D‐17

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Pov. Jennie

–Sabes que estás jugando con fuego–dijo Jung‐jae, poniendo su taza de café en el platillo.

Sentado frente a mí, se reclinó en la mesa redonda de madera de mi cocina y le dio un gran mordisco a su bagel.

Con el interés de mantenerlo al tanto de la situación de Lisa, lo invité a desayunar un sábado y le confesé los eventos del día anterior, incluido el beso.

Esa última parte había sido difícil de contar.

Era algo privado que no quería compartir.

Pero, desde el punto de vista profesional, sabía que todo lo que pasaba, todo lo que se decía, era importante.

–Soy consciente de que estoy jugando con fuego–respondí.

–Muchas personas se acusan de ese tipo de cosas, pero tú nunca has sido así. Te conozco desde hace mucho tiempo, Jennie. Esto no es propio de ti. Me doy cuenta de que la cuestión de la ética no se aplica en ti, ya que Lisa ahora es mi paciente. Pero mantuviste principalmente esa barrera, entre tu y tus pacientes desde el inicio.

Hice una pausa en el acto de untar queso crema sobre otro panecillo.

–¿Barrera? ¿Estás diciendo que mantengo a mis pacientes a distancia?

–Absolutamente. Y eso es algo bueno. Tienes una compasión natural, que te hace preocuparte por las personas y querer ayudarlas. Pero también tienes un miedo natural, que te impide perder tu objetividad. Es una buena combinación. Te guías con tu cabeza y no tu corazón, y eso hace que sea más fácil ver lo que la gente necesita y ayudarlos. Hasta ahora ¿Qué está pasando, Jennie?

Continué untando el queso crema a pesar de que ya no tenía hambre y no tenía intención de comer el bagel.

Pero los pocos segundos de tiempo que había ganado así, no me ayudaron a encontrar ninguna respuesta.

–No lo sé, Jung‐jae–admití–No sé lo que está pasando. Estoy tan confundida conmigo misma, como lo estoy con Lisa.

Jung‐jae me miró atentamente.

–Estoy seguro de que no tengo que recordarte, que salvarla no cambiará el pasado. No traerá de vuelta a tu padre.

–No se te escapa mucho ¿Verdad?

Puso su bagel en el plato y pasó un dedo por el borde de su taza de café casi vacía.

La porcelana seguramente estaba fría al tacto y no estaba caliente por la bebida.

–Tienes razón. No me había dado cuenta, hasta hace poco de cuánto me afecta ese incidente.

Jung‐jae se inclinó sobre la mesa y colocó su mano sobre mí.

–Siempre lo hará. Es parte de ti. No va a desaparecer. No te recuperas de un trauma como ese. Aprendes a vivir con eso, pero siempre es parte de ti. Lo sabes.

Miré a través de la ventana al lado de la mesa, más allá de los arbustos, más allá de los árboles, en mi propia mente.

–Quería mucho a mi padre. Era mi mejor amigo. Incluso después de que se enfermó, se las arregló para ocultarme todo la mayor parte. A veces durante unos minutos, puedo olvidar lo que pasó y recordar la relación que teníamos.

Aparté la vista de la ventana y volví a concentrarme en Jung‐jae.

–Sé que no puedes dejar de amar a alguien, solo porque se enferma y no puedes culparlo por lo que hace. Pero, él mató a alguien a quien amaba... a él mismo.

Doppelgänger/Jenlisa(G!P)Where stories live. Discover now