nueve ; maldición

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"— Yo seré la primera que te escuche tocar en un escenario. Yo quiero ser la única ¿Está bien Merls?"

Mis ojos estaban fijos en su figura delgada envuelta en un lindo vestido color hueso, sus ojos azules me miraban casi atravesandome y mi cuerpo solo pudo congelarse.

Habían pasado 4 años desde la última vez que tuve la vista de aquellos ojos y aquel cabello ondulado, se veía tan diferente a como lo recuerdo, pero sin dudarlo ella era Enid.

Sacudí las manos para desaparecer mi momentáneo congelamiento y respire hondo antes de cambiar mi vista al enchinado cabello de Eugene.

Le hice una pequeña seña con la cabeza para que se sentara y me preparé para tocar. La primera nota de la noche salió a la luz como un vaso roto debajo de la alfombra, todo el mundo parecía asombrado.

Evité a toda costa mirar a mi público delantero, concentrándome en las notas y en mis manos. En algún momento me desconecté.

Mi cerebro comenzó a andar solo y mis pensamientos se inundaron de ella.

Enid Sinclair y su atormentante cabello rubio.

Enid Sinclair y sus labios sabor durazno.

Enid Sinclair y sus piernas de muñeca.

Enid Sinclair. Enid Sinclair. Enid Sinclair.

¿Era posible pensar tanto en alguien? Porque para mi era agotador solo pensar en aquella mujer de esbelto cuerpo y de marcadas piernas.

La maldición Addams me había pegado tan duro que mi yo de 13 años entró en un estado de pánico 15 minutos antes de salir a casa de Enid.

Era tan molesto. Era tan fastidioso llevar mi corazón al aire libre cuando ella existía, llevándolo entre mis ásperos dedos durante casi 9 años. Mi amor había sido tan pesado de llevar que tuve que lanzarlo por la borda, con la esperanza de que desapareciera.

Pero había olvidado que era parte de mi y me jaló consigo al horrendo agujero.

La última nota sonó tan fuerte que temí por haber roto una cuerda. Tan pronto como me había puesto a tocar el show terminó. Y por inercia mis ojos fueron al frente, donde una sonriente rubia me aplaudía desde la lejanía. Una sonrisa nostálgica.

Eugene me tocó el hombro y ambos agradecimos al público.

Era una jodida broma.

En cuanto bajé del escenario tomé mi celular, tenía que llamar a Divina de manera urgente.

>> ¿Diga? — Su voz sonaba tan ronca que ya sabía lo que sucedía.

— Idiota, ¿por qué no me dijiste que estaba en la ciudad?

>> ¿Quién?

— Enid.

>> Oh, espera.. demonios. Mira, Yoko me mandó mensaje hace como 3 horas dándome la gran noticia. Me voy a justificar con que estaba durmiendo.

— Qué gran asistente.

>> Es mi día de descanso, Merlina. En este instante me solicitas como amiga.

— Sí, sí, lo que digas. Sólo haz que Yoko la distraiga, no quiero verla merodeando por el apartamento.

>> No va a estar mucho tiempo de todas formas, una vez Ajax termine sus cosas ella se va también.

— Sigue saliendo con él.

>> Y parece que seguirá de largo.

— ... — Idiota. Idiota. Idiota — Te veo más tarde.

Ni siquiera espere a su respuesta y colgué. Ya había terminado de ponerme mis botas y me había quitado la ropa elegante por una un poco más cómoda.

No iba a encontrarme con ella, no aún cuando mi corazón se acelera ante su sola presencia.

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Recomiendo que releean para que vuelvan a agarrar el hilo vdd.

Me disculpo profundamente por mi desaparición y por mi falta de compromiso con esta historia, no pondré excusas así que solo pido perdón.

Gracias a los que siguen leyendo, les mando todo mi amor.

-willy

las pequeñas cosas // wenclair [h]Where stories live. Discover now