrón. — respondió uno de los guardias.

— Llévela a su habitación, y encárguese de que no le falte nada.

— Enseguida.

Nosotros íbamos a seguirlos pero la voz autoritaria de mi padre nos frenó.

— Uno va con ella, para los demás les tengo una misión.

Intercambiamos miradas — Jale va con ella, los demás iremos.

El rubio asintió antes de dirigirse hacia la chica y el guardia, siguiendolos.

Yo fijé la vista en los ojos de mi padre por primera vez desde que vinimos, y lo que vi en ella no me gustó para nada.

Estaba tramando algo.

Peligrosa Atracción ©Where stories live. Discover now