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— ¿A dónde vas? — preguntó Agustín en un gran estado de somnolencia. Acababa de despertar, notando que estaba solo en la cama. Le llevó tres segundos vislumbrar al alfa de pie frente a un espejo acomodándose la corbata.

— Tengo que recibir a algunas personas — comunicó, su voz sonando media rara, y, después de una breve pausa, estornudó, cubriéndose la nariz con el brazo por puro reflejo — Mierda — Masculló al darse cuenta de lo que hizo.

La manga de su traje había sido manchada por sus mocos. Definitivamente, no le había hecho nada bien tomar tanto frío anoche. Gruño, comenzando a desvestirse con rapidez. Buscó otro traje, el cual se lo puso con poca paciencia.

— Estaremos en mi estudio resolviendo algunas cuestiones. En horas me liberaré y cuando vuelva quiero verte estrenando alguno de mis regalos — volvió a hablar, volteándose para señalar un cúmulo de glamurosas bolsas de marcas mundialmente reconocidas, también había unos que otros paquetes.

El omega pestañeó consecutivamente, admirando todos esos regalos que ocupaban un mueble entero.

— ¿Todo eso es para mí? — mencionó sorprendido.

— Sí... — sorbió los mocos, mientras se sujetaba el saco — Me habría encantado llevarte a conocer a algunos famosos diseñadores, para que te probaras algunos de sus innovadores diseños y que algunos desfilaras para mí. Pero dado que ya no podemos salir me limité a esto, la mayoría son trajes exclusivos, modelos para omegas varones que se estrenarán esta temporada, ahora son tuyos y quiero que, al volver, los desfiles para mí.

Dicho eso, y habiendo terminado de acomodarse otra vez la corbata, se acercó al omega sentado en la cama. Pensó en darle un beso en los labios, sin embargo, vaciló. Si estaba a punto de enfermarse, no quería contagiarlo, así que, sólo le beso la mejilla.

— Oh, y no solo quiero que los trajes sean desfilados, sino que también la lencería — agregó el alfa en un tono coqueto, ocasionando un ligero tinte rojizo en los pómulos del menor, quien sonrió y asintió.

Aquel sería un día entretenido, pensó Agustín, muy entretenido.








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El alfa estornudó una vez más, tomó su caja de pañuelos y sacó uno para sonarse la nariz, la cual se encontraba levemente enrojecida. A decir verdad, no se sentía del todo bien, sin embargo, no era nada que no pudiera soportar.

— Siento que lo mejor sería que ahora descanses — sugirió el omega — yo podría cuidar de vos hasta que te sientas mejor... podemos hacer esto después...

— No hay después, para mañana ya tengo preparado algo más, y para pasado también. No hay mucho tiempo. Además, no es nada, estoy bien, son sólo estúpidos mocos.

El omega suspiró, no muy convencido. Adoraría atender a su alfa mientras se recuperaba de su prematuro resfriado. Le prepararía una humeante taza de té y después, quizás, se acurrucaría a su lado dentro de la cama para ver alguna serie o película, eso no sonaba nada mal.

Pero no, ahí estaba, mostrándole al alfa como le quedaban esos bonitos y deslumbrantes trajes Gucci. Eran todo un sueño, y le quedaban perfectos, más de una vez le escucho decir a Marcos lo hermoso que era y lo mal que se sentía por no poder llevarlo a ningún evento para que luciera uno de esos trajes junto a él.

El alfa habría estado tan encantado de presumir a su omega frente a sus conocidos y no tan conocidos, que odiaba el hecho de tener que resignarse ante la idea.

— ¿Y si mañana te despertas sintiéndote peor? No, prefiero que comiences a cuidarte ahora.

El alfa bufó.

𝙳𝙾𝙼𝙸𝙽𝙰𝙼𝙴 ; 𝙼𝙰𝚁𝙶𝚄𝚂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora