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Luego de que Royal Pain intentará crear un mini ejército de súper héroes y fallara, la directora les dio a los alumnos dos semanas libres para poder reparar la escuela y poder ubicar a los villanos a la cárcel.

En uno de esos días, Layla decidió ir a caminar, pensó en ir donde Will, pero luego de su beso en el baile, todo se había vuelto un poco incómodo, eran amigos, pero ya no lo eran, ahora eran novios, pero no lo parecían.

No sabía cómo tocar el tema con Will, ni siquiera con Magenta.

De a poco se daba cuenta que había mucha diferencia entre la fantasía y la realidad. Soñó ser su novia y ahora que lo era, le parecía raro hasta pasar por su casa, por eso siguió de largo, hasta llegar a la Linterna de papel.

El restaurante estaba casi vacío, había una pareja de ancianos comiendo y nadie más.

Se puso en puntitas para poder encontrar a Warren, a quien no veía desde el acontecido baile de bienvenida. Y ahí estaba, con una camiseta sin mangas color roja y su cabello recogido en un bollito desordenado, verlo así, hizo sentir a Layla como si hubiese viajado en el tiempo, un deja vú que la hizo sonreír al mismo tiempo que sonrojar.

Ella tomó asiento en una de las mesas, mientras miraba la tenue luz del lugar.

Mientras, en la parte de la cocina, ya estaban apagando los fuegos.

-. Warren limpia la mesa dos. Le dijo de forma calmada su compañera, quien era años mayor que él, pero lo trataba con cariño. Este tomo un par de paños, un spray y se acercó, aunque se detuvo a la entrada del comedor al ver dos coletas pelirrojas que no podía pasar por alto.

-. ¿Se te antojó comida china? Warren se paró frente a su mesa y preguntó, mientras le entregaba una muy pequeña sonrisa. -. Si esperas un descuento, te digo desde antes que pidas que no hay, ni a mí me dan.

-. Hola. Dijo Layla, quien frunció el ceño al notar que su voz salió apenas como un susurro. -. Es más probable que yo tenga uno por cliente frecuente que tú por trabajar aquí.

-. ¿Pediste algo? Él se apoyó en la mesa sin mirarla.

-. Solo quiero arroz con verduras por favor. Dijo desanimada, sabía que así se escuchaba y que él lo había notado. -. Y una limonada.

-. No soy mesero hippie, pero por ser mí. -. Hizo una pausa y aclaró su garganta. - Por ser una amiga, tomaré tu orden.

Al ser todo llamas y flamas, Warren tenía más que controlado el sonrojarse, pero recordar su primera conversación Layla, que parecía que había pasado hace siglos, aunque sólo fue hace mes y medio, le alegró verla.

Otra mesera le entregó su comida, cosa que la decepcionó un poco.

Al terminar, se levantó y camino hacia la caja para poder pagar, mientras esperaba leyó un cartel donde decía que necesitaban un nuevo mesero.

Tomó el papel y le preguntó a la cajera quien, con apenas preguntarle el nombre, la aceptó.

Warren seguía limpiando cuando se dio cuenta que Layla seguía allí, y su curiosidad le hizo acercarse.

-. ¿Por qué sigues aquí? Preguntó y se dio cuenta que eso salió más antipático de lo que había pensado. -. Digo, es, ya sabes, porque terminaste hace un rato. Se puso nervioso y esperaba que ella no lo notara, porque, aunque ahora tenía amigos y ella era parte del grupo, le gustaba su imagen de chico rudo y no quería traicionarla.

Y Layla si lo notó, creía estar acostumbrada a las respuestas secas que su amigo entregaba, pero a veces le dolían un poquito.

-. ¿Te molestaría si tomo el empleo? Ósea, ya lo tomé, pero puedo no hacerlo si te molesta. Seguía sosteniendo el papel de se busca empleado en su mano.

-. No voy a ser yo el que te pague, no creo que deba importarme. Y otra vez, eso salió más antipático y hasta cruel que lo pensado.

Y es que esta era la cosa, Warren se acostumbró a que le temieran, a él y a sus poderes, todo gracias a su historia familiar, tenía respuestas sarcásticas automatizadas, respuestas que no funcionaban con su nueva reputación, todo eso de salvar a sus compañeros y tener amigos. Él sabía que en realidad no era ni cruel, ni malo ni nada parecido, su mamá lo educó para que pudiese aprender lo mejor de su padre, pero no ser como él y lo que no sabía el resto, es que aún estaba aprendiendo.

-. Claro. Layla dejó salir un suspiro y volvió a sonreír, quizá demasiado porque lo sintió en sus mejillas. -. Bueno, nos vemos, adiós Warren. Se fue rápido sin dejar que él se despidiera solo porque dudaba que lo hiciera.

Este se quedó mirando la puerta, mientras se mordía la mejilla.

Suspiró y rápidamente se acercó a la encargada.

-. Mang, Voy a botar la basura, vuelvo en cinco minutos. Le dijo mientras tomaba sus llaves y corría hacia la salida.

Salió por la puerta trasera, lanzó las bolsas en la parte trasera de su auto, bueno, el de su mamá y aceleró. Solo se demoró tres minutos y Layla ya iba a una cuadra del lugar.

-. ¡Hippie! Alzó la voy y sacó su mano por la ventana para que lo viera.

Ella se detuvo y lo quedó mirando, sabía que la llamaba a ella, pero aun así miró hacia los lados para asegurarse.

-. ¿Warren? No quería decirlo así en voz alta, porque 1) Era obvio quien era y 2) Se notó demasiado su sorpresa.

-. Yo te llevo. Abrió la puerta y esperó que subiera, Layla se dio cuenta que era en serio y aunque le costó unos segundos reaccionar, terminó por subirse.

-. El cinturón. Layla apuntó al de Warren luego de abrochar el propio. -. Plantas y fuego no nos va a salvar de una multa ni de un accidente. Sonrió y luego miró por la ventana.

-. Si. Fue lo único que pudo decir.

Ella le dijo por donde vivía, y eso fue más o menos lo único que hablaron en un trayecto de cinco minutos que pareció de quince.

-. Gracias Warren, prometo no ser una molestia en el trabajo, si hablo demasiado me dices. Le sonrió y abrió la puerta para bajarse.

-. Layla. El la llamo y ella se detuvo. -. Yo lo siento, a veces las palabras no salen tan amables como me gustarían, pero estoy aprendiendo. Dijo de manera calmada con una voz mucho más grave de lo que acostumbraba.

Y todo lo que dijo hizo que Layla se congelara, lo quedó mirando fijamente, quería sonreír o decirle algo, pero jamás había escuchado a Warren Peace decir lo siento.

-. ¿Layla? Tierra llamando a hippie. Eso sí la hizo sonreír.

-. Adiós lindo. Salió corriendo, quizá por la vergüenza de decirle así o porque le advirtió que nunca lo volviera a hacer.

Warren comenzó a conducir inmediatamente, mientras se mordió la mejilla para evitar sonreír, porque él sabía que era cualquier cosa menos lindo.

Get your guns. 

As they come (Sky High)Where stories live. Discover now