P. 7. CREER

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Abrahán creyó y también vio cumplida la promesa.

Tu también crees y también verás, ya estás viendo cumplida su promesa, ¿acaso no crees que vivo en ti y tú en mí?

¿Acaso no oyes mis palabras y cuando crees en una cosa se realiza?

¿Cuántas promesas te he hecho realidad este verano desde que elegiste ser libre y guiarte por mi luz?

¿Cuántas veces has visto, comprendido y creído?

Tú sabes que todo es uno, un cielo para todos, una tierra para todos, una despensa para todos, una vida para todos, una muerte para todos, ¿por qué los hombres hacen las diferencias?

Yo no las hago, yo por beneficiar a unos no acuso a otros, yo los amo a todos y a todos los disculpo porque todos son engañados.

Lo que pasa es que algunos quieren seguir engañados siempre, y por más que se lo dicen no quieren ver su realidad, de ahí le viene el dolor, el dolor es una etapa de la vida muy buena, pues hace que el hombre si quiere salga de su engaño y vea su realidad.

A veces ni el dolor les hacer ver la realidad, ni siquiera la propia muerte, ¡son testarudos!

¿Recuerdas mis signos?

A mí también cuando elegí la libertad y fui buscando al desierto la luz de mi Padre, el diablo aprovechó mi debilidad humana y sentí hambre, y vino como el rayo corriendo; "di a esas piedras que se conviertan en pan."

Yo no había escogido la libertad de mi Padre para mi provecho, por eso no me engañó.

Yo había descubierto para el hombre algo más importante que el pan:

Es el hambre de Dios y de la Palabra que sale de su boca, porque lo hace liberarse de todas sus esclavitudes, y ver lo que verdaderamente es importante.

Yo comprendí la realidad, la acepté y no necesité el milagro y vencí al tentador.

Lo mismo que acepté el plan de mi Padre de hacerlo todo humanamente, sin poder ni triunfalismos, sino como un hombre cualquiera.

Yo vencí al mundo, vencí al demonio y vencí a la carne, yo echaba los demonios con el poder de Dios, luego los vencí, pude con ellos porque "elegí ser libre" que ningún poder me dominara.

Y eso fue guiado por la luz de mi Padre, en mi propio cuerpo los vencí aceptando la realidad.

Te dije ayer que le pusieras al mal tiempo buena cara.

Ya te dije que tu libro es para los sencillos, el que no sea sencillo no lo entenderá, se reirán de ti, te dirán de todo, pero ya te lo advertí, "no les tengas miedo" que yo estoy contigo, si no, yo te meteré miedo de ellos, mi palabra es para los sencillos.

Tú has recobrado la inocencia perdida, y por eso tu lenguaje, tu manera de hablar y de expresarte es el de un niño a quien yo enseño, no lo entenderán ni te creerán, lo mismo me pasa a mí, y el discípulo no es más que su maestro.

Si a mí me ha pasado, a ti también te pasará.

Y tu dolor será bien para mi "cuerpo."

Ya te he dicho lo que quiere decir "al mal tiempo buena cara."

Sabes que los hombres suelen protestar por todo, y si hay mal tiempo más protestan, y si hay dolor, más protestan, y al dolor le pasa lo que al mal tiempo.

¿Qué sería de la tierra si no hubiera ese mal tiempo al que los hombres tanto temen y molesta?

Las riadas no llenarían los pantanos, la lluvia no regaría la tierra y esta no daría frutos, las fuentes se secarían y el hombre moriría de sed.

Y ¿el hielo, el frío y la nieve?

El frío congela la nieve que es una gran reserva para los tiempos de sequía y de calor, es la reserva de la naturaleza para que no le falte el agua a su tiempo.

Por eso el dolor, los disgustos, las enfermedades, son los malos tiempos que el hombre tiene que sufrir, son su reserva de vida, por eso al mal tiempo hay que ponerle buena cara y alegrarse, lo mismo que se alegra uno del bueno.

Pues hay un tiempo para todo, tiempo de llorar, tiempo de reír, tiempo de plantar, tiempo de recoger, tiempo de construir, tiempo de destruir, hay un tiempo para todo, y todo es bueno.

Yo le pregunté: ¿por qué esos países que viven en sequía, no tienen agua?

Y me dijo: Esos necesitan máquinas potentes para sacarla, y los que las tienen no las dan a cambio de nada, y ellos nada tienen, solo sed y hambre, y el mundo los ve morir y no hace nada, porque no saca beneficios, en cambio le dan armas para que se terminen de matar, y las armas si le dan veneficio al que se las vende, y también al que tiene el poder en el país del hambre, prefieren armas que alimento.

Sin embargo, cuando van a sacar beneficios, mandan ayuda humanitaria, otros, misiones de paz, y otros ponen todo su potencial de guerra en movimiento:

Aviones, barcos, tanques, bombas, hombres desde las partes más alejadas del mundo, y no les importa el coste, está claro. ¡Van a sacar beneficios!

¡Todos a colaborar!

Unos a matar, otros a curar a los que van a matar, unos a hacer la guerra, otros en son de paz.

¿Quién puede creer a los hombres?

Son un puro engaño, y por eso son aplaudidos, pero para salvar a los pobres ¿quién mueve un dedo?

Solo algunas pocas personas que han elegido la libertad... Y mi luz los guía, sean de la religión que sean, a esos los mueve el amor y serán recompensados, aunque poco pueden hacer.

Pues, ¡ese poco!

¡Ese detalle!

¡Tendrá su premio!

¿Cuántas vidas podían salvar las vacunas que curan muchas enfermedades?

Pero solo a los ricos, los pobres no tienen dinero para pagarlas y se tienen que morir.

¿Acaso la humanidad no es testigo de esos crímenes?

¿Hace alguien algo para denunciarlos?

¿Mis profetas tal vez?

¿Dejar morir a pueblos enteros de hambre de sed y de enfermedades que tienen cura, no es un crimen consentido por todos?

¿Quién elige a los jefes de los pueblos si no sois todos?

¿Qué es más importante, la paz o la guerra?

¿Qué es más importante crear vida o dejar morir?

¿Acaso no es más importante la salud, el hambre y la sed de la humanidad que destruir la tierra con las bombas?

¿Quién apuesta por los pobres?

Yo el Señor soy su defensor.

Los ricos, los poderosos, los que tienen el poder, tendrán que dar cuenta de cómo lo han ejercido.

"Al que mucho se le dio más se le exigirá."

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