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Aquel día Henry se quedó hasta altas horas de la noche con el miedo de que algo le pudiera pasar a Enzo si se marchaba.

Ambos estaban sentados al borde de la azotea del edificio fumando un cigarrillo en silencio con el frío viento recorriendo su cuerpo.

Había una vista panorámica increíble. No estaban ni de cerca en uno de los edificios más grandes de Los Ángeles, pero eso no quitaba que tenían un buen punto de vista desde allí arriba. La oscura noche iluminada por las luces de los edificios, los autos, las tiendas, los semáforos.

-¿Te has dado cuenta que nunca somos la misma persona? -le pregunta Enzo.

-Las personas somos seres en constante cambio. No creo que sea sorpresa para nadie. La forma en la que eres soy no será la misma forma en que sea mañana. Nuestra vida puede dar un giro de 180° en un segundo y cada cosa que pasa, influye en nosotros; influye en nuestra personalidad, la forma de ver el mundo. A veces cambiamos siendo conscientes de eso y otras veces no. Es por eso que el Enzo de ayer no es el mismo que el de hoy y tampoco será el mismo que mañana.

-¿Entonces crees en las segundas oportunidades?

-¿Es una forma indirecta de decirme que quieres regresar con Joseph?

-No, no es eso. Quiero que me des una segunda oportunidad. Creo que te he mostrado una parte de mí que preferiría no haberlo hecho. No te traté del todo bien. No quiero que te lleves la parte del Enzo malo.

-Yo no creo que exista un Enzo bueno o un Enzo malo, solo un Enzo que evoluciona y aprende de sus errores. No quiero que hagamos como si esto nunca pasó, preferiría recordar esto como una experiencia para mejorar como persona más que algo para avergonzarse -Henry llena su boca con el humo del cigarrillo y luego lo expulsa-. A todo esto... ¿crees que si me tiro desde aquí salgo con vida?

-Lo dudo -dice Enzo desconcertado.

De tan solo mirar directamente hacia abajo le da vértigo. Hasta el momento se había sentido muy tranquilo, pero el comentario de Henry le había vuelto a la realidad. Un movimiento en falso y perdía la vida.

Mira a Henry que está muy tranquilo, demasiado realmente. A pesar de no siempre estar en sus cinco sentidos, siempre le transmitía cierta serenidad o seguridad cuando lo miraba. Henry no era alguien que juzgara fácil ni determinaba como era alguien con solo la primera impresión. Por eso le gustaba su compañía.

-En verdad sí sabía lo que hacía cuando llamé a Joseph. Quería echarle en cara todo el daño que me había hecho, quería que sintiera algún tipo de remordimiento o culpa, pero olvidé el hecho de que a él nunca le importé realmente. Quería terminar con ese ciclo porque no me permitía avanzar su seguía pensando en él. Quería dejar ese ciclo con él atrás y empezar una nuevo... contigo.

Henry empieza a toser al escuchar esa última palabra. Golpea su pecho tratando de calmar la tos. No sabe si su rostro se torna rojizo por la falta de aire o por las palabras de Enzo.

-¿Te encuentras bien?

-Creo que entendí mal -dice cuando logra calmarse-. ¿O sea tú quieres que yo sea...?

-Henry, yo te veo como un amor platónico. Alguien a quien admiro por su intelecto, te amo más allá de lo físico. Amo quién eres y la forma en la que me haces sentir. Y a la vez odio amarte.

-¿Por qué?

Henry lo toma de la mejilla.

-No lo sé. Solo odio haberme enamorado del drogadicto Henry Oldbury.

-Y yo odio haberme enamorado del estúpido Enzo Carbonell.

Ambos sonríen.

-¿Tienes frío? Puedo tomar tu mano si quieres -le dice Henry acercándose.

-Creo que más fríos están mis labios.

Henry acerca su rostro con los ojos cerrados hacia Enzo. Sus narices rozan delicadamente hasta que Henry encuentra sus labios. Lo besa con delicadeza y de forma lenta. Muerde el labio de Enzo haciendo que este suelte un pequeño gemido. Mete su mano debajo del beanie acariciando su pelo y lentamente se lo quita para ponérselo en su cabeza. Se separa del beso y apoya su cabeza en el hombro del más bajo.

-¿Por qué siempre me lo quitas?

-Tu cabello es muy lindo para que lo ocultes... y me gusta tu beanie.

Enzo rodó los ojos y le quitó el beanie para ponérselo nuevamente.

-Otra razón por la que odio amarte.

-Otra razón por la que no puedo evitar enamorarme de ti.

...

Henry se había quedado a dormir. Ambos estaban acostados en la misma cama. Enzo había despertado en medio de la madrugada atrapado por los brazos de Henry que lo tenían abrazado por detrás.

Toma su teléfono y ve un mensaje de su padre de hace unas horas. Es una imagen que muestra las razones por las que debería estudiar derecho. Apaga su celular lentamente.

Y si hubiera decidido estudiar derecho, ¿su vida hubiera sido diferente?

Voltea a ver a Henry y vuelve a dormirse.

Su vida estaba perfecta tal y como estaba.

Amor PlatónicoWhere stories live. Discover now