acto 7 duelo entre las alturas

163 28 1
                                    

Con la derrota de Lisa a manos de Caín, la conversación entre Kinessa y Lisa continuó en el hospital.

- Vaya, jefa, no pensé que te patearía el trasero de esa forma - dijo Kinessa, observando a Lisa que todavía se retorcía de dolor.

- Cállate, Kinessa. Me tomó por sorpresa, no sabía que iba a actuar así - se defendió Lisa, tratando de justificar su derrota.

- Bueno, iré a vengarte, no te preocupes. Tal vez logre darle un pequeño tiro de suerte, ¿no crees? - dijo Kinessa, tomando su rifle y mostrando su determinación.

- No estés tan segura, Kinessa. Caín no es cualquier enemigo; después de todo, logró derrotar tanto a Vox como a mí. Solo ten cuidado - advirtió Lisa, apoyándose en el brazo de Kinessa.

- Lo tendré en cuenta, Lisa... Además, no necesito acercarme mucho para eliminarlo - respondió Kinessa antes de alejarse del hospital, dejando a Lisa con sus pensamientos.

Por otro lado, Caín continuaba su recorrido por un imperio desconocido para él. Aún no había logrado saciar su hambre tras la noche anterior, en la que no pudo acceder a ningún bar o restaurante.

Pero ahora, su destino se orientaba hacia una zona residencial de edificios. Aunque Caín consideró que esa elección era algo anticuada, ya que preferiría una ciudad colmena, esa era la opción disponible para pasar la noche.

Después de alquilar una habitación, Caín observó su contenido: una cama, una estufa con utensilios de cocina, un baño y poco más. Sentado en la cama, reflexionó sobre los eventos recientes.

- Maldita sea, ¿cuándo llegarán las naves del imperio? Sé que el servo cráneo está dañado, pero deberían haber recibido la señal o al menos notado mi ausencia - se preocupó Caín en voz alta.

Luego, comenzó a cuestionar su propio valor y papel en el imperio.

- ¿Y si nunca se preocuparon por mí? ¿Si ya me reemplazaron con alguien más competente? ¿Soy solo un cobarde? Si esos malditos xenos no hubieran aparecido, nunca habría tenido que escapar - lamentó, cargado de autocrítica.

En su búsqueda de algo que hacer, encontró una especie de historieta en la habitación. A falta de otra actividad, decidió leerla con atención. Aunque el dibujo era deficiente, contenía todos los eventos que habían ocurrido con Shirou desde que se encontraron con los orkos.

La historieta relataba las aventuras de Shirou, incluyendo su encuentro con Yarrick, Draco, y cómo lucharon contra los demonios en un planeta. Caín notó con sorpresa que Yarrick también estaba involucrado con los herejes, lo cual le desconcertó.

Finalmente, al final de la historieta, una frase describía a Shirou de una manera inesperada.

"El gran kaudillo piel rosa, Shirou Emiya, es un líder fuerte y carismático que nos guía en emocionantes batallas. Casi nunca ha perdido un enfrentamiento y es digno de ser nuestro jefe. Aunque no busca conquistar planetas, nos proporciona lugares para luchar. Él es la espada de Morko y Gorko, el profeta del Armagedón. Lamentablemente, el kaudillo Shirou no tiene deseos de conquistar, pero nos recompensa con lugares para pelear. Es el líder humano."

La visión que los orkos tenían de Shirou era sorprendente para Caín. La frase final llamó su atención, pues destacaba a Shirou como el líder humano, la espada de Morko y Gorko, y un profeta del Armagedón. Caín se preguntaba qué significaba todo eso y cómo encajaba en el panorama actual.

LA ESPADA DEL EMPERADOR Where stories live. Discover now