𝓒𝓱𝓪𝓹𝓽𝓮𝓻 𝓔𝓵𝓮𝓿𝓮𝓷

98 21 1
                                    

Había pasado más de un mes de aquel encuentro. Por aquellos tiempos los días habían sido lluviosos y oscuros, pero en cambio aquel viernes ocho de noviembre, estaba todo el cielo despejado y con un sol inmenso. Eso me agradaba, me agradaban los días soleados.

En específico ese viernes soleado, ya que me había pasado el día completo con Yibo. O lo más que nos podíamos permitir.

Nos habíamos juntado en su casa después de clases.
Estábamos almorzando rámenes instantáneos que habíamos preparado diez minutos antes.

—Ah, Zhan, olvidé contarte—levanté la mirada de mi comida— Papá quiere que ya empiece a trabajar.

—¿Y eso es malo? —levanté una ceja.

—No, a ver, no es malo, solo que no tendremos tanto tiempo para vernos como me gustaría—Sonreí.

—Ay Yi, no te preocupes, nos podemos ver los días que no trabajes, antes, después o incluso durante el trabajo—sonreí—Pero ¿ya tienes una idea de qué hacer?

—No, a ver, me gustaría trabajar en una Librería quizás, pero lo veo algo difícil...

—Entiendo...ojalá puedas conseguirlo.

Seguimos con una charla trivial hasta que ambos terminamos Yibo lavo los platos y yo levanté el resto de cosas de la mesa. Fuimos a su habitación.

De nuevo y como de costumbre estábamos sentados uno enfrente del otro, con las piernas cayendo a los lados de la cama.

Desde aquella vez en la que estuvimos en mi casa pensaba en el futuro muy a menudo, en cómo saldría adelante siendo como era, en cómo saldríamos adelante juntos, jamás iba a poder darle a mamá los nietos que ella quería, no iba a poder pasar por una pedida de mano, ni tener un anillo en mis manos.

—¿Crees que las cosas cambien en algún momento? —Pregunté.

—¿A qué te refieres?

—A esto—Nos señalé a nosotros.

—¿Nuestra relación? —Hizo una mueca de confusión y yo suspiré.

—No Yi, Algo como lo nuestro—Él seguía confundido— si en algún momento podríamos, o alguna pareja gay, salir tomados de la mano, besarse en público— Hice una pequeña pausa—Casarse...

Giró su cabeza a un lado y se quedó pensando por uno o dos minutos.

—Espero que si— Me agarro una de las manos y empezó a jugar con ella, sonreí por instinto— A mi si me gustaría que nos casáramos Zhan, sé que es precipitado, llevamos algo así de un mes y medio en esto y somos jóvenes, pero sería lindo verte en un bonito traje y poder compartir anillos junto a ti.

—A mí también me gustaría casarme, más aún si es contigo— Tan solo de pensar en aquella posibilidad mi corazón latía a mil por hora.

Desprevenidamente Yibo empezó a darle besos a mi mano, con la que anteriormente jugaba, repartía besos poco a poco e iba subiendo por mi brazo, hasta llegar a mi cara, más específicamente a mis labios.
Me empujó suavemente y yo caí de espaldas sobre sus almohadones.
Sus besos eran cálidos y combinaban perfectamente con el frío tacto de sus manos sobre la fina tela de mi polo.

Los besos se movieron de mis labios hasta mi cuello, y sus manos se deslizaron por debajo del polo, sentí toda mi piel erizarse.
Hizo un camino de besos hasta llegar a mi oído donde dijo.

Te amo—Fue suave y dulce en un tono más pasional.

Mi respiración me iba abandonando, o al menos la normalidad de ella, estaba respirando entrecortadamente y cada tanto soltaba algunos suspiros.
En un momento se separó de mis labios y me miró buscando aprobación mientras que con sus manos sostenía la orilla de mi prenda superior.
Asentí dándole mi consentimiento. La retiró y sus manos siguieron vagando por mi torso desnudo.

Levanté mis manos hasta terminar en su cintura levantando un poco su remera negra para poder sentir su piel. La levanté hasta el punto de que solo su pecho había quedado cubierto.

No satisfecho con eso, él nuevamente se separó y terminó de quitarse la remera. Dejando un marcado torso a la vista.

Nuestros besos, y toques estaban llenos de pasión y amor, termine por llevar mis manos hasta su cuello, atrayéndolo más a mí y jugando con su cabello.

Nos separamos para poder respirar y sonreímos en sintonía, sus ojos oscuros se veían hermosos con el sol que estaba casi por desaparecer.

Volvimos a juntar nuestros labios de nuevo.

Pero como ya era de costumbre, algo, mejor dicho, alguien, tenía que interrumpir nuestro amor.

Todo pasó muy rápido, la puerta se abrió y el ruido de una mochila caer sonó en todo el lugar. Ambos quedamos estáticos, Yibo dirigió su mirada hasta la puerta.
Ahí estaba ella, quieta como una estatua y los ojos abiertos de par en par, la decepción estaba clara en ellos.

Sentí como el cuerpo de Yibo se alejaba del mío, como la llama se apagaba de un soplido. Me levanté de un salto y agarré mi polo que estaba en el piso.

Al levantar la vista, al verlo, sentí una oleada de emociones llegar a mí, me sentía destruido, estaban tomando una parte de mí.

Creo que la imagen de la señora Wang tomando a Yibo de los hombros sigue hasta hoy en mi mente.
El intentaba zafar de su agarre, más no podía lograrlo. Mi pecho había empezado a doler, las ganas de llorar me invadieron.

—¡Estás descontrolado Yibo! — lo tomó de los hombros obligándolo a verla, de sus orbes oscuras no paraban de caer lágrimas, y las mías recién empezaban a salir—¡Lo sabía!¡Tu padre me dijo que estabas tomando muchas libertades, pero no le hice caso!

El ruido de su palma chocar contra la mejilla de Yibo paralizó mi corazón. Su llanto era desesperante, ya había visto a Yibo llorar antes, las lágrimas caer por sus mejillas. Pero hasta ese día jamás lo había escuchado sollozar. Sus gemidos de tristeza se hundían en mis oídos.

—Mamá—Suplicó mientras lloraba, ahora ella lo había empujado a la pared y él se deslizó hasta el piso — ¡Por favor! —Escucharlo me estaba matando internamente.

—¡No! ¡No Yibo! — Lo miraba seria mientras gritaba— ¡Ya no hay más "Mamá por favor" para ti! — definitivamente ese había sido un detonante para él, su llanto se volvió más agudo y su peso había caído sobre sus brazos que lo sostuvieron antes de terminar recostado en el piso—¡Hoy mismo te voy a conseguir un internado! Tienes que curarte.

—No...—Accidentalmente hablé, casi susurrando, no me creía nada de lo que estaba pasando, Yibo desplomado en el suelo llorando, ella gritando y yo, inútil como siempre, mirando.

—Tu...—me miró, me mataba con la mirada— ¡Vete! Antes de que te pase algo peor.

Él me estaba mirando, estaba rojo de llorar, y sin hablar y solo al mirarlo a los ojos entendí, me suplicaba que me fuera.

Y así hice, termine de ponerme el polo y agarre mi mochila en acciones torpes.
Ella no despegaba su mirada de mí.
Salí al pasillo y corrí por las escaleras hasta llegar a la puerta principal y finalmente, salir.

Parado en frente de esa casa. Creí todavía poder escuchar sus sollozos. Y ahí mi cerebro pudo entender todo lo que había pasado.

Ya me estaba alejando de su casa, las lágrimas no paraban. Estaba en la calle, solo, llorando y con un polo mal puesto puesto dejaba al descubierto la mitad de mi torso.

Pero lo que más me angustiaba era el hecho de saber que no había podido hacer nada, solo mirar, y ahora me habían sacado lo mejor que alguna vez tuve, dejándome solo de nuevo. Haciendo que volviera a doler.

Aquel atardecer había sido uno hermoso para el resto de Pekín. Sin embargo, para mí había sido el peor en mis diecisiete años. Lo sigue siendo.

1957 - ʏɪᴢʜᴀɴМесто, где живут истории. Откройте их для себя