acto 5 que la ira se apodere de ti

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Shirou se encontró exhausto tras el brutal combate. A pesar de las múltiples fracturas y heridas que había sufrido, se sintió agradecido por su capacidad regenerativa que poco a poco estaba sanando su cuerpo maltrecho.

En medio de su recuperación, Shirou reflexionaba sobre las terribles armas mencionadas por los marines especiales. La idea de bombas capaces de eliminar a los magos más poderosos en cuestión de minutos le preocupaba profundamente. Decidió acercarse a Draco en busca de respuestas.

-Draco, tengo una pregunta - llamó a la atención del marino espacial.

-¿Qué sucede ahora? - respondió Draco, con un tono distraído mientras pierde su mirada en el horizonte.

-Quiero saber más sobre estas cosas - dijo Shirou, mostrando una de las granadas que había recuperado.

Draco tomó la granada y exhaló con evidente cansancio.

-No esperaba que estas abominaciones realmente llegaran a utilizarse. Son una especie de granadas destinadas a consumir vivos el espíritu y el alma de una persona. Sin embargo, su diseño presenta un defecto que limita su funcionamiento solo a magos de gran nivel. Por esta razón, se han guardado como último recurso en situaciones de emergencia - explicó Draco con una serenidad aparentemente inalterable, mientras continuaban su marcha.

La explicación de Draco dejó a Shirou boquiabierto. La concepción de tales granadas, capaz de atacar el alma misma de una persona, genera una profunda inquietud en su interior. Aunque trató de esforzarse en ello, la aparición de múltiples portales desvió su atención.

De los portales surgieron hordas de demonios, ondeando banderas rojas y portando estandartes de guerra. Criaturas demoníacas de toda índole avanzan, y entre ellos se alzó un gran demonio de aspecto imponente. Musculoso, con cuernos que sobresalían de su cabeza y alas semejantes a las de un murciélago, portaba en sus manos dos enormes hachas.

Un grito de guerra ensordecedor se alzó en el aire, resonando como un estruendo por todo el campo de batalla. La contienda estaba en marcha y los soldados, así como los orkos, se prepararon para enfrentar la amenaza que tenían ante sí.

Las fuerzas de la alianza se enfrentaron a la marea demoníaca con determinación. Disparos, ataques y lanzallamas se alzaban en un concierto de caos y estruendo. Los Salamandras se descartan firmes, utilizando sus lanzallamas para contener el avance de los demonios. Sin embargo, los marines del Caos emergían de las llamas con fiereza, avanzando sin detenerse.

La ferocidad de la batalla no disminuyó la emoción de los orkos por enfrentarse a un enemigo formidable.

¡A por ellos, chicoz! - rugió Bruz, instando a sus compañeros orkos a la acción.

Los orkos se lanzaron al combate con una determinación inquebrantable, librando un combate brutal y sin restricciones. Armados con sus improvisadas armas, luchaban con una ferocidad que solo los orkos podían mostrar.

En medio de este tumulto, Shirou desataba su piromancia, provocando grandes torrentes de fuego que se entremezclaban con los ataques de los Salamandras. Lisa aparece su escudo psíquico en alto, protegiendo a Shirou y desviando los ataques enemigos.

Yarrick, el intrépido líder humano, demostró una increíble suerte en medio del combate. Sus ataques letales y precisos, acabando con los demonios de manera brutal. Los orkos, inspirados por su valor y brutalidad, luchaban con más fuerza que nunca.

Los orkos compartían sus pensamientos colectivos, reconociendo en Yarrick a un digno rival, alguien que encarnaba el espíritu de lucha orko y que los motivaba a dar lo mejor de sí en la batalla.

LA ESPADA DEL EMPERADOR Where stories live. Discover now