39: La camiseta de Dybala

3.2K 132 11
                                    

Siento mucho frío, pero agradezco el gesto de Pedri de dejarme unos guantes en la segunda parte que mantienen mis manos calientes. Valoro mentalmente cuando termino de hacer la última entrevista, me despido de la gente que nos ve en casa y le doy el micrófono a mi compañero.

—Lía, ven, corre —escucho la llamada de Gavi. Le susurro a Adrià un perdón por no ayudarle a terminar de recoger y corro hasta la entrada de los vestuarios donde está el chico.
—¿Qué pasa?
—Ven —dice de nuevo cogiéndome la mano y tirando de mi hacia dentro. Confundida y sin poner resistencia me dejo guiar. Veo a Pedri en el pasillo, cambiado de ropa y apoyado contra la pared esperando. Cuando nos ve venir, sonríe. —Aquí te la dejo —dice Gavi extendiendo mi mano para que ahora el canario la tome. Coge mi mano y entrelaza nuestros dedos para darme un pequeño tirón para que camine.
—Esto no me está gustando mucho —confieso mirando hacia él que se ríe al escuchar mis palabras. Me arrastra por un pasillo que no recuerdo haber pasado antes. —¿Esto es por lo del baño de antes? —vuelvo a preguntar y vuelvo a escuchar su risa.
—¿Te das cuenta de que cada vez que estás nerviosa no te callas? —pregunta girándose a mirarme con una sonrisa.

No me doy cuenta que estamos detenidos delante de una puerta hasta que él no da dos toques contra esta. Extrañada, y sin imaginarme qué está a punto de suceder, espero pacientemente a ver qué hay detrás de esa puerta. Tarda un par de minutos, pero cuando se abre veo al mismísimo Paulo Dybala saliendo al pasillo junto a nosotros. Abro los ojos muy sorprendida y siento como mi cuerpo tiembla.

—Che, Pedri, pibe. Bien jugado —saluda al canario chocando sus puños y se gira para mirarme con una sonrisa. —¿Vos sos Lía, no? —pregunta y asiento. Se acerca hacia a mi para rodear mi cuerpo con sus brazos dándome un abrazo. —¿Conseguiste el resaltador? —pregunta ahora volviéndose hacia Pedri y este saca un rotulador del bolsillo derecho de su chándal. —Bueno, me dijo que seguramente estarías tan nerviosa que no dirías nada —dice y le dedico una mala mirada al canario que se ríe— y que sos muy fan mía, así que muchas gracias. Te quería dar la camiseta del partido, y de paso firmarla, pero no teníamos ningún resaltador, pero el pibe ya se encargo de conseguir uno —añade quitándose la camiseta quedando su torso desnudo. Si ya me encontraba nerviosa al tener a mi ídolo delante, que además está buenísimo, ahora tenerlo sin camiseta creo que está subiendo mis niveles de dopamina. Extiende la camiseta para que la sujete y con la vista fija en lo que escribe decido hablar un poco.
—Muchísimas gracias por esto de verdad. Te llevo siguiendo desde el 2015 cuando debutaste por primera vez con Argentina y la Juventus. Soy muy fan de la Selección Argentina, es mi segunda selección, después de España, claro. Tengo tus dos camisetas, la de Argentina y la de la Juve con el número 21 —admito dirigiendo mi mirada hacia sus ojos de color azul. Una sonrisa se forma en su rostro mientras me escucha hablar y su mano aprieta mi brazo. Eso me hace relajarme un poco y sentir que le importa lo que le estoy diciendo.
—Entonces espero verte en el mundial de Qatar y regalarte mi otra camiseta.
—Espero poder ir.
—Bueno, les tengo que dejar ya, fue un placer conocerlos. Ya nos volveremos a ver —dice dándome un abrazo y dos besos y despidiéndose del canario con un apretón de manos.

Cuando veo que su cuerpo se pierde tras la puerta, miro la camiseta en mis manos sin aún creerme la situación que acaba de pasar, y pese a los comentarios que recibiré de los jugadores culés, me la pongo. —La suya si que te la pones —escucho la voz del canario y me giro a mirarle con una sonrisa.
—Gracias, gracias, gracias, gracias —digo tirándome a él para rodear su cuello con mis brazos. Noto como sus manos descansan en mi cintura y su risa inunda mi oído izquierdo haciendo que me estremezca.
—De nada, mi niña —susurra, apenas audible terminando de estremecerme, como cada vez que usa ese maldito apodo. —Aunque me puse algo celoso —guasea separándose un poco de mi para poder verme a los ojos.
—No tienes porqué —admito desviando mi mirada hacia sus labios para terminar haciendo contacto con los míos. Tenemos una sesión de besos que dura entre unos ocho o diez minutos hasta que nos separamos.
—Sabía que te haría ilusión conocerle, pero espero que sea tu segundo jugador favorito —advierte volviendo a entrelazar nuestras manos mientras caminamos al vestuario.

Aún sigo nerviosa y temblando, no todos los días puedes conocer a tu jugador favorito. Y yo he tenido el privilegio de poder hacerlo, por la situación en la que me encuentro y porque Pedri había hecho el esfuerzo de hablar con él para conseguir todo esto. Sé que tengo una sonrisa de tonta que no se me va a quitar en lo que queda de día.
—¿Vienes a dormir conmigo? —pregunto y se gira automáticamente.
—Ya sabes cuál es mi respuesta —dice dejando un beso en mi mejilla. —Voy a avisarle a mi hermano que no me espere.

Él se queda en los vestuarios para recoger sus cosas y yo me vuelvo a la zona del cuerpo técnico para subirnos a nuestro autobús.
—Pero bueno, ¿qué haces con una camiseta del equipo contrario? —pregunta Lila nada más que me ve llegar. Me río y me giró para enseñarle qué jugador aparece detrás. —¡Lo conseguiste! —exclama feliz dándome un corto abrazo.
—Bueno, sí, tuve un poco de ayuda —confieso y se queda mirándome con una cara curiosa.

La conversación no continúa porque un guardia de seguridad nos indica que debemos subirnos al autobús que nos llevará de vuelta al aeropuerto. Nos sentamos juntas y el trayecto en autobús dura escasos quince minutos. Una notificación proveniente de Whatsapp ilumina la pantalla de mi teléfono y detengo la vista de los peligrosos conductores italianos hacia mi móvil.

Dicho y hecho, nuestro autobús llega antes y me despido de Lila para ir a la otra zona

Ups! Gambar ini tidak mengikuti Pedoman Konten kami. Untuk melanjutkan publikasi, hapuslah gambar ini atau unggah gambar lain.

Dicho y hecho, nuestro autobús llega antes y me despido de Lila para ir a la otra zona. El de seguridad me permite pasar, porque ya me conoce, y busco el asiento más apartado posible.
—Has vuelto —dice Ansu sentándose a mi lado.
—Así es —digo quitando la atención del iPad para centrarla en él.
—Eh, tío —escucho protestar a Pedri paro al lado de Ansu. —Ese asiento lleva mi nombre.

Sueños compartidos I y II | PedriTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang