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—Vamos Sam. Di que sí alguna vez —. Dije persiguiendola por todo el apartamento, rogando para que diga que si.
Había quedado de verme con Sarah, una de mis mejores amigas después de Tara. Pero olvide que volví a tener 15 años y que mi mamá, que en este caso era Sam, me controlaba y decía a donde podía ir y a donde no.
—Atenea, debes entender que esto no es un juego. Ahora más que nunca debemos mantenernos juntas. No sabemos cuando puede volver —. Dijo Sam dándose la vuelta y poniéndose enfrente de mi.
—¡Y tú debes entender que yo tengo una vida!. ¡Quien sabe si estos son mis últimos días de vida y yo los pasé encerrada entre 4 paredes!.
—Sam, está bien que me controles a mí, pero a Atenea? Ella no tiene nada que ver. Sabes ve con Sarah. Simplemente ten mucho cuidado —. Dijo Tara.
—Y a las 21:00 te quiero aquí —. Dijo Sam dándome la llave para poder abrir la puerta.
—Cómo digas, mamá —. Dije sarcásticamente, para abrazar a ambas.
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Tras una gran charla con Sarah, pude contarle sobre ghostface, también sobre Ethan y ella me contó una que otra cosa.
Mi teléfono sonó lo que hizo que atendiera.
—Hola.
—Hola, nea. Ya están por ser las 21:00pm, ¿estás viniendo? —. Dijo Sam.
—dios, no me había dado cuenta de la hora, ya estoy saliendo.
—Bien, con cuidado. Si puedes ven en taxi, así vienes más segura.
—Es lo que tenia pensado hacer. No tengo ganas de caminar.
—Bien...¡adiós nea! —. Pude escuchar la voz de mis amigos de fondo, lo que me hizo reír.
—adiós tontos —. Dije para luego cortar.
—Debo irme, Sarah —. Dije agarrando mi cosas.
—¿No quieres que te acompañe? —. Preguntó la rubia parándose de su asiento.
