Capitulo 05: Mentiras.

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Aemond.

Lo sucedido anoche no dejaba de revolotear en mi cabeza y en mi boca como un mal sabor,  si hubiese sido otra persona por supuesto wue lo hubiera olvidado. pero la mujer en mis aposentos era Rhaelys, y no había persona que no tolerara mas que ella.

¿Quien se creía para entrar a mi habitación y creer que podía burlarse de mi?.

Aunque admiraba su osadía, no me causaba gracia que se tomará ciertas libertades, la odiaba después de todo y no debería andar besándome con ella y mucho menos tocando su cuerpo.

Estuve a punto de tumbarle puerta ayer mismo para que me brindará una jodida explicación de su estupidez, pero Healaena me abstuvo de hacerlo.

Se tropezó conmigo en el pasillo y se aseguro de que no hiciera nada imprudente antes de irse a sus aposentos. Ella la había visto corriendo por los pasillos como alma que llevaba el diablo, así que no me quedo de otra que contarle lo sucedido, a lo que se rio a carcajadas burlándose en mi cara mientras mi entre pierna ardía a causa de su golpe  e insistió en que me lo merecía, me lo merecía un carajo, me las iba a pagar la pequeña bastarda.

Decirle a Aegon lo que su prometida hizo anoche me hubiera ahorrado dolores de cabeza, pero no gozaría de la satisfacción de tenerla entre mis manos y hacer de su estancia un infierno. Mas de lo que ya lo hacia y ahora tenia motivos mas fuertes.

Sus pasos no tardaron en hacer eco en el pasillo mientras se adentraba a la penumbra del pasillo, permanecí recostado en la pared de piedra mientras la observaba, venia jugando con sus dedos de forma nerviosa aunque su mirada impasible no detonara nada sabia que estaba nerviosa, la había descubierto después de todo.

—No sabia que hacías malos chiste, tío.—dijo levantando la voz mas de lo normal.

Me separe de la pared y le arroje la capa que dejo anoche en mis aposentos, la atrapó enseguida por reflejo llevándosela al pecho, sus dedos se aferraron con fuerza a la fina tela.

No solo era capaz de meterse en mis aposentos sino también fingir que nada hacia pasado después de que ella estaba tan segura como yo de la verdad.

—Y yo no sabia que eras tan estúpida como oara meterte en mis aposentos y creer que no te reconocería.

Sus labios se fruncieron levemente. Verla fundida en esas telas me dejo boquiabierto, se veía provocativa mucho mas de como lucia con los grandes vestidos que usaba de mojigata, pero seguía siendo ella, la bastarda Velaryon, la misma que me había sacado un ojo, sus ojos azules no paraban de recordármelo, ni cuando le seguí el beso, culpo al deseo por hacerlo.

—No se de que hablas.—Mintió.

—Tus insípidos ojos no son difícil de reconocer Rhaelys.—declare, pero el color llamativo de sus ojos era todo menos insípido, aunque la portadora lo fuera.—Ni con el olor a golfa barata, ni el velo en tu rostro pueden ocultar tu mísera presencia ante mi.

Tomo una bocana antes de hablar, tiraba de su labio con fuerza, apunto de romperlo estaba seguro. Camine hacia ella cauteloso e hizo el intento de retroceder pero se abstuvo de hacerlo.

Quería que lo admitiera, que confesara haberse metido a mis aposentos y como se había ofrecido como un regalo pero era muy orgullosa para hacerlo.

—Lo que crees que paso no fue nada, olvídalo.—dijo retándole importancia, incluso su respuesta me causo gracia.

—Me besaste.—Le recordé.—Incluso me golpeaste, ambas cosas no digna de una princesa, y menos de la dulce y amable Rhaelys Velaryon.

—¿Por que no lo olvidas y ya?.—exclamo de mala gana.

Passions and Blood.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora