-Omamoris-

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Disclamer: Ni los personajes, ni los lugares, ni parte de la trama de esta historia me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo solo escribo para divertirme y entretener a quien quiera leerme, una navidad más ^^

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Nota de la Autora: Este fic de temática navideña contará con 12 capítulos y participa en la #Dinámica_Navideña organizada por las páginas de Facebook "Inuyasha Fanfics" y "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma". Se trata de la dinámica #12_eventos_decembrinos. Gracias por invitarme a participar una vez más. ¡Espero que os guste!

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Sol Invernal

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Omamoris

Sábado, 31 de diciembre—Domingo, 1 de enero

Hatsumode.

Ranma se llevó la mano al estómago y puso mala cara.

—¿Qué te pasa? —Le preguntó Akane al instante—. ¿Estás bien?

A través del abrigo y las capas de ropa que le cubrían el torso sentía unos temblores que no se debían al frío que hacía esa noche. Habían empezado al bajar del autobús, en la desangelada estación, pero los había ignorado pretendiendo que solo eran un producto de su imaginación. No obstante ahora, mientras subían la cuesta de arena resbaladiza envueltos en la oscuridad, sin grandes edificios ni otra cosa que hiciera de barrera contra las ráfagas del aire helado, estos se habían hecho reales.

—Sí, muy bien.

—¿Estás seguro?

Antes de asentir, un nuevo temblor a la altura del ombligo que trajo consigo el eco de un retorcijón le hizo apretar los labios.

—¿Qué? ¿Qué tienes?

—Nada —Otro temblor, más intenso, ahora en la parte baja de su vientre—. ¡Hace frío, ¿verdad?!

Hacía mucho frío, y empeoraría según avanzara la madrugada.

Faltaba menos de una hora para la medianoche y las temperaturas habían caído en picado. Cuando salieron del dojo tras la caída del sol, Ranma no notó que el ambiente fuera tan desapacible; había sido al bajar del autobús, en ese enorme terreno abierto al pie de la colina, donde los vehículos aparcaban, que recibió la afilada bofetada del viento por primera vez. Pensó que se recuperaría al echar a andar, pero ya llevaban un rato y todavía tenía los pies congelados, además de la nariz tan tirante por fuera de la bufanda que tuvo que empezar a respirar por la boca.

—Igual no deberíamos haber venido —comentó Akane. Caminaba a su lado, tan envuelta en ropa como un adorable paquete regalo, y no había dejado de mirarle de reojo.

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