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Pov. Narrador

Kuma corría en círculos emocionado, mientras Jennie llenaba su plato con comida para perros.

-Cálmate, pequeño. No te estás muriendo de hambre exactamente. De hecho, el veterinario me dice que no te haría daño unirte a Weight Watchers-dejó el cuenco en el suelo y Kuma se abalanzó sobre él, moviendo la cola furiosamente mientras masticaba.

El timbre sonó.

Jennie se sobresaltó ante el sonido, una señal de su tensión.

La cabeza de Kuma se levantó de su cuenco, olfateó el aire y el pelaje de su espalda se puso erguido.

A Jennie se le erizó los cabellos de su nuca.

No estaba segura si eran los nervios después de todo lo que había pasado últimamente o la reacción de Kuma a alguien en la puerta lo que lo causó.

Cualquiera que sea la razón, se sentía claramente inquieta.

Kuma gruñó, mientras seguía a Jennie hasta la puerta principal.

Encendió la luz del porche y miró a través del visor.

Lisa estaba allí, mirando hacia abajo... a la alfombra de bienvenida, como cegada por el repentino estallido de luz.

Sin pensar demasiado abrío la puerta.

-Lisa ¿Qué haces aquí? ¿Pasó algo?

Pero cuando la mujer pelinegra levantó la cabeza y le sonrió, cuando vio su rostro, supo que no era la misma Lisa que había ido a su oficina.

Dio un paso atrás involuntariamente.

Detrás de ella, Kuma gruñó ominosamente.

Tuvo que contener el impulso de dar un portazo, echar el cerrojo y encerrarse en su dormitorio.

-No, no pasa nada-dijo sonriendo y era la sonrisa de Lisa, un ligero hoyuelo formándose en una mejilla, pero al mismo tiempo era diferente.

Esa sonrisa envió un escalofrío por su espalda en lugar de calor alrededor de su corazón.

-Solo pensé, si aún no habías comido, podríamos pedir una pizza-continuó, mirando por encima del hombro-¿Vas a invitarme a entrar?

Kuma ladró bruscamente.

Jennie saltó y jadeó ante el sonido.

Se agachó para recoger al perrito.

Desde la seguridad de sus brazos, Kuma le mostró sus diminutos dientes a Lisa.

Ella entendió el impulso.

-Señorita Manoban-dijo con severidad, acariciando la cabeza del perro, tratando de calmarlo-Usted sabe, cómo me siento acerca de nuestra relación médico‐paciente. Creo que debería irse ahora.

Empezó a cerrar la puerta, pero Lisa la atrapó y la mantuvo abierta.

Su corazón latía con fuerza y por un momento deseó haber traído el arma de Lisa a casa con ella, para amenazar a esta intrusa.

La sonrisa de la mujer pelinegra se desvaneció un poco.

-Jen, no te estoy pidiendo que te acuestes conmigo. Está bien. Si no me quieres en tu casa, vayamos a un restaurante público y sentémonos en la misma mesa, mientras comemos. Sabes que me siento atraída por ti y creo que sientes lo mismo por mí. Somos dos adultas ¿Por qué no deberíamos salir juntas?

"¿Jen? ¿Atraída por ella?"

Sintió un poco de náuseas, porque este monstruo sabía lo que sentía por Lisa.

Doppelgänger/Jenlisa(G!P)Where stories live. Discover now