Volando

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-. Me gustas Warren. Lo repitió y Warren lo agradeció porque sino no se lo habría creído, quizá habría pensado que era un delirio por culpa de la fiebre.

-. No lo voy a olvidar. Dijo confundiendo a Layla. -. No esperes que mañana lo olvide solo porque estoy enfermo. Ella sonrió y asintió. Puso su mano sobre la de Layla, que seguía en su frente.

Warren volvió a mirar su cactus, las flores y las raíces ya iban rozando el suelo, quizá esa era la forma de Layla de sonrojarse.

-. Te dejé mi mano marcada. Dijo sonriendo apenas, mientras se sentaba en una esquina de la cama.

La calidez que abandonó la frente de Warren lo estremeció.

-. Intenté volar. Dijo despacio, Layla apenas escuchó así que se acercó un poco más. -. Es por eso la fiebre.

-. ¿Volar? Se levantó de un salto, si Warren no la conociera, podría haber dicho que estaba asustada, pero tenía la suerte de conocerla y sabía que lo estaba pensando detenidamente.

-. ¿Layla? Se sentó un poco para mirarla con atención, para estudiar su expresión.

-. ¿Es posible? Dijo mirándolo.

-. Al parecer no. Él sonrió un poco incomodo y aclaró su garganta. -. Al menos no sin sobrecalentar todo.

-. Quizá lo aprendas en la escuela. Ofreció Layla, pero notó de inmediato que la respuesta no le gustó.

-. Esperan que sea un villano, que en cinco o seis años me vuelva loco y queme al mundo, ¿De verdad crees que me enseñarían a ser un poco más poderoso? No eso no salió ni simpático ni amoroso, fue una respuesta seca, a las que ella se había acostumbrado, pero quizá todo esto de también me gustas, cambiaría, aunque sea el momento, pero al parecer no. -. Lo siento. Cerró los ojos y suspiró para cuando los abrió Layla lo miraba con una pequeña sonrisa.

-. Igual ya eres medio chiflado, quizá deberías avisar al colegio. Se levantó y volvió a acercarse a él, esperó que le hiciera un espacio y se sentó. -. Tomate tu tiempo, nadie aprende luego de un solo intento.

-. Lo dice la persona que puede hacer crecer un bosque desde una raíz. La empujó despacio y sonrió.

Layla pensaba que ojalá tuviera algún cuaderno o algo contar las veces que Warren le sonreía y de todas las veces que su sonrisa la hacía sonreír aún más.

El teléfono de Layla sonó, era un mensaje de su mamá.

-. Creo que ya me tengo que ir. Suspiró nerviosa, trató de cubrir sus mejillas enrojecidos con sus manos. -. Espero que puedas dormir bien.

Warren suspiró, sabía que cuando se ponía nerviosa empezaba a hablar rápido y un poco confuso así que se puso de pie y la quedó mirando.

-. ¿Qué haces en pie? Le dijo Layla con el ceño fruncido.

El se acercó despacio y la abrazó, puso sus manos en su espalda y dejó que Layla reposara su peso en si. Warren estaba seguro que podría haberse quedado horas ahí, en ese espacio entre los dos pero no pudo aguantar la risa nerviosa de ver el piso de su habitación lleno de raíces y flores.

-. Que lindo jardín. Dijo entre risas, y aunque ya no estaban tan cerca, no se soltaban aún.

-. ¿Cuándo te sonrojas no pasa nada? Ya sabes, ¿Nada se hace polvo? Preguntó curiosa.

-. Creo que puedo controlarlo. Y le sonrió.

Layla insistió en que no la acompañara hasta la salida, y liego de casi un reto, accedió, igual necesitaba un tiempo para calmarse, su corazón estaba a mil por hora.

Al irse Layla, su mamá se fue a acostar, estaba solo y al fin podía procesar todo lo que había pasado, y así estaba, en su nube de felicidad, cosa que nunca había sentido antes cuando cayó en cuenta de algo que le quitó la sonrisa del rostro.

-. ¿Estamos saliendo? Dijo en voz alta. -. No, pero... podría ser. Se levantó de un salto. -. ¡No la invité a una cita! Ugh, soy un idiota.

Su cabeza le daba vueltas así que prefirió acostarse y descansar, ya mañana podría estar nervioso.

Get your guns. 

As they come (Sky High)Where stories live. Discover now