37: Una sacudida

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Elijo la ropa más formal pero también casual de mi armario

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Elijo la ropa más formal pero también casual de mi armario. Opto por un top blanco, unos vaqueros azules y una americana beige. Complemento el conjunto con un collar que adorna en mi cuello con una "P" incrustada en pequeños brillos, además de algunos de los anillos habituales que tomó de mi mesilla de noche. Rocío un poco de colonia en mis muñecas y cuello, y doy algunos toques sobre mi figura, dejando que el perfume se disperse en el aire perfumándome desde arriba. Después de contemplarme una última vez en el espejo y exhalar un suspiro, salgo de casa.

Conducir siempre ha sido mi manera de relajarme, por lo que el trayecto hasta la Ciudad Deportiva me ayuda a aliviar algunos de los nervios que tengo acumulados. A la entrada, los aficionados se apartan al ver mi coche sin reconocerlo como propiedad de ningún jugador. Subo la cuesta y estaciono en el mismo lugar en el que estuve la primera vez que vine aquí para la primera entrevista. La situación es similar, solo que en esta ocasión tengo una reunión directamente con el encargado de Prensa, en lugar de la coordinadora de Prensa que maneja las prácticas de los alumnos interesados en venir al Club.

Hola, en què puc ajudar-te? —La voz de una mujer de mediana edad me sorprende al entrar al edificio.

—Hola. Tengo una entrevista programada con Marc para el área de prensa del Club.

—¿Lía? —pregunta, mientras mantiene la mirada en la pantalla y teclea algo.

¡Lía! ¡Tresor! —La inconfundible voz de Carmen me arranca una sonrisa y siento una cálida sensación, como si estuviera en casa. —Com estàs? Fa temps que no sé res de tu. Sempre li pregunto a aquest nen i sempre em diu que estás bé. Com és que mai has vingut a veure'm? —Habla rápido, lo que provoca que algunas palabras se me mezclen al hablar en catalán, pero más o menos entiendo la mayoría de lo que dice. —Oh, perdona, no me he dado cuenta de que te estoy hablando en catalán —murmura, con una expresión de arrepentimiento.

—No te preocupes —digo rápidamente con una sonrisa cálida. —Después de dos años aquí ya tengo un poco de conocimiento, entiendo casi todo, pero aún me cuesta hablarlo —explico, alternando mi mirada entre Carmen y la mujer que observa con atención nuestra emotiva conversación en medio del pasillo.

—No te entretengo más que Marc te está esperando en la planta de arriba, en la última oficina. ¿Sabes cuál es?

—Sí. No os preocupéis —respondo, incorporando a la otra mujer a la conversación y regalándole una sonrisa. —Sé ir hasta allí sin problemas.

—Perfecto. Suerte —Vuelve a intervenir la mujer de detrás del mostrador con una sonrisa dibujada en su cara.

Al irme, escucho como comienzan a hablar, supongo que explicándole quién soy y contándole un poco lo que sabe de mi vida. Recorro el pasillo hasta llegar al ascensor que me llevará a la segunda planta. Caminar por estos lugares me produce una enorme nostalgia y recuerdos bonitos. Y una vez para delante de la puerta de color blanquecino, doy dos golpes contra ella, y cuando recibo una respuesta que me permite entrar, giro la manilla.

Sueños compartidos I y II | PedriWhere stories live. Discover now