CAPITULO 7-EL MONSTRUO VERDE Y LA CHICA DEL VESTIDO DORADO

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Tras el encuentro con Adam Wiles la relación entre las dos mejoró considerablemente.

Todavía discutían de vez en cuando por el mero arte de discutir, ese deporte no olímpico que tan bien se les daba, pero ahora se había interpuesto entre ellas algo no previsto, un sentimiento que nunca habían experimentado antes: la admiración mutua.

Taylor admiraba a Karlie por la calma y madurez con la que afrontaba casi todas las situaciones, incluso hablar con un personaje como Adam Wiles, que claramente le resultaba insoportable.

Y Karlie admiraba profundamente la iniciativa y el atrevimiento de Taylor. Puede que sus métodos no fueran demasiado ortodoxos (ligar con el agente de un autor no le parecía la mejor manera de firmar un contrato), pero tenía que reconocer que eran igual de efectivos que cualquier otro, sino más.

Sea como fueren los cambios que ambas estaban atravesando, lo cierto es que Karlie había empezado a descuidar su relación con Josh. Él la había llamado en varias ocasiones al teléfono de la habitación, pero todavía no había conseguido dar con ella. Su móvil funcionaba a ratos, cuando había cobertura, que era casi nunca, y la conexión a internet resultaba todavía más inestable, aunque a veces les permitiera revisar sus correos electrónicos. Josh llegó a estar tan preocupado que acabó mandándole un e-mail para preguntarle si todavía se encontraba con vida o si, en su defecto, había acabado con la de Taylor y se había escondido en algún lugar recóndito de los fiordos escandinavos.

Karlie consideró su contenido un poco exagerado ("Dime, por favor, que no la has estrangulado y te has fugado. ¡Hablo en serio!_Josh"), pero le contestó todo lo rápido que pudo para que no se preocupara.

Derek también había hecho varios intentos de hablar con ella, todos en vano, pero su amigo había sido mucho más práctico y en su e-mail sólo ponía "¿Todo bien? He intentado contactar contigo, pero es imposible. Me rindo". El novio de Derek, Julio, como siempre, había ido directamente al grano: "Oye, tú, como no contestes pronto voy a tener que darle respiración asistida a Josh. ¡CREE QUE TE HAS MUERTO! Yo sé que estás perfectamente bien, ocupada, pero dinos algo. Te quiere. Jules". Y de su extravagante amiga Amanda era casi mejor no hablar, porque seguía sin comprender el correo electrónico que le envió: "Josh dice que es probable que hayas muerto. Si has muerto, ¿puedo enterrarte junto a mi tía Augusta? Dicen que da suerte enterrar a dos ojiverdes juntas (aunque en el fondo espero que estés bien). Amanda".

La verdad era que había estado demasiado ocupada redactando informes sobre el comportamiento de Domenech, analizando maneras de abordar la cuestión de su nueva obra y haciendo frecuentes visitas a una de las dos tabernas del pueblo, donde ya las conocían y apenas se sorprendían de que invadieran su pequeña república eminentemente masculina. Pasaban tanto tiempo allí que Karlie se había aficionado a la cerveza y su resistencia al alcohol era ahora mucho mayor.

—¿A ti también te envían e-mails? —se atrevió a preguntarle a Taylor mientras cerraba el que le había enviado Julio. La ojiverde dio un trago a su cerveza mientras esperaba una respuesta.

—¿Quiénes?

—Pues no sé, tus amigos, tu familia, ya sabes.

—¿No habíamos dicho que nada de preguntas personales? —contestó Taylor, tachando una de las frases que había escrito en su agenda.

—Oh, vamos, no puedes hablar en serio después de todo lo que hemos pasado juntas.

—Mi pasado —respondió secamente, luchando para que aquel bolígrafo escribiera.

—¿Qué ocurre con tu pasado?

—Que eso es lo que conoces de mí. Las cosas han cambiado mucho desde que dejamos el instituto, Karlie.

101 Reasons to hate (KAYLOR)Where stories live. Discover now