capítulo 4

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Louis deja caer más mezcla de panqueques sobre la sartén, preparando 4 más. Era domingo de panqueques. Había sido una semana rara, después del incidente con Harry, el alfa lo había estado evitando. Bueno, él también, y así estaba bien.

¿Acaso se iban a besar? Qué demonios, Louis.

Su alfa había notado la tensión cuándo estaban juntos, pero no había preguntado nada, y así estaba bien, sí. Louis aún estaba debatiéndose si debía contarle a Edward la rara situación.

- Buen día, mi solecito. - Saluda el alfa, a sus espaldas, envolviendo sus musculosos brazos en torno a su cintura, y besando su sien.

- Buen día, mi cielo, ¿Qué tal dormiste? - Pregunta el omega, sintiéndose cálido y protegido. Cómo siempre que Edward estaba a su alrededor.

- Maravillosamente, ¿y tú?

- Muy bien, amor, cómo siempre desde que duermo en tus brazos. - Dice Louis, soltando una risita, y volteando los panqueques con la espátula, antes de girarse en los brazos de su alfa, quién lo recibe con un beso.

Louis suspira, inclinando un poco su cabeza, para que puedan profundizar más el beso. Empieza a sonar I Hear a Symphony, de Cody Fry, y Edward se aparta de los dulces labios de su omega, mirándolo con una suave sonrisa. Es la canción que bailaron cuándo el alfa le propuso ser novios.

-I used to hear a simple song, that was until you came along. Now in its place is somethin' new, I hear it when I look at you... -Canta Edward, dejando suaves besos en las mejillas sonrojadas del omega, mientras empieza a mover su cuerpo suavemente, con sus brazos en la pequeña cintura de Louis, quién lo mira con adoración, abrazándolo por los hombros.

- Te amo, Edward. - Susurra el omega, volviendo a besar a su alfa, quién sonríe en medio del beso.

- Te amo más, Louis. - Responde, besando su nariz con suavidad, robándole una risita.

Harry muerde el interior de su mejilla, había presenciado toda la escena, ellos ni siquiera lo habían notado, ya que estaban en su burbuja de amor y felicidad. Y Harry de pronto quiso llorar.

Él nunca había buscado a su omega, en realidad. Había estado en muchas relaciones, y en todas había tenido la esperanza de sentir eso de lo que hablan los viejos alfas. Ese amor inexplicable, con la pasión que vá más allá de lo sexual. Nunca lo sintió.

Y ahí estaba su hermano, con un omega que parecía irreal, de lo precioso y dulce que era. Ambos profesándose amor a diario, y llenándose de muestras de afecto y cuidados cada vez que tenían la oportunidad.

- Se queman los panqueques. - Menciona Harry, llamando la atención de la pareja que aún baila suavemente, mientras se besan.

- Ay. - Dice Louis riendo y se aparta de su alfa, quién suspira cómo un adolescente. - Yo me los como, no pasa nada.

- No bebé, dámelos, igual deben estar ricos. - Responde Edward, ayudando a picar fruta.

Harry suspira y se sienta en un taburete en la isla de la cocina, observando a la pareja, con añoración. Nunca pensó que Edward sería el primero en enlazarse.

Bueno, el omega aún no estaba marcado, pero ellos definitivamente son el uno para el otro. Estaba tan feliz por su hermano mayor, Edward no merecía menos, Louis era de ensueño. Sin embargo, no podía evitar sentirse triste, por no poder ser parte de ello.

¿Ser parte? ¿Es que acaso no sólo quería a alguien cómo Louis?

- ¿Estás bien, Hazza? - Pregunta Edward, palmeándole la pierna. Harry sale de sus pensamientos y asiente. - No mientas.

MÉNAGE Á TROIS  - Larry StylinsonWhere stories live. Discover now