CAPITULO 1- PROBLEMAS CON EL PLURAL

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Se suponía que aquel iba ser un día tranquilo, un viernes cualquiera de comienzos de mes. Las luces de Navidad estaban ya encendidas y las partidas de libros habían sido entregadas, listas para las compras compulsivas de aquella época del año. Así que solamente quedaba esperar a que llegaran las vacaciones para poder disfrutar de un merecido descanso.


La oficina estaba tranquila. Entre los empleados reinaba un ambiente festivo, casi somnoliento, que incitaba más a los festejos típicos de los últimos estertores del año que a concentrarse en el trabajo. Todos estaban alegres, menos ella.


Taylor Swift, sin embargo, no había sido capaz de respirar tranquila esa semana. Aunque todavía era temprano, apenas las diez de la mañana, estaba nerviosa, inquieta como si en el aire reinara la pesadez que siempre antecede a una gran tormenta. Llevaba desde primera hora intentando concentrarse en su trabajo, pero después de varios intentos fallidos decidió salir del edificio y darse un respiro.


Comprendió que aquel iba a ser un invierno muy largo tan pronto empujó la puerta de entrada. Hacía tanto frío que Taylor se lo pensó dos veces antes de dar un paso más y posar los pies sobre la nieve que había caído de madrugada. La última borrasca había azotado los alrededores de New York con tanta fuerza que la calle de la editorial amaneció envuelta en la blanca e inquietante homogeneidad de un inmenso manto blanco. Se tapó los ojos con la mano, molesta por la claridad, mientras observaba a los operarios intentando desenterrar las aceras rociándolas de grandes paladas de sal.


Con dedos azulados, ateridos por el frío, Taylor se abotonó su abrigo negro cuando una ráfaga de viento helado le golpeó la cara. Buscó el encendedor en su bolsillo y se llevó un cigarro a sus labios temblorosos. Se trataba de la primera calada del día, pero sabía que su nerviosismo no le dejaría disfrutarla, en realidad no le gustaba hacerlo pero la relajaba.


Trató de no pensar en Karlie Elizabeth Kloss o en cómo se había vuelto una especialista en aniquilar sus nervios, pelea tras pelea. Últimamente eran tantas y tan frecuentes que ni siquiera fumar un cigarrillo conseguía relajarla del todo. Solo por librarse de Karlie se le pasó por la cabeza la idea de fingir un resfriado e irse a casa, y ya estaba barajando los pros y contras cuando escuchó aquella voz amortiguada por una acolchada bufanda.


-¿Otra vez dándole al vicio?


La persona en cuestión apartó la mullida serpiente de lana que llevaba enroscada al cuello y le dedicó una radiante sonrisa.


-Buenos días para ti también, O'pry -contestó Taylor con sarcasmo.


Sean O'pry, nieto de uno de los fundadores de Newman & Carter Ediciones, un muchacho tan prepotente como guapo. Era arrogante y algo más joven que ella, pero poseía el trasero más redondo y la sonrisa más seductora de toda la editorial. O, al menos, eso era lo que decía la estúpida votación de Navidad que los empleados hacían todos los años para elegir a los más guapos de la compañía.


Taylor consideraba esta votación más propia de patio de colegio que de una editorial con una larga y respetable trayectoria, pero participaba solo por la satisfacción que le daba negarle un voto al engreído de O'pry.


Como era de esperar, aquel año también era el favorito para ganar en todas las categorías, con el consecuente aumento de ego por parte del muchacho. Si uno de los efectos colaterales del engreimiento fuera la hinchazón, podrían haber encontrado una súper desarrollada cabeza de Sean O'pry, flotando en el techo de la editorial.

101 Reasons to hate (KAYLOR)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora