-La Vela-

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Disclamer: Ni los personajes, ni los lugares, ni parte de la trama de esta historia me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi. Yo solo escribo para divertirme y entretener a quien quiera leerme, una navidad más ^^

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Nota de la Autora: Este fic de temática navideña contará con 12 capítulos y participa en la #Dinámica_Navideña organizada por las páginas de Facebook "Inuyasha Fanfics" y "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma". Se trata de la dinámica #12_eventos_decembrinos. Gracias por invitarme a participar una vez más. ¡Espero que os guste!

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—Sol Invernal—

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La Vela

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Sábado, 7 de enero

07:30 de la mañana

Se despertó sin más él solo.

No se oía nada en la habitación, tampoco fuera de ella. La luz de la mañana empezaba a colorear los bordes de la ventana cuando parpadeó, espabilándose, y se preguntó qué hora era, qué día era. Pero no se movió. Estaba a gusto sin saberlo. Su cuerpo estaba cálido bajo la manta y las sabanas, satisfecho sobre el colchón. Una de sus manos yacía bajo la almohada, la otra, pegada a su pecho, y sus piernas, solo un poco dobladas hacia atrás, como si estuviera a punto de saltar.

Akane dormía a su lado, muy cerca, pero no se estaban tocando. La piel de su nuca le pareció, esa mañana, más blanca que nunca, casi brillante. Tan fina y lisa se colaba por el amplio cuello del pijama. Este era tan holgado que Ranma podía ver cómo se marcaban las primeras vertebras de su columna en esa blancura. Sus hombros iban y venían con cada exhalación silenciosa.

Respiró hondo, sin saber por qué y dejó que su mirada vagara por las paredes y el techo, para que los detalles familiares del cuarto terminaran de despertarle. El vaivén de pensamientos amodorrados comenzó a fluir en su cerebro, cosas como el hambre, el frío, las punzadas en un tobillo que se le había dormido en mala postura empezaron a reclamar su atención y se removió, quedando boca arriba. No quería pensar y no tenía interés por hacer nada salvo estar allí tumbado, acariciando esa calma grisácea.

—Mmm...

Akane hacía un sonido muy curioso con la garganta justo antes de despertarse que era, además, la señal de que debía apartarse de ella de inmediato. Pues justo después de ese ruidito, estiraba brazos y piernas de golpe, con todas sus fuerzas. Las primeras veces Ranma se había llevado un buen sopapo en la cara o una patada en la espinilla, pero ahora podía esquivar esos golpes mañaneros con gran agilidad, casi sin hacer ruido. Suponía que esas eran las cosas que uno aprende gracias a la convivencia con otra persona.

Sol InvernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora