Capítulo cinco

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YOONGI

Rápidamente, agarro mi bolsa desde el asiento del pasajero y sigo su estela, mi corazón latiendo con fuerza.

― ¿Tienes frío? ―pregunta, pisoteando sus botas y sacudiendo la nieve de ellas en la alfombra de la puerta delantera. Sigo su ejemplo, haciendo lo mismo, sin querer dejar rastro de nieve en su cabaña.

―Ah, sí. ―Hace mucho frío, pero el viento parece ser más audible aquí, que en la ciudad. El frío se te mete en el cuerpo aquí. Pude sentirlo agitar mi auto aún más que en la ciudad.

Lo sigo dentro de la cabaña antes de quitarme las botas y colocarlas junto a la puerta. Él hace lo mismo, manteniéndose de espaldas a mí mientras lo hace. No puedo evitar mirar sus anchos hombros. Pensé que sería un hombre grande al tener una voz tan profunda, pero es aún más grande de lo que imaginaba. Es de más de uno ochenta, probablemente tiene treinta centímetros por encima de mi uno sesenta de estatura. La mayoría de la gente tiene muchos centímetros sobre mí, pero él tiene más que la mayoría.

Vuelve un poco la cabeza, mirándome por encima de su hombro. Un ojo azul profundo se encuentra con los míos. Cabello suelto de carbón cae sobre su rostro, como si necesitara un ligero corte, y me bloquea la visión de su rostro. Me muero por verlo. Parecía que tenía una cicatriz, corriendo por su frente hasta su mejilla, cuando lo vi por primera vez. Sin embargo, con la tenue luz en la cabaña y su cabello bloqueando mi vista, es difícil de decir.

Me recuerda a uno de los viejos héroes de romance que leí en las viejas novelas baratas de mi madre. Todo el mundo en los libros parecía llevar un aura inquietante rodeándolos. Y siempre fueron bendecidos con cabello oscuro y ojos azules afilados. Nunca fallaba que una y otra vez, los héroes fueran descritos de esa manera. Cada vez que seleccionaba otro de sus libros, casi podía predecir el momento en que iba a decirlo, y ahora me parece estar a meros metros de uno, sacado directamente de las páginas.

Empujo la tonta idea de mi cabeza porque, una vez más, estoy viviendo en mi propia fantasía, haciendo real algo que no lo es. Doy un paso hacia él, incapaz de evitar estirarme para apartar el cabello de su cara. No sé lo que me hace tan audaz pero lo lamento al instante, cuando gira la cabeza dándome su ancha espalda de nuevo, murmurando algo que no entendí.

Es casi como si no quisiera mirarme o algo así. El pensamiento envía un escalofrío por mi espalda que no tiene nada que ver con el clima. De hecho, hace calor aquí, estando aún demasiado abrigada y el fuego ardiendo en la pared del fondo. Supongo que esta es la sala de estar, ya que hay un árbol de Navidad en la esquina, y luces de colores bailando a través de él.

Me muero por saber cómo se ve. Quería que coincidiese con la cara del hombre que ha sido protagonista de mis fantasías los últimos meses. Cuando salí del auto, me dejó sin aliento. Ni siquiera podía verlo totalmente y estaba en trance, sólo por estar cerca de él.

Al tenerlo tan cerca, después de desearlo por tanto tiempo, me encontré que sus palabras eran duras y para nada a como pensé que serían. En ocasiones, podía ser firme conmigo, como cuando lo llamé por su apellido, o cuando me tomó un par de timbres coger el teléfono cuando llamó, pero lo que sucedió afuera fue confuso e inquietante. Era como si me quisiera fuera de aquí. Sólo que, en realidad no quiere que me vaya al mismo tiempo.

―Yo... uh... ―digo, tratando de romper el silencio entre nosotros por segunda vez en el día. Estoy siendo totalmente despedido. Demonios, de cierto modo lo supe cuando inicie el audiolibro y mi voz ni siquiera estaba en él. Por mucho que quiera preguntar, no tengo ganas de empujar al oso, en el que parece haberse convertido.

Sabía que era del tipo silencioso, pero no pensé que mordiera. Ahora no estoy tan seguro. Podría rasgar mi corazón en pedazos con unas cuantas palabras duras. Tal vez por eso paso tanto tiempo con la cabeza en las nubes y la nariz en los libros, soñando en mi propio pequeño mundo. Esta mierda del romance en la vida real es difícil y aterradora.

―Sígueme. Te voy a mostrar dónde puedes poner tus cosas ―dice sin mirarme mientras se dirige hacia un pasillo. Es como si quisiera meterme en una habitación lo más rápidamente posible. Ni siquiera me mira, y un bulto comienza a formarse en mi garganta. Olvídalo. No puedo hacer esto.

―Tal vez sólo debería... ―Me vuelvo para agarrar el pomo de la puerta pero recuerdo que no tengo mis zapatos, por lo tanto, no puedo hacer un escape tan rápido como me gustaría. Antes que pueda girarme para tomar mis zapatos, grandes brazos se disparan a cada lado de mí, aterrizando en la puerta. Su cuerpo caliente presiona el mío.

― No te vayas. ―Sus palabras son suaves en esta ocasión, y hacen cosquillas en mi oreja. No se mueve, y me parece que no puedo formar ninguna palabra, con él pegado a mí de esta manera―. Sólo deja que te enseñe tu habitación. Puedes tomar un baño caliente si quieres.

―Está bien. ―La lucha sale de mi cuerpo ante su voz profunda y sensual. Mi respuesta sale entrecortada, y me toma cada músculo de mi cuerpo evitar apoyarme en él. Quiero frotarme contra él como una gata en celo. Nunca he hecho nada sin sentido en mi vida, pero Jeongguk me hace hacer muchas cosas que nunca he hecho antes. Al igual que conducir tres horas en una tormenta de nieve, fingiendo que todo se trataba sobre salvar mí trabajo, cuando en realidad estoy siendo un acosador de bajo perfil.

Tal vez sólo pueda decir que estoy resfriado o algo, si me froto contra él. ¡Oh, Dios mío, estoy totalmente tratando de meterle mano! Mis mejillas arden de vergüenza por mis propios pensamientos, pero Jeongguk todavía no hace ningún movimiento para liberarme. No me puedo mover hasta que descienda sus grandes brazos, que están enjaulándome. Dios, cómo me gustaría estar de frente a él, y mirar fijamente a sus ojos de color azul oscuro. Estaba tan seguro de que serían marrones cuando me lo imaginé, pero mis pensamientos no le hicieron justicia a esos ojos.

―No trates de salir de nuevo. ―La firmeza de su voz es una que conozco demasiado bien. Estoy a punto de decirle que haré lo que quiera, pero sintiéndolo presionar contra mí, destierra cualquier pensamiento que tenga de salir de esta cabaña―. Está oscuro, la nieve está cayendo espesamente, y los coyotes estarán afuera.

Con esa advertencia, el calor de su cuerpo deja el mío y lo echo en falta al instante. Por desgracia, creo que podría haber permanecido así toda la noche y estado completamente satisfecho. Me vuelvo, siguiéndolo por el largo pasillo. La cabaña es linda. Es difícil distinguir mucho con tan pocas luces encendidas, pero todas las paredes y los suelos son de madera. Es rústica y acogedora y absolutamente perfecta. El lugar parece que fue sacado directamente de algún catálogo. Sería el lugar perfecto para pasar la Navidad.

La idea me recuerda que es la víspera de Navidad. No he oído a nadie más pero me siento mal, no sólo por interrumpir, sino por posiblemente sacar a alguien de un dormitorio.

― ¿Estamos solos? ―Estoy siendo entrometido al querer obtener información, pero me pregunto si un novio o alguien así, va a aparecer.

―Siempre estoy solo. ―Eso me hace feliz, hasta que las palabras realmente se hunden.

Me lleva arriba, y pasamos una puerta antes de detenernos fuera de otra. Gira el pomo y la abre. Se da media vuelta hacia mí, pero la luz está apagada, y todavía no puedo realmente distinguir su rostro. Puedo decir que tiene una fuerte mandíbula y nariz, pero viendo tan poco, sólo me hace querer ver más.

―Descansa un poco. Estoy seguro que fue un largo viaje en auto. ―Con eso, se vuelve y se dirige hacia abajo por las escaleras, su gran cuerpo desaparece en las sombras de la cabaña.

Entro en la habitación que me dijo que tomara y enciendo la lámpara cercana. Ignoro todo excepto la cama mientras tiro mi bolsa en ella y me dejo caer en su suavidad.

Siempre estoy solo.

Las palabras corren por mi mente una y otra vez. No podía entender el tono en que las estaba diciendo. ¿Estaba solo antes que yo viniera aquí, y le gustaba estar solo? ¿Estoy obstaculizando su estilo? ¿O estaba solo y no le gustaba? Me parece que estar solo es agridulce. Es algo que había deseado durante tanto tiempo, ser capaz de perderme en mí mismo, sin mi madre cacareando a mí alrededor. Pero ahora, el silencio es algo solitario. Es curioso, pero ese dolor no empezó a construirse hasta que Jeongguk entró en mi vida. Ahora estoy empezando a pensar que abrió una puerta que nunca voy a ser capaz de cerrar.

cálida navidad ; kookgiWhere stories live. Discover now