CAPÍTULO 4

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Era un día común en la escuela, menos por el echo de que ese día Shuichi había faltado a clase porque estaba enfermo.
Kokichi no tenía nada que hacer, así que en el descanso se volvió a encerrar en esa aula vacía en la que siempre pasaba los recreos.

Le sorprendió escuchar la puerta abrirse, y al ver allí a Kaito, no podía mentir al decir que se asustó un poco. Venía solo, y cerró la puerta tras él.

Se acercó con lentitud a Kokichi mientras hablaba.

-Vaya vaya, al parecer hoy no está Shuichi para defenderte, nenaza.

-¿Qué quieres?

-No, nada, sólo intentar darte unos consejos para que seas más hombre.

Kokichi no pudo responder nada, antes de que el más alto se abalanzara sobre él, y empezara a tirar de su pelo con fuerza. El pequeño pelimorado empezó a gritar y a moverse, tratando de soltarse del agarre de Kaito, pero le fue inútil.

Estuvieron forcejeando en el suelo unos segundos, pero el más alto era mucho más fuerte, y consiguió sacar de uno de sus bolsillos una tijera. Era muy simple, apenas cortaba papales, pero eso era de sobra para los motivos de Kaito.

-Lo primero para ser un hombre, ¡Es tener el pelo corto!

Acercó las tijeras al mechón de pelo que estaba sujetando, a lo que Kokichi empezó a gritar. Tuvo la suerte de poder actuar antes de que Kaito le cortara el pelo, pudiendo librar una de sus manos y arañar la mejilla del más alto, haciendo que se aleje de él. La marca de las uñas se tintaban de color rojo en su mejilla.

Una de las docentes del colegio entró a la habitación apresuradamente tras haber escuchado los gritos.
La profesora les miró a ambos; mientras que Kokichi parecía intacto, Kaito tenía un arañazo en su mejilla derecha.

Con rapidez, guió a los dos chicos a la oficina del orientador, tras hacer una pequeña parada en la enfermería para curar la pequeña herida del más alto.

Ambos ya sentados, el profesor estaba pidiendo una explicación de qué había pasado, o mejor dicho, el motivo por el que Kokichi atacó a Kaito.

-Tu nombre es kokichi, ¿verdad?

El más bajo sólo asintió.

-Kokichi, tienes que aprender que pegar a tus compañeros no es nada bueno, y no debe hacerse.

-¿Qué? ¡Pero él-

-¡Kokichi me pegó primero!

Intervino el futuro astronauta de orbes morados.

-¡Eso es mentira!

Kokichi negó, tratando de defender su inocencia, a la vez de intentar no romper en llanto.

-Por favor Kaito, ¿Podrías decirme qué ha pasado?

-Él me dijo que fuera allí porque quería hablar conmigo, y cuando fui, me amenazó con unas tijeras y me arañó!

Kokichi le miró boquiabierto. No podía creer que hubiera mentido tan descaradamente, y que los profesores le creyeran.

-Kokichi, eso no se puede hacer, el respeto es lo primero que enseñamos en esta escuela. Lo siento pero voy a tener que llamar a tus padres.

-¡No! ¡Él miente, él me intentó cortar el pelo con las tijeras!

Pero sin escuchar las quejas del pequeño chico, el profesor ya estaba llamando a la madre del más bajo, pidiendo que viniera a recogerle y explicándole el incidente.

Kokichi bajó la mirada, sabiendo que le esperaba un castigo. Miró a Kaito con enfado, y éste le estaba sonriendo entre risas. Kokichi no podía más, no sólo le iba a dejar con un castigo, si no que también bajaría su reputación en la escuela. Su rabia crecía por dentro, no iba a estar quieto, de todos modos, su castigo ya estaba asegurado.

Se lanzó sobre la silla que tenía al lado, la silla de Kaito, y ambos cayeron al suelo, dejando a Kokichi encima del más alto. Éste de inmediato empezó a tirar con fuerza del pelo de Kaito, mientras le gritaba con rabia.

-¿¡Que tú eres un hombre?! ¡Mírate! ¡Mentiroso, eres tan nenaza como yo! ¡Mentiroso, mentiroso!

Rápidamente los adultos de la sala les separaron, y como era de esperar, kokichi fue severamente castigado.

Su madre le llevó a casa mientras le reñía, y le dijo las condiciones de su castigo. Kokichi ya se lo esperaba, al menos, ya había podido conseguir su venganza.

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Esa noche, Kokichi estaba mirando su reflejo en el espejo, observando sus facciones y pelo largo.

"Lo primero para ser un hombre es tener le pelo corto."

No se lo pensó dos veces, y agarró unas tijeras entre lágrimas para después volver a mirar su reflejo. Empezó a cortar su pelo rizado, dejando mechón tras mechón en el suelo a su alrededor.

Todo su pelo quedó corto de manera uniforme, y siguió quedando curvado hacia arriba. Sus lágrimas cesaron mientras se miraba al espejo. Su pelo no estaba tan mal, aunque el grito de su madre al verle no le trajo una buena sensación.

Su madre sólo retocó las puntas del nuevo peinado de su hijo. Le sorprendió haberle visto así, llorando, después de haber cortado su propio pelo, el mismo que solía gustarle tanto.

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Shuichi fue a la escuela al día siguiente, su enfermedad había pasado y ya se encontraba bien. Saludó a sus amigos, y miró a Kaito con curiosidad al ver las vendas que cubrían su mejilla derecha.

-¿Qué te ha pasado?

-Esa rata morada me arañó, ¿te lo puedes creer? Pero no pasa nada, ¡porque yo, Kaito Momota, le di su merecido!

-Espera, ¿Kokichi te arañó? ¿Por qué?

Shuichi le miró con preocupación, y al mismo tiempo sabía que eso no era posible. Conocía a Kokichi, jamás haría eso sin tener una razón... ¿Cierto?

-No sé, no sé qué se le pasa por la cabeza a esa nenaza.

Toda la clase calló en un silencio profundo mientras miraban la puerta del aula, observando a Kokichi, y a su nuevo pelo corto.
Su corazón iba a mil por hora, y sin apartar la mirada del suelo se sentó en su sitio, sin saber cómo sentirse.

Shuichi le miró fijamente, no sabía qué había pasado, pero sabía que nada bueno. Él quería ser un detective, así que se tomó esto como su primera investigación, y no pensaba fallar.

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1022 palabras

Siento mucho no actualizar, de verdad, pero de la nada estaba llena de exámenes y mis ganas de escribir se habían ido. Trataré de actualizar más ahora que tengo un par de semanas libres antes de los exámenes.

Amor amor! ❤️❤️

No estás solo, y nunca lo estarás. -Saioma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora