P. 8. ALABANZAS

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Mi día comienza como todos los días, al canto del gallo.

Espero rezando hasta que es de día, he observado que a los pájaros les cuesta más madrugar, ya no responden tan pronto como antes a la llamada del campanero, cada día les cuesta más despertar a los demás.

Antes respondían de momento, ahora les cuesta tocar su campana, tardan casi un cuarto de hora largo, y a veces, se cansa y se calla porque no oye respuesta.

Ellos empiezan cuando el lucero se apaga.

Yo me bajé al jardín sin que hubiera empezado la fiesta como antes, y no se por qué, estaban todos despiertos, pues el cielo estaba cubierto de pájaros que volaban a gran altura, pero en silencio, se oía otro cantar, pero todos a una como antes, no.

Yo me senté a esperar al Señor.

Mientras miraba, vi a una araña muy pequeña bajar en ascensor desde una pequeña rama, en un segundo tejió su hilo y descendió rápida, también dos pequeños bichillos saltaron desde la rama, siguieron andando sin hacerse nada, milagros de la naturaleza.

Parece que le doy largas al encuentro con el Señor, y es porque esta mañana empecé diciéndole que no lo había visto ni me había cruzado con sus ángeles, que todo lo que había oído eran conversaciones vacías de cosas sin sentido, y a personas dándose brillo e importancia así mismas.

El Señor hablándome con cariño, parecía reprocharme o corregirme mientras me explicaba por qué no lo había visto.

No pudiste verme ni recibirme porque solo mirabas para ti, y eso es egoísmo, no quisiste abrirme la puerta de tu casa para que no armara el desorden en ella, me atendiste si, pero a distancia, preferías estar tranquila que oír el bullicio y el desorden que arma el amor. Se que te gusta el orden, tenerlo todo ordenado, y donde todo está ordenado sin poder tocar a nada no hay amor.

Me lo repitió muchas veces, se ve que soy dura de convencer. Me dijo:

¿Cómo vas a ser amadora, si todavía no sabes amar?

¡No sabes los detalles del amor!

Y seguía dando vueltas sobre lo mismo, yo se que es verdad y que me cuesta el bullicio, el me decía que eso es el amor, dar y tener la puerta abierta, que como no la tuve, no lo quise recibir, y por eso no lo vi ni a él ni a sus ángeles, que llevan también su presencia.

Me dijo: Si yo hiciera lo mismo contigo cuando vienes a buscarme no te recibiría nunca, yo siempre tengo la puerta abierta para todos, buenos y malos, porque malos sois todos, ya sabes lo que pasó cuando fueron invitados a la boda del Hijo del Rey, todos fueron invitados sin distinción, porque vosotros juzgáis por apariencias, y estas engañan, nunca sabéis ver la verdad, y por eso siempre estáis equivocados.

Mira a Abrahán, por salvar su vida cayó en una trampa y fue mucho peor para él, lo echaron de allí y tuvo que irse.

Hizo un borrón en su vida, pero siguió adelante, no me encontró en esa etapa del camino.

Mira lo que le pasó a Lot, la apariencia lo engañó y también estuvo a punto de perder la vida.

Lo perdió todo, y mira tú por no ser generosa y abrir tu puerta, no me viste ayer, yo iba a ir a tu casa y tú no quisiste recibirme, antepusiste tu bien al de los demás, y el amor es lo contrario, siempre busca el bien de los demás antes que el tuyo.

¿Por qué te crees que la gente no me ve?

Porque primero son ellos, después ellos y siempre ellos.

ESCOGÍ LA LIBERTADWhere stories live. Discover now