Salvarlos a todos

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Warren durmió hasta tarde al otro día, su turno comenzaba a las 6 y su mamá no iba a estar hasta la tarde así que apagó su alarma y durmió. El sonido del teléfono interrumpió su descanso, acercó su mano al mueble que estaba al lado de su cama y pensó en quemar el teléfono, pero la última vez casi incendia la casa, así que se sentó y contestó.

-. Seas quien seas, espero que sea algo importante. Dijo, pero en sus adentros esperaba que fueran todos menos su mamá que lo mataría si lo escuchaba hablando así.

-. ¿Warren? Soy Will, necesito tu ayuda. Él pensó en el rato en la exhibición con Layla y se le revolvió el estómago.

-. Que ya no te quiera quemar vivo no significa que me puedes andar llamando Stronghold.

-. No es por mí, es por Layla. Ahora si estaba despierto y en un estado casi de pánico, como si Will supiera lo que él pensaba y sentía por Layla, pero que el supiera ese poder no estaba dentro de las habilidades de su amigo.

-. ¿Qué quiere la hippie? Sabes, no, no me importa, la veo en el trabajo más tarde, igual me va a contar. Iba a cortar, pero esperó que Will siguiera hablando.

-. No cortes, Layla se amarró a un árbol cerca del hospital central. La mente de Warren se puso en blanco. -. Iba a sacarlo, pero dijo que, si lo tocaba, me mataba.

-. ¿Y para que me necesitas entonces?

-. Los llamé a todos, Layla necesita escuchar a alguien, Magenta ya va para allá, ya sabes, poder de grupo.

-. Ya entendí, no seas cursi. Suspiró, se tocó la cabeza, solo el hecho de pensar en Layla le hacía doler. -. Nos vemos allá.

Pensó en tomar un taxi o un autobús, pero quería llegar rápido, comenzó a correr, puede que se pasara un par de semáforos en rojo, pero si algún oficial lo detenía, debería entender la situación urgente en la que se encontraba.

Pensó en la sonrisa de Layla, en su amabilidad mientras corría, ¿Cómo alguien como ella haría algo así? Pero esa pregunta tenía la respuesta, alguien tan apasionada y buena como ella buscaría una solución para cuidar a cualquier ser vivo.

Cuando llegó, se movió entre la pequeña multitud, cerca de donde estaba la policía y los bomberos, estaban sus amigos cubriendo a Layla, que estaba encadenada a un árbol. Se veía más pequeña de lo normal hasta frágil, un adjetivo que jamás pensó que vendría con ella.

Layla estaba cansada, se levantó a las cuatro de la mañana, a espaldas de su mamá, no porque la fuese a regañar, ella temía que se uniera a su causa, y no quería armar tanto revuelo.

El árbol que protegía era un gran roble, de unos cuarenta años. Ella pensaba en cómo ese árbol perdió a todos sus compañeros, pero ella se mantendría fuerte porque ella no lo perdería.

Cuando llegó Will y sus amigos, se preocupó, pero se enojó, sobre todo, no quería que nadie tocara al árbol, nadie tenía el derecho.

Sabía que se estaba poniendo un poco grave todo cuando, entre la gente, vio a Warren, un poco despeinado, como si recién hubiese salido de la cama, caminando hacia ella.

-. Si vas a faltar al trabajo por esto, no te pienso cubrir. Dijo mirando las cadenas. Su comentario la hizo sonreír. -. Dame la llave.

-. No la tengo. Cuando le respondió, la expresión del cambió, estaba enojado.

-. Layla, no empeores las cosas, si te llevan a la policía va a quedar en tu registro.

-. No me importa, y lo de la llave es verdad. Lo miró a los ojos, tenía ganas de llorar, estaba cansada, triste y estresada.

Su mirada lo hizo retroceder, Warren siempre ha pensado cosas horribles de sí mismo, pero en ese momento le hubiese gustado ser lo suficiente para que la pena de Layla pasara.

-. Bueno, bueno niña, ya es suficiente, te damos diez minutos o tendrá que intervenir la policía. Un bombero grande le habló, parecía harto de la situación.

-. No me voy a mover, hasta cuando aguantamos la tala de árboles como algo normal. Lo que dijo salió casi a gritos, fue hasta un poco doloroso.

Warren se le acercó, tratando de estar lo más cerca de su oído.

-. Se que te molesta, pero a veces no podemos cambiar todo, aunque tengamos el poder para hacerlo. Las mejillas de Layla se volvieron de un rojo brillante cuando él apoyó su cabeza en su hombro. -. Se que puedes convertir todo este césped en espinas, pero sabes que no es lo correcto.

Las lágrimas caían por el rostro de Layla.

-. Solo dime y abro las cadenas. Le susurró apenas. -. Si no, bueno, tendrás que hacer espacio. Ella sabía que le sonreía, aunque tuviera los ojos cerrados.

-. Quiero salvarlos a todos Warren.

-. Yo sé y ellos también. Layla lo miró y luego a todos lo que estaban en su alrededor. -. ¿Quieres que abra las cadenas?

Ella asintió suavemente, él se alejó un poco de ella y puso una de sus manos en el candado, debía ser lo más delicado posible, lo menos que quería es que la cadena se calentara demasiado y Layla se quemara.

Y así fue, el candado cayó derretido, Warren lo pisó para ocultar la evidencia. Layla sintió como el peso de las cadenas la abandonaban, se sentía un poco mareada, llevaba horas parada y sin comer, era obvio entonces, que cuando dio unos cuantos pasos cayó al piso y perdió el conocimiento segundos más tarde.

Will se acercó rápidamente a Layla, la tomó en sus brazos, pensó en volar, pero había demasiada gente, así que caminó hacia la ambulancia.

Luego de que despertara, Layla esperó a su mamá que fue por ella al hospital, no estaba feliz por lo que había hecho, pero no la regañó, ambas sabían que se debía luchar por hacer las cosas correctas.

Quiso ir a trabajar, pero su mamá no la dejó, al menos no la despidieron.

Layla pensó en la mirada de Warren hasta que se durmió, el recuerdo no la abandonó cuando regó las plantas ni cuando ordenó el compost. Le habría gustado pensar en una solución, tal vez escribirle al alcalde, a las noticias, pero su mente trabajaba aparte, sin su permiso. 

Get your guns

As they come (Sky High)Where stories live. Discover now