capítulo 1

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Louis suspira adormilado, removiéndose entre las sábanas. Una sonrisa formándose en sus labios cuando siente los labios de su alfa empezar a repartir suaves besos en su desnuda espalda, mientras una de sus grandes manos acaricia la curva de su cintura.

-Buenos días. -Susurra, con voz ronca.

-Buen día, mi vida. -Responde Edward, dejando que su mano se pierda entre las nalgas del omega, que ya ha empezado a lubricar.

-¿No es mejor si nos saltamos los preliminares? -Pregunta el omega, gimiendo suave cuando dos dedos se deslizan en su interior.

No es que sean necesarios, ya que la noche anterior se acostaron tarde por quedarse haciendo el amor hasta altas horas de la madrugada.

-Sí, tienes razón. -Murmura el alfa, colocándose con cuidado sobre su novio, quien suspira y separa un poco las piernas.

-Oh Eddy. -Gruñe, hundiendo su cara en la almohada, cuando el alfa se adentra en su húmedo agujero de una sola embestida.

Las embestidas bruscas y profundas no se hacen esperar, llenando la cálida habitación de gemidos y jadeos, del sonido de ambos desnudos y sudorosos cuerpos chocando una y otra vez.

Desde que se conocieron la pasión que sentían el uno por el otro solo había ido en aumento, al igual que el amor. Su relación había sido todo un cuento de hadas, o bueno, siempre les decían eso. Se habían conocido hace casi cuatro años, cuando el alfa estaba en su último año de universidad, estudiando la carrera de Negocios internacionales.

Louis era profesor de francés, aún lo es, en realidad. Edward había decidido aprender el idioma, ya que para graduarse le pedían un mínimo de tres idiomas. El francés sería el quinto.

Solo fue necesario un mes para que decidieron conocerse fuera del salón de clases, aunque desde la primera clase el alfa quedara prendado del omega, de esos lindos ojos azules que lo derretían y el dulce tono de su voz. Por su parte, el omega, cuando Edward le pidió permiso para iniciar el cortejo se sintió en las nubes. Edward es un príncipe de ensueño.

El cortejo había durado seis meses, seis meses del alfa desviviéndose por llenar al omega de amor v cuidados, seis meses
maravillosos, antes de iniciar su relación formalmente.

Al año y medio de relación le habían propuesto a Louis un trabajo en Paris, como profesor en un reconocido instituto de idiomas. No se pudo negar.

Y Edward solo tuvo que pasar un mes sin él, antes de decidir mudarse a París junto a su omega.

Un cuento de hadas, ¿no?

-Lou, ya me voy. -Dice el alfa, besando suavemente el hombro de su omega, quien volvió a caer rendido después de la sesión de sexo matutino.

-Sí, ten un buen día, mi cielo. -Susurra el omega, aún adormilado, apenas van a ser las ocho de la mañana. Sonríe, formando un piquito con sus labios, que es besado al instante por Edward, quien sonríe enamorado.

                     
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Louis tararea la melodía del grupo francés, mientras revuelve la salsa de tomate en la cacerola. Este día no tenía trabajo, así que sorprendería a su lindo alfa con el almuerzo. A Edward siempre le gustaba que lo vaya a ver al trabajo.

Cuando la pasta a la boloñesa con carne estuvo lista, la colocó en un contenedor, junto a un pedazo de pie de manzana del día anterior envuelto en papel de cocina, Con el almuerzo para su alfa listo, el omega se dispuso a darse una ducha.

No tardó en estar listo, colocándose un suéter suavecito color gris, que dejaba al descubierto sus clavículas. Lo combinó junto a unos jeans negros, y unas vans blancas. El día tenía el clima perfecto, se sentían los rayos del sol, sin embargo, bajo la sombra podía llegar a hacer frío.

Acomodó las cosas en el asiento del copiloto en su auto y se dirigió hacia la compañía donde su alfa era gerente. Cuando llego a esta saludó a todos amablemente, dirigiéndose hacia la oficina de Edward, encontrándose con Stella, su secretaría, que lo dejó ingresar, no sin antes decirle que cuando salga le contaría un jugoso chisme de la pareja en contabilidad.

Louis y Stella se adoraban.

-Buenas tardes, Sr. Styles. -Louis dice en tono sugerente, entrando a la oficina de su alfa, quien lo recibe con una risita, porque demonios, no está solo. -Oh, lo siento.

-Hola, mi sol. Ven aquí. -Dice Edward, levantándose de su silla y estirando su mano. Louis camina hasta él, sonriéndole avergonzado, por la presencia del otro alfa, quién se ha mantenido dándole la espalda.

Oh. No es cualquier alfa.

-Lou, al fin puedo presentarte a Harry. Mi hermano.

Su hermano gemelo.

El alfa frente a él se levanta, con una sonrisa de hoyuelos, tendiéndole una gran mano de largos dedos llena de anillos.

-Un gusto conocerte, Louis. -Menciona Harry, a lo que Louis sonríe, tomando su mano y dándole un rápido apretón. Harry es idéntico a Edward, a excepción de la larga melena de rizos chocolates, y los tatuajes que se dejan entrever bajo la camisa con tres botones abiertos que trae puesta. Los tres se sientan, con el omega sobre el regazo de su alfa, quien mantiene un brazo en torno a su cintura, protectoramente. -Desde el primer día que Eddy te conoció no ha dejado de hablar de ti, lo traes loco.

Louis suelta una risita, acomodase mejor sobre el regazo de su alfa, antes de dedicarle una mirada.

-Es mutuo. -Responde suave, disfrutando la forma en la que su alfa sonríe de lado, marcando un solo hoyuelo.

-Lo es. -Concuerda, dándole un corto beso en los labios. Todo bajo la mirada del alfa de cabello largo, quién aún no cree su hermano este emparejado.

El enamoradizo de los dos siempre fue Harry. Edward se concentraba en los estudios y el trabajo, sin embargo, ahí estaba, con el omega más hermoso que Harry había visto en su vida.

-Es una locura que después de casi cuatro años recién te esté conociendo. -Menciona Harry, hacia el omega, quien asiente, riendo.

Qué bonita risa.

-Lo sé, tú mamá siempre me cuenta historias de ustedes, los gemelos maravilla.

-Los gemelos maravilla. -Repite Edward riendo. -Es tu culpa, Harry, me tienes muy abandonado...

-¡Eddy, te mudaste a Francia! Te fuiste más lejos. -Dice el menor de los alfas riendo. Menor por dos minutos.

-El amor, hermano, el amor. -Dice, apretando la cintura de su omega, que lo mira encandilado.

-Buena decisión. No creo que hubieras encontrado un mejor omega. -Responde Harry, con sus ojos fijos en el ojiazul, quien lo mira, logrando que sus miradas conecten por un momento.

El omega se queda sin respiración por un segundo, sonrojándose. Esto no pasa desapercibido para Edward, quien sorprendentemente no siente celos, sino, algo más.

¿Pero qué es? No lo puede descifrar.

MÉNAGE Á TROIS  - Larry StylinsonWhere stories live. Discover now