#2

2K 257 93
                                    

Algunos podían llamarlo suerte, pero para Fourth era su mayor desgracia. Odiaba vivir cerca de su escuela porque nunca podía llegar tarde sin que sus profesores se lo echaran en cara, ninguna excusa era válida para ellos, no es como si pudiera decir que había demasiado tráfico o que su transporte se había descompuesto. Pero es que tenía esta cosa, pensaba que podía arreglarse en cinco minutos y llegar a tiempo, así que se confiaba y rechazaba todas las alarmas que sonaban, teniendo así como consecuencia, despertar tarde. 

"¡Mamá! ¿Has visto mi mochila?" Su voz se escuchó por toda la casa mientras que ponía sus zapatos, haciéndolo al revés en el primer intento, teniendo que volver a comenzar en ello.

"¡La dejaste en la secadora, hijo!" Rápidamente se dirigió hacia el lugar indicado, yendo aún con las agujetas desatadas. 

Él realmente podía llorar en ese momento, parecía ser su peor día de suerte, y la verdad, para este momento pensaba que era mejor resignarse a que así sería en lo que resta de las horas. Un Fourth ebrio había metido la mochila a la secadora pero había olvidado prenderla, así que con una una gran cara de lamento la sacó de ahí dentro casi chorreando de agua. 

"¡En diez minutos tienes que estar en la escuela!" Apuró su madre. No había tiempo para secarla, así que la tiró dentro de nuevo cerrando la secadora de un portazo y corrió de vuelta a su habitación para tomar sus libros entre sus brazos, teniendo que llevarlos de esa forma. 

Se despidió rápidamente de su mamá y salió de la casa lo más rápido posible. Después de algunos rápidos trotes podía ya mirar la escuela en la siguiente esquina, por lo que sonrió triunfante cuando vió que los portones aún estaban abiertos. Y cuando llegó frente a ellos creyendo que lo había logrado, tropezó con sus propias agujetas y sus libros cayeron al suelo en ese instante, haciendo que soltara una gran maldición. 

"Qué día de mierda, joder." Musitó mientras se ataba los cordones desde abajo, comenzando a recoger sus libros uno por uno cuando hubo terminado. Uno, dos, tres, cuatro, ¿cinco? debían haber cinco; maravilloso, le faltaba uno. Cerró sus ojos soltando una bocanada de aire dispuesto a regresar a casa cuando escuchó una voz dirigirse a él. 

"¿Buscas esto?" 

No lo podía creer, de verdad estaba comenzando a preguntarse qué cosas tan malas había hecho en su vida anterior para que ahora sea castigado de esta manera. Primero despertaba tarde, su mochila estaba mojada, después tropezó y dejó caer todos sus libros, y ahora la persona que más odiaba estaba ahí. 

Levantó su mirada lentamente como si temiera ver lo que se encontraba frente a él. Y sí, no se lo había imaginado, Gemini estaba ahí con su maldito uniforme de Harrow alzando su libro en una de sus manos mientras le dedicaba una sonrisa llena de burla. 

"¿Y ahora tú qué mierda haces aquí?" La voz de Fourth sonaba irritada, por lo que rápidamente se levantó del suelo acercándose con pasos firmes hacia él. "Tu escuela queda como a veinte minutos de aquí."

"No eres el único que puede llegar tarde a sus clases. Sólo estaba acortando camino por aquí." Encogió sus hombros de manera inocente, para después mirar el instituto frente a ellos. "Aunque creo que tú ya no podrás entrar a las tuyas."

El vigilante estaba comenzando a cerrar la entrada, por lo que Fourth rascó su cabeza a modo de frustración, arrugando su cara. "Maldito seas, Gemini." Dijo e inmediatamente se lanzó hacia él para arrebatar el libro faltante, pero debido a la manera en la que éste lo tenía levantado y su diferencia de altura, le costaba demasiado alcanzarlo. Saltó un par de veces para poder arrebatárselo pero el otro fue más rápido así que corrió escapando de él, yendo dentro de la preparatoria. Y de un momento a otro, ambos se encontraban corriendo por todo el plantel, con Fourth siguiéndolo por detrás soltando insultos.

"That Harrow Kid" GEMINIFOURTHWhere stories live. Discover now