Capítulo diez

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JEONGGUK

―No quiero que me dejes nunca, Yoongi. No puedo soportar la idea de no tenerte por siquiera un segundo ahora que te he tenido debajo de mí.

Él sonríe tan grande y brillantemente hacia mí, es como si pudiera sentir las mismas cosas que siempre he sentido por él.

―Esto es una locura ―me dice, inclinándose hasta besarme rápidamente― Siento este tirón entre nosotros, y nunca he sentido nada como esto antes. Es... es...

―Amor ―termino por él.

―Amor―repite, y nos quedamos mirando fijamente a los ojos del otro.

Empujando suavemente a Yoongi, trato de tomarla con ternura esta vez. Menos prisa y menos temor a que desaparezca al instante.

Lo beso con pasión y susurro mis promesas de devoción y deseo. Y cuando nos encontramos en nuestra cima juntos, su nombre en mis labios y el mío en los suyos, lo acuno en mis brazos y lo sostengo mientras se duerme, realmente feliz, por dentro y por fuera, por primera vez en mi vida.

Lo alcanzo cada hora a lo largo de la noche, haciéndole el amor varias veces hasta que el cansancio nos lleva al sueño. La mayoría de las veces, me despierto todavía en su interior, una ronda de pasión conduce a otra.

Su sexo tiene que estar adolorido, pero sigue aferrado a mí tanto como yo me he estado acurrucando en él. Ninguno de los dos quiere separarse.

Cuando el primer toque de la luz del sol llega a través de las ventanas, beso su hombro y acaricio su cuello:

―Feliz Navidad, Yoongi.

Sonriendo, se voltea en mis brazos para enfrentarme, besando mi cuello y enterrándose más profundo en mí:

―Feliz Navidad, Jeongguk.

―Tengo un regalo para ti.

Yoongi se sienta un poco y me mira. Su cabello es un desastre y todavía está medio dormido, pero se espabila ante la palabra "regalo".

― ¿Me conseguiste un regalo de Navidad? ¿Cómo siquiera supiste que vendría aquí?

―No lo sabía. Lo conseguí para ti y pensé que te lo enviaría, pero me acobardé. Entonces pensé que tal vez lo guardaría para tu cumpleaños. ―Me ruborizo un poco, sintiéndome tonto por la idea, pero Yoongi me sonríe, inclinándose y besando mi mejilla.

Me vuelvo para salir de la cama, sin querer dejar su calor pero con ganas de mantener la sonrisa en su cara, y siento un escozor fuerte en mi culo.

―Ouch. ¿Acabas de azotarme?

Dando la vuelta, lo veo sentado en la cama con las sábanas alrededor de su cintura, sus pechos llenos en exhibición. Una mirada traviesa está en su cara, y sólo asiente hacia mí.

―Oh, un giro inesperado es un juego limpio, bebé. ―Me sumerjo de nuevo en la cama, y nos reímos cuando lucho con él por encima y le doy tres azotes en su trasero. Sus chillidos de sorpresa se convierten en gemidos mientras me inclino y beso donde mi mano acaba de formar una débil marca rosada―. ¿Quieres más, o quieres tu regalo?

―Ambos ―dice en la almohada, y muerdo su nalga, dándole lo que está pidiendo.

Subo encima de él mientras permanece boca abajo en la cama. Extendiendo sus piernas un poco, presiono mi polla en su hendidura desde atrás, su entrada más estrecha de lo normal en esta posición, y tengo que trabajar mi camino en su interior.

Él levanta su culo, dándome el acceso a todo de él, y me deslizo fácilmente. Una vez que estoy completamente asentado dentro de su ajustado canal, recuesto la mayor parte de mi peso encima de él y empiezo a empujar. Largos golpes profundos hacen el ángulo delicioso para él, y gime más y más fuerte.

Mi polla todavía está dura como una piedra incluso después de todas nuestras rondas de pasión, y estoy listo para correrme de nuevo en él. No sé si alguna vez tendré suficiente de él.

Trabajo para frotar su punto dulce en el interior, asegurándome que cada golpe le está dando el mayor placer posible, y él pronto está apretándose a mi alrededor. Beso su cuello y mordisqueo su hombro, y su piel sobre sensibilizada responde.

Agarra las sábanas debajo de él y grita su orgasmo mientras toco fondo en su interior. Una vez más lleno su útero sin protección, dejando mi semilla derramarse en su interior. Yoongi está rebosando con ella en este punto, y no hay duda en mi mente que he puesto a mi bebé en su interior.

Una vez que sus contracciones finalmente se han detenido, me empujo de su cuerpo y lo volteo. Beso cada pezón antes de pasar por su vientre y besar su clítoris. Una vez que he besado suavemente sus lugares dulces, me levanto y voy a la sala, agarrando su regalo de debajo del árbol.

Regreso para encontrarlo todavía en el mismo punto con una sonrisa gigante en su rostro. Me río cuando me siento en la cama junto a él y extiendo la caja pequeña.

Incorporándose, me la quita, sus ojos centelleando con emoción mientras la abre. Después de que quita el papel, abre la larga caja delgada y saca la cadena.

― ¿Qué es? ―pregunta, sosteniendo el collar de oro en su mano.

―Es tu voz, en realidad. ―Cuando me mira de manera inquisidora, señalo las ondas que pasan a lo largo del centro de la cadena―. Escuché tus grabaciones tantas veces, creo que las he memorizado, así que tomé un par de palabras y grabé las ondas sonoras en oro. Las tres secciones pequeñas de las líneas muestran las palabras que me encantaba escuchar de ti.

Él me mira con lágrimas contenidas en sus ojos:

― ¿Qué dice?

―Te amo.

Se lanza en mis brazos, aferrándose a mí. Me aferro a él con la misma ferocidad, queriendo que sepa que lo que digo es verdad.

―También te amo, Jeongguk.

Lo abrazo, besándolo y secando sus lágrimas:

—Te he amado desde el momento en que escuché tu voz. Gracias por venir aquí, y ser mi milagro de Navidad.

cálida navidad ; kookgiحيث تعيش القصص. اكتشف الآن